La revuelta contra el asfalto despierta a Ibiza
Las obras de una autov¨ªa en la isla provocan una reacci¨®n inusitada de resistencia en sus habitantes, que ven amenazada su riqueza natural

Desde hace d¨ªas cientos de personas toman caf¨¦ en casa de Margalida Tur. A partir de las siete de la ma?ana su amplio hogar, una casa payesa bicentenaria con una diminuta cocina a escasos kil¨®metros de la ciudad de Ibiza, empieza a llenarse de gente de todas clases: j¨®venes y viejos, estudiantes, trabajadores y jubilados, gentes de izquierdas y de derechas, venidos de todas partes de la isla. Esa tradicional vivienda y esta mujer ibicenca de 75 a?os, viuda de molinero desde hace dos y madre de tres hijos, se han convertido en el basti¨®n de la resistencia en la inusitada lucha que se vive en la isla, donde se ha formado espont¨¢neamente una "Plataforma Anti-autopista".
No se recuerda nada igual desde los tiempos de Franco. La Estaca de Lluis Llach vuelve a ser un himno en Ibiza. Y suena por las calles desde las megafon¨ªas de los coches que anuncian manifestaciones, en una isla donde no existe precisamente una tradici¨®n revolucionaria. Y para la pegada de carteles y pancartas se convocan citas nocturnas de madrugada. Muchos ibicencos, para sorpresa de propios y extra?os, han vuelto a las barricadas. Hacen guardias de vigilancia desde primera hora de la ma?ana. Cada d¨ªa, se enfrentan f¨ªsicamente a la entrada de las m¨¢quinas que pretenden construir una autov¨ªa; seg¨²n unos, imprescindible para el desarrollo y mejora de la isla y la reducci¨®n de los accidentes de tr¨¢fico. Y, seg¨²n otros, es innecesaria por sus tremendas dimensiones y porque sepulta bajo el asfalto centenares de fincas y decenas de viviendas y propiedades en uso y restos arqueol¨®gicos, en una isla de 42 por 14 kil¨®metros.
La autov¨ªa sepulta centenares de fincas, viviendas habitadas y negocios en activo
"A m¨ª tambi¨¦n me machaca la carretera", dice Matutes, uno de los principales empresarios
Una de las primeras casas que ha de ser demolida es la de Margalida Tur, en la que vive desde que se cas¨® hace 49 a?os y donde vivieron ya antes su marido y sus padres. Y tiene previsto su derribo a finales de este mes, junto con las de sus dos hijos, situadas en la misma finca. Pero las m¨¢quinas ya han mordisqueado sus tierras, como las de los otros 500 expropiados forzosos.
"Har¨¢ dos a?os que me enter¨¦ de lo de la casa, pero es que no tenemos d¨®nde ir y los del Consell no nos dicen nada claro. Hablan de darnos un dinero para otra casa, pero no hay nada en firme y casi todas las informaciones han sido verbales", explicaba Margalida en su casa junto a sus hijos el jueves. "Menos mal que mi marido se fue de este mundo sin enterarse de nada. Est¨¢ bien que venga el turismo y que traiga riqueza para todos, pero esto ya no. Nosotros, que hemos sido de derechas de toda la vida... Ya no sabemos de qu¨¦ ser, porque ahora ellos nos tiran la casa", pensaba en alto, refiri¨¦ndose a los dirigentes del Consell y del Gobierno Balear del PP.
En la isla no se habla de otra cosa. Los hay a favor de la autov¨ªa, en contra y moderados. La carretera no s¨®lo ha dividido f¨ªsicamente la isla de norte a sur, desde San Antonio a Ibiza y de all¨ª al aeropuerto, sino que ha dividido a su poblaci¨®n porque ya no comparten la misma idea de "calidad de vida". Cada uno tiene sus razones, econ¨®micas o sentimentales, y sus miedos e intereses. Pero detr¨¢s de cada conversaci¨®n aparece el mismo nombre: Abel Matutes, el ex ministro de Exteriores y ex comisario europeo del PP, y tambi¨¦n ex alcalde de Ibiza y principal terrateniente y empresario, que posee al menos el 10% de la peque?a isla.
