Reflexiones sobre el actual debate educativo
Las personas realmente preocupadas por la educaci¨®n, que somos muchas, siempre hemos deseado que los temas educativos ocupen el centro del debate social, pero nuestro inter¨¦s porque la educaci¨®n pase al primer plano de la agenda pol¨ªtica nada tiene que ver con el protagonismo que ha tomando durante la tramitaci¨®n parlamentaria de la LOE y muy especialmente a ra¨ªz de la manifestaci¨®n que se celebr¨® el pasado 12 de noviembre. El planteamiento del debate se ha situado, al menos en t¨¦rminos de opini¨®n p¨²blica, en torno a la asignatura de religi¨®n cat¨®lica y a la libertad de elecci¨®n de centro.
Los sucesivos informes elaborados por la OCDE y el m¨¢s reciente de la Uni¨®n Europea dicen muchas cosas sobre nuestro sistema educativo, pero entre todas cabr¨ªa destacar: las bajas tasas de ¨¦xito y el alto porcentaje de abandono escolar en comparaci¨®n con los pa¨ªses de referencia.
Si esto es lo que nos dicen los informes internacionales, a los que nadie ha restado valor, cabe preguntarse qu¨¦ tienen que ver la asignatura de religi¨®n y la libertad de elecci¨®n de centro con estos resultados. Para nosotros, nada. A nuestro modo de ver, que Espa?a presente unos datos manifiestamente mejorables se debe a una combinaci¨®n de viejos y nuevos problemas que amenaza con ser explosiva: la progresiva p¨¦rdida de valor de la educaci¨®n como mecanismo de movilidad social; la escasa importancia que la sociedad y los poderes p¨²blicos le otorgan a la educaci¨®n; el sistema de valores imperante que se transmite a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n; una insuficiente financiaci¨®n que se ha convertido en end¨¦mica; la cada vez menor implicaci¨®n de las familias en el proceso formativo de sus hijos; la baja consideraci¨®n que se tiene de la labor que desempe?an los docentes y el escaso apoyo que se les presta en su actividad en el aula; los limitados recursos de los que disponen los centros y su encorsetada capacidad de gesti¨®n; la ausencia de estrategias para afrontar la heterogeneidad del alumnado y los fen¨®menos recientes como el de la escolarizaci¨®n de hijos e hijas de inmigrantes...
Por tanto, para nosotros, el centro del debate deber¨ªa recaer en c¨®mo conseguir mejores resultados (j¨®venes mejor formados y con valores c¨ªvicos m¨¢s s¨®lidos) en condiciones cada vez m¨¢s complejas.
Para colocar el debate educativo en el lugar en que debe estar y, sobre todo, para buscar f¨®rmulas mancomunadas para resolver los problemas que tenemos planteados, es necesario dotarse de referencias dif¨ªcilmente cuestionables, que nos ofrezcan un lugar en el que todos nos reconozcamos porque gocen de una autoridad moral, institucional y cient¨ªfica indiscutible.
Los firmantes del presente art¨ªculo creemos que existen, cuando menos, dos referencias que en nuestra opini¨®n re¨²nen las condiciones antes citadas y que, de haber recurrido a ellas, nos hubieran permitido conducir la pol¨¦mica educativa por derroteros m¨¢s edificantes. La primera ser¨ªa La declaraci¨®n conjunta en favor de la educaci¨®n que suscribi¨® un amplio y heterog¨¦neo grupo de organizaciones en 1997, bajo los fruct¨ªferos auspicios de la Fundaci¨®n Encuentro que preside Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Patino.
La segunda, los informes de la OCDE. La val¨ªa y utilidad de estos informes radica en que nos se?alan, sin elementos contaminantes, las pautas que deber¨ªamos seguir.
La declaraci¨®n conjunta nos aporta dos cuestiones incontrovertibles que hubieran sido de gran utilidad. La primera, que fue refrendada por la inmensa mayor¨ªa de las organizaciones representativas de la comunidad educativa que hoy aparecen enfrentadas; la segunda, su contenido. En ¨¦l se encuentra el denominador com¨²n en el que se reconocen organizaciones tan plurales como las que lo suscribieron y que, en esencia, se expresa en el reconocimiento de "la educaci¨®n como un servicio p¨²blico y de inter¨¦s social que integra tanto a la ense?anza p¨²blica como a la concertada". Junto a esta declaraci¨®n de principios, el documento se pronuncia sobre la ense?anza secundaria, la formaci¨®n profesional, el papel de los docentes, la financiaci¨®n del sistema, etc¨¦tera.
