Circo
Es normal que el PSOE ataque al PP y su recolecta de firmas, un episodio de la lid electoral entre los dos grandes partidos. El PP derrotado trata de reconstituirse, y moviliza a militantes y simpatizantes en la campa?a publicitaria de las mesas callejeras y la gira de los dirigentes nacionales. La ret¨®rica pol¨ªtica populista apela directamente al pueblo, a la firma, esa cosa tan propia de cada uno, y recurre a un tema apasionante, la unidad nacional, asunto tradicionalmente incendiario en Espa?a y en Europa durante los dos ¨²ltimos siglos.
La campa?a del PP ha mostrado estos d¨ªas un posible flanco d¨¦bil: la recogida de firmas en colegios de primaria y secundaria, dos colegios, en El Puerto de Santa Mar¨ªa y en Granada. No est¨¢ bien el uso de ni?os entre 6 y 11 a?os, en El Puerto, para la propaganda o la batalla pol¨ªtica. Siempre me ha fastidiado el uso de ni?os en manifestaciones, aunque puedo entender que haya que llevarse el ni?o a la reuni¨®n porque no se tiene a qui¨¦n confiarlo. Pero la exhibici¨®n de ni?os con pancartas o folletos, el exhibicionismo del ni?o movilizado por sus mayores, me parece feo, casi tan feo como usar ni?os para conmover corazones y pedir limosna.
As¨ª que, aprovechando las circunstancias, los socialistas est¨¢n obligados a criticar la supuesta manipulaci¨®n popular de la inocencia infantil. La intervenci¨®n institucional, con el Servicio de Inspecci¨®n de Educaci¨®n intentando "detectar si se ha conculcado la libertad de los estudiantes", es otra cosa, ruido innecesario, porque el ruido de esc¨¢ndalo deber¨ªa armarlo el partido pol¨ªtico, no la Junta de Andaluc¨ªa. Si la profesora del colegio del Ave Mar¨ªa, en Granada, recogi¨® firmas en su centro de trabajo, practic¨® una costumbre pol¨ªtica saludable. No s¨¦ si es que ya no puede practicarse. No s¨¦ si ahora hacer propaganda pol¨ªtica es motivo de investigaci¨®n.
El director del colegio de Nuestra Se?ora de la Merced, en El Puerto, reparti¨® a los ni?os formularios para que sus padres firmaran a favor de la unidad nacional, y compar¨® esta iniciativa con la difusi¨®n de propaganda de un circo o un teatro, atrevida definici¨®n de la campa?a de firmas populistas. No creo que el director molestara a los ni?os, pero ha podido quebrantar el derecho de los padres a no declarar las propias ideas o creencias pol¨ªticas, a pesar de que, estoy seguro, al colegio de la Merced no se le ocurrir¨¢ clasificar en lo sucesivo a sus 150 alumnos, seg¨²n devuelvan el papel firmado o no. El supuesto abuso es m¨¢s sobre los padres que sobre los ni?os.
No sufrir¨¢n los ni?os un trauma por llevar a sus casas un folleto publicitario, aunque sea de propaganda pol¨ªtica. La pol¨ªtica, por las reacciones que provoca en los pol¨ªticos profesionales, parece ser lo m¨¢s sucio, lo m¨¢s deleznable, mucho peor que aquel sobre para el Domingo Mundial de las Misiones que, destinado al dinero de mis padres, me daban en el colegio. Invocar ahora la inocencia de los ni?os, como hacen los responsables de la Junta, es utilizar a los ni?os. Yo pedir¨ªa un descanso a los dramatizadores pol¨ªticos. La pol¨ªtica no consiste en exagerar.
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