Chipre a golpe de vista
En coche por el sur de la intrigante y hermosa isla mediterr¨¢nea
Cuando viajas a la mayor¨ªa de los pa¨ªses, dispones de alguna referencia sobre su identidad, aunque sea parcial o err¨®nea. Es tras el viaje, al rememorarlo, cuando te das cuenta de que no te has enterado de nada. La isla de Chipre, situada en la cuenca oriental del mar Mediterr¨¢neo, es uno de esos raros lugares que no te permiten saber qu¨¦ es en ning¨²n momento. Para empezar, est¨¢ dividido en dos zonas. En una, la Rep¨²blica de Chipre, al sur de la isla, reconocida internacionalmente, viven los grecochipriotas; en la otra, en el norte, ocupada militarmente por los turcos, viven los turcochipriotas. No hay simplemente chipriotas. Para nombrarles nos vemos obligados a utilizar dos prefijos que nos dirigen hacia otros pa¨ªses, hacia Grecia y Turqu¨ªa.
Por all¨ª pasaron griegos, helenos, romanos, bizantinos, genoveses, venecianos, otomanos y brit¨¢nicos. Alejandro el Grande la conquist¨®. Marco Antonio se la regal¨® a Cleopatra. Ricardo Coraz¨®n de Le¨®n se la vendi¨® a la Orden de los Templarios. ?sta, a su vez, se la revendi¨® al franc¨¦s Guy de Lusignan, despose¨ªdo de la corona de Jerusal¨¦n. Por su situaci¨®n estrat¨¦gica, Chipre fue pasando de mano en mano como si no se la tomaran demasiado en serio, como si vivir all¨ª fuera un destierro, como si nadie quisiera quedarse y hacer de ella algo aut¨®nomo. All¨ª, san Pablo recibi¨® una paliza; Cicer¨®n fue proc¨®nsul, y Rimbaud, en silencio, se ocup¨® de un par de obras como contratista. Para encontrar un buen libro sobre Chipre hay que acudir, c¨®mo no, a un extranjero que estuvo all¨ª de paso: Lawrence Durrell. El autor ingl¨¦s escribi¨® Limones amargos, una agridulce cr¨®nica de su estancia en la isla a mediados de los a?os cincuenta del siglo pasado. Probablemente habr¨ªa que decir que Chipre es una isla muy bella y poco habitada, de gentes amables e impresionantes paisajes, t¨ªpicamente mediterr¨¢nea, con mezquitas, monasterios ortodoxos y recintos arqueol¨®gicos de inter¨¦s, en la que se conduce por la izquierda y que tiene la grand¨ªsima ventaja de que el turismo de masas todav¨ªa no ha invadido todos sus rincones.
Pafos y alrededores
La regi¨®n de Pafos era una de las m¨¢s atrasadas, pero la construcci¨®n de complejos hoteleros en la costa y la existencia de un aeropuerto internacional la han convertido en uno de los destinos tur¨ªsticos m¨¢s solicitados de la isla. Entre sus reclamos se encuentra el peque?o puerto de Pafos, dominado por un fuerte medieval construido por la dinast¨ªa lusi?ana. En el cercano recinto arqueol¨®gico se visitan los restos de varias residencias romanas, en las que se conservan magn¨ªficos mosaicos. Los suelos, decorados con figuras geom¨¦tricas, dioses y animales de vivos colores, nos dan una idea del grado de exquisitez alcanzado por los latinos. La otra gran atracci¨®n arqueol¨®gica, situada en la tur¨ªstica zona costera, es la Tumba de los Reyes, de ¨¦poca helen¨ªstica y romana, levantada enfrente de un mar refrescante y azul.
Ya en coche, se puede hacer una excursi¨®n hacia Polis, al norte. De la llanura, con sus frutales, plataneras y olivares, se pasa a una zona monta?osa, m¨¢s ¨¢rida, en la que s¨®lo verdean los vi?edos y algunas matas de ¨¢rboles. De las laderas cuelgan somnolientas aldeas que todav¨ªa conservan algunas casas de piedra, y en las carreteras comarcales, estrechas, serpenteantes y poco transitadas, disfrutamos de paisajes verdaderamente dram¨¢ticos, con la sensaci¨®n, cada vez m¨¢s rara en pa¨ªses con una red viaria moderna, de formar parte de aquello que est¨¢s mirando.
