Y ahora, a trabajar

La reforma del Estatuto puede darse por concluida despu¨¦s de los ¨²ltimos sobresaltos y la bendici¨®n parlamentaria. Ya quedan tan solo meras formalidades que el presidente Francisco Camps aprovechar¨¢ sin duda para explotar el ¨¦xito de su rotunda victoria. Es previsible que haya de o¨ªr todav¨ªa algunas cr¨ªticas, incluso en el seno de su propio partido, pero tanto estas como las procedentes de la izquierda m¨¢s o menos nacionalista no har¨¢n sino consolidarle ante su cohorte y clientela, con motivos sobrados para sentirse satisfechas. A fuerza de predicar que la operaci¨®n estatutaria justifica una legislatura han acabado todos por cre¨¦rselo, sin parar mientes en que a¨²n queda un largo tramo para intentar hacer algo m¨¢s ¨²til que engolfarse en celebraciones y fuegos fatuos. Queremos decir, que igual ha llegado la hora de que el Consell, o buena parte del mismo, se ponga a trabajar.

No estamos acusando de negligencia o bajo rendimiento al ejecutivo auton¨®mico. En realidad, en t¨¦rminos electorales hace lo adecuado para salir ganancioso. Con la pera en dulce que tiene por oposici¨®n es casi aconsejable que no tome iniciativas, con lo que evita equivocarse, y se dedique a exprimir los grandes fastos previstos y en curso. Nos referimos a la Copa del Am¨¦rica, el Encuentro Mundial de las Familias -para el que, por cierto, con tanta diligencia trabaja la Consejer¨ªa de Agricultura- o el rodaje de pel¨ªculas de tron¨ªo en la Ciudad de la Luz de Alicante, por citar algunos hitos principales. Claro que si con ellos se colma la agenda pol¨ªtica nos sobraba con un gabinete reducido a una oficina de protocolo y grandes eventos, adem¨¢s, obviamente, del departamento de Urbanismo. ?Qu¨¦ ser¨ªa de este Gobierno del PP sin la din¨¢mica locomotora del urbanismo!

Hemos exagerado la nota, claro est¨¢, pero tal es la percepci¨®n que se tiene de un Consell aparentemente exhausto debido al parto de los montes que ha sido la negociaci¨®n de nuestra Carta Magna. Abona esta impresi¨®n el hecho de que muy a menudo la ¨²nica se?al de actividad y resoluci¨®n -al margen de la urban¨ªstica, por supuesto- consiste en reprochar a Madrid alg¨²n agravio, ya sea a prop¨®sito del agua, del AVE o de la inseguridad ciudadana. O sea, un discurso viejo y monocorde que no oculta los huecos y vac¨ªos de la acci¨®n de Gobierno. D¨ªgasenos, si no, aunque sea feo se?alar con el dedo, qu¨¦ proyectos o sugerencias notables han parido ¨¢reas de gesti¨®n tan decisivas como la de cultura, industria, turismo o econom¨ªa y finanzas, que no viene obligada a realizar prodigios, pero algo podr¨ªa haber intentado acerca del embrollo de Terra M¨ªtica.

Se nos dir¨¢ -y as¨ª lo hemos o¨ªdo de personaje con cr¨¦dito- que ¨¦ste es el perfil de la gesti¨®n que prefiere el jefe del Consell, proclive a que cada cual campe a su aire, sin objetivos definidos y menos a¨²n comunes y ambiciosos. Si otra cosa puede parecer en alguna ocasi¨®n es porque las m¨¢s de las veces la proyecci¨®n p¨²blica y medi¨¢tica -tan cara al molt honorable- disimulan el d¨¦ficit de tensi¨®n y empe?o en la tarea. Es probable que, debido a tal aton¨ªa, este gabinete no deje de parecernos provisional desde su primer d¨ªa. Algo que, por m¨¢s que aflija al presidente, no ocurr¨ªa con el equipo de su predecesor, Eduardo Zaplana, en buena hora ido. Pero a cada cual lo suyo, y debemos reconocer que aquel arrollaba mientras que este -salvadas pocas excepciones- va de paseo.