?l, "don Abel" para unos, y "el Amo" para otros, est¨¢ vinculado a las dos empresas a las que se les han adjudicado los tres proyectos, correspondientes a los tres tramos que terminar¨¢n por constituir la autov¨ªa, por el m¨®dico precio de 221 millones de euros, y que les reportar¨¢n un beneficio de 14,3 millones (unos 2.300 millones de las antiguas pesetas, el 6,5% de su coste), seg¨²n el estudio de la consejer¨ªa de Obras P¨²blicas del Gobierno balear, que promueve las obras con el Consell. En Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), la constructora, Matutes es miembro del consejo de administraci¨®n; y en la cantera de la que se extraer¨¢ gran parte de la graba para las obras, su empresa tiene participaciones en un porcentaje "similar", en sus palabras, a otra llamada MAB. Adem¨¢s, por si le faltaran v¨ªnculos con el asunto, es el pap¨¢ de la actual consejera de Obras P¨²blicas del Consell de Ibiza, la se?orita Stella Matutes, sobre la que ahora recae todo el chaparr¨®n de cr¨ªticas. Ella y el portavoz del Consell, Joan Mar¨ª, aseguran que "el desdoblamiento" de las carreteras implica "cumplir con su programa electoral", aunque en ¨¦ste s¨®lo se habla de "mejora" de la red viaria, no de autov¨ªa.
En fin, que todo queda en casa m¨¢s o menos, pese a que los proyectos de mejora de esas carreteras estaban inicialmente pactados con el Estado e incluidos en los presupuestos del a?o 2007 para su posterior desarrollo en 2008. Pero la decisi¨®n unilateral de iniciar las obras por parte del Gobierno Balear hizo que el Estado denunciara ese convenio original y renunciase a su compromiso de financiarlas. Esa es la raz¨®n de que hayan salido a concurso p¨²blico, las hayan adjudicado finalmente a estas dos empresas y se haya optado por el llamado "peaje en la sombra" para que el Gobierno balear las vaya pagando a plazos durante 25 a?os con los impuestos de los baleares, como si fueran privadas y costeara el peaje de sus usuarios.
"Esa carretera me machaca a m¨ª tambi¨¦n. Me ha obligado a ceder unas tierras previstas para un campo de golf y a comprar otras para poder hacerlo. Pero, como es una necesidad para la isla, pues yo la defiendo. Y que ahora vengan a decir que yo tengo alg¨²n beneficio... me duele", aseguraba el viernes Matutes en su despacho. "Resulta que ahora es la derecha la que defiende el inter¨¦s general de una mejor calidad de vida para todos y carreteras m¨¢s seguras, y son los de izquierdas los que defienden los intereses de unos pocos, que encima est¨¢n bien pagados", agregaba en alusi¨®n a las indemnizaciones que supuestamente est¨¢n cobrando los afectados.
Sin embargo, los propietarios niegan la mayor. Unos, los que han firmado el acta de ocupaci¨®n -requisito imprescindible en cualquier procedimiento de expropiaci¨®n por v¨ªa de urgencia, como es el caso- aseguran que les han pagado una cantidad inicial, pero que en su acta ni siquiera consta el "justiprecio" que determina el valor final de su propiedad, a pesar de que ya haya sido demolida, y que les dijeron que les pagar¨ªan el resto "en unos meses" y, en algunos casos, ya ha pasado un a?o. Otros, los que se han resistido a firmar en esas condiciones, han presentado un recurso ante la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Palma, pero no ha servido para que el juez declare la suspensi¨®n cautelar de las obras. Y, por eso est¨¢n todos los d¨ªas, junto con todos los que tampoco quieren la autov¨ªa, impidiendo la entrada de las m¨¢quinas en sus fincas, ya con el carn¨¦ en la mano para que la Guardia Civil realice la correspondiente denuncia.
Y as¨ª de revueltos est¨¢n los d¨ªas en esta isla de pasado pac¨ªfico y de mentalidad tradicionalmente conservadora. Donde viven 110.00 personas que reciben a dos millones de turistas al a?o. Donde las zonas v¨ªrgenes en la costa son ya casi inexistentes entre hoteles y puertos deportivos y el interior empieza a estar amenazado. Y la resistencia que tanto sorprende ahora no es m¨¢s que un hartazgo colectivo sin siglas pol¨ªticas, un sentimiento popular m¨¢s generalizado que manifestado ("que aqu¨ª luego todo se sabe y quien m¨¢s y quien menos depende de los poderes imperantes") de que la gallina de los huevos de oro se va a terminar por devorar as¨ª misma dejando una estela de destrucci¨®n en la isla.

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