Desde Pafos, en un radio de apenas 15 kil¨®metros, hay dos visitas de inter¨¦s. Agios Neofitos, al noreste, es un monasterio ortodoxo entre pinares que domina un valle con el mar al fondo. A un lado del edificio principal, austero y con un elegante patio arbolado y florido, hay unas peque?as capillas excavadas en la ladera y cubiertas de frescos bizantinos, algunos quemados por los turcos. Los rostros, con los ojos grandes, graves y almendrados, las cejas negras y bien dibujadas, las narices aguile?as y la tez aceitunada, son iguales al que veo, por ejemplo, en un camarero grecochipriota que me sirve un meze, comida tradicional consistente en m¨¢s de una decena de peque?os platos con sabor tan mediterr¨¢neo como oriental.
En Gerospikou, al este de Pafos, en una plaza junto a la carretera, se levanta Agia Paraskevi, una peque?a iglesia bizantina. En la plaza, sentado en un banco, un hombre con el rostro reseco espera a que hagas adem¨¢n de entrar en la iglesia, para entonces dirigirse hacia ti con gestos bruscos. Es el cuidador, y mientras miras los frescos del siglo XV, ¨¦l se sienta a una destartalada mesa con souvenirs, sin demasiada esperanza de vender nada.
Arena parda y mar abierto
Tomando la carretera costera B-6 en direcci¨®n este hacia Lemesos se disfruta de un paisaje con colinas peladas en tonos ocres, llanuras cultivadas, playas de arena parda y mar abierto. Ya cerca de Lemesos se encuentra el santuario de Apolo Ylatis, cuyos restos datan de la era romana, hacia el siglo IV. Desde las cubiertas planas de lo que quiz¨¢ fueron unas residencias para invitados se accede a una vista espl¨¦ndida de los campos aleda?os y del mar. A un par de kil¨®metros est¨¢ una de las joyas chipriotas, la antigua Kourion. Hay un anfiteatro muy bien conservado, las ruinas de una bas¨ªlica cristiana, unos ba?os romanos y varias casas con bellos mosaicos. Y lo llamativo es que en Chipre, cuando paseas entre piedras y teselas antiguas, lo haces casi a solas, sin apenas turistas.
Desde Kourion, subiendo hacia el norte, por el interior, la carretera se interna en el macizo de Troodos, cubierto de pinos, y del calor se pasa a un clima fresco, de monta?a. Por all¨ª hay un pu?ado de interesantes monasterios e iglesias bizantinas, entre los que destaca Kykoos, el m¨¢s importante monasterio grecochipriota, con un rico museo. All¨ª, la observancia del decoro se ha convertido en negocio: si llevas pantalones cortos, debes alquilar unos largos por unos tres euros.
Arriesg¨¢ndote a romper el coche y quedarte tirado, puedes regresar desde Kykoos hasta Pafos por el interior. Circulando por carreteras con desprendimientos, entre cortados y paisajes que quitan la respiraci¨®n, puedes aparecer en la pista forestal que une Stavros y P¨¢no Panag¨ªa, a lo largo del cauce del r¨ªo Agias. Ves una abubilla, rodeas un socav¨®n, admiras la soledad y frondosidad del bosque, y mientras sue?as con llegar a alg¨²n sitio habitado te preguntas otra vez qu¨¦ es Chipre y qui¨¦nes son los habitantes de esta intrigante y hermosa isla. Quiz¨¢ s¨®lo se pueda saber qu¨¦ es ser chipriota si¨¦ndolo de verdad.
Nicol¨¢s Casariego (Madrid, 1970) fue finalista del Premio Nadal 2005 con la novela Los cazadores de luz.

GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 357. Poblaci¨®n: la isla tiene unos 818.000 habitantes (alrededor del 80%, grecochipriotas,y un 10%, turcochipriotas).Informaci¨®n- www.visitcyprus.org.cy.- Oficinas de turismo de Pafos(26 93 28 41) y Lefkosia (22 69 11 00).C¨®mo ir- No hay vuelos directos a Chipre desde Espa?a. Aerol¨ªneas como Olympic Airways (915 41 99 45; www.olympic-airways.com) o Lufthansa (902 22 01 01; www.lufthansa.es), entre otras, vuelan a Larnaka, con una escala, a partir de unos 280 euros m¨¢s tasas (100 euros).- Viajes Mar Egeo (en agencias: www.viajesmaregeo.com; o a trav¨¦s de Viajes Argonauta: 915 40 05 56). Una semana en verano, con vuelos, hotel de tres estrellas y coche de alquiler, unos 850 euros por persona.- Iberojet (en agencias; www.iberojet.es) propone varias opciones de paquetes para viajar a Chipre. Por ejemplo, ocho d¨ªas, con vuelos de ida y vuelta, siete nochesen hoteles de tres estrellas yocho d¨ªas de coche de alquiler,en febrero, desde 780 euros por persona en habitaci¨®n doble.
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