En lo tocante a los informes promovidos por la OCDE (informes PISA), sus principales aportaciones las encontramos en las conclusiones que se desprenden al analizar los pa¨ªses que mejores resultados escolares obtienen.
Los expertos que elaboran los informes PISA, con su coordinador Andreas Schleicher a la cabeza, afirman que los pa¨ªses que mejores resultados obtienen son aquellos que consideran al ni?o/a y a los j¨®venes como el centro del proceso educativo y que vuelcan todas las estrategias formativas para conseguir su ¨¦xito y su mejor integraci¨®n en la sociedad; son aquellos que le dan un gran valor e importancia a la educaci¨®n; que animan, y en algunos casos incluso incentivan, la implicaci¨®n de las familias en la educaci¨®n escolar de sus hijos; que le dedican un notable volumen de recursos p¨²blicos; que le dan una gran importancia al papel de los docentes; que conf¨ªan en la autonom¨ªa de los centros...
Uno de los ejemplos m¨¢s relevantes, por destacar en todas las materias evaluadas, lo tenemos en Finlandia. En este pa¨ªs el sistema educativo goza de una alta consideraci¨®n social que se expresa en medidas tales como que su gasto educativo es el 6,24% de su PIB; la escuela p¨²blica es muy mayoritaria; la instituci¨®n escolar se entiende como una comunidad de aprendizaje; existe una gran descentralizaci¨®n administrativa que se complementa con una importante autonom¨ªa de los centros; la ratio profesor-alumno es baja; existe un tratamiento de la diversidad por intereses; se tiene un gran respeto y estima hacia los docentes medidos en la fuerte formaci¨®n que ¨¦stos reciben y en el hecho de que a los m¨¢s competentes se les sit¨²a en los primeros cursos de primaria; los centros est¨¢n dotados de enfermer¨ªas pedi¨¢tricas, de psic¨®logos y trabajadores sociales y se da una orientaci¨®n escolar efectiva; tienen una importante red de bibliotecas escolares atendida por personal especializado...
En estas condiciones no es extra?o que alcancen los resultados de los que da cuenta la OCDE y basta con comparar nuestra situaci¨®n con la suya para deducir con facilidad cu¨¢les son nuestras carencias y, en consecuencia, d¨®nde deber¨ªamos actuar.
?Por qu¨¦ en lugar de recurrir a estos referentes el Ministerio de Educaci¨®n alent¨® un nuevo acuerdo de la comunidad educativa y no us¨® las conclusiones del informe PISA para fundamentar las propuestas que contiene su nuevo proyecto de ley?
La raz¨®n de que se haya transitado por senda tan sinuosa la encontramos en la concurrencia de diversos factores: la escasa experiencia pol¨ªtica y la limitada capacidad de liderazgo de quien encabeza el equipo ministerial; la ausencia de contrapesos desde la comunidad educativa de car¨¢cter progresista que deb¨ªan haber forzado al ministerio a recorrer otro camino y el inter¨¦s de las organizaciones conservadoras, con la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y el Partido Popular a la cabeza, de aprovechar la nueva coyuntura pol¨ªtica para elevar el list¨®n de sus reivindicaciones y desgastar al Gobierno.
Cuando el grupo parlamentario socialista tom¨® las riendas de la negociaci¨®n el desaguisado ya era considerable. En efecto, el Ministerio de Educaci¨®n hab¨ªa conducido el proceso con tan poco pulso que quienes quisieron aprovecharse de la sensaci¨®n de desgobierno en beneficio propio encontraron el terreno abonado.
As¨ª las cosas, es posible que, al menos por un tiempo, algunas organizaciones de las que protagonizaron la manifestaci¨®n del 12-N sigan haciendo ruido, y es posible que las Cortes Generales aprueben la LOE con el ¨²nico voto en contra del PP. En todo caso, el riesgo de que la nueva ley educativa no sirva realmente para cambiar el actual estado de nuestra educaci¨®n es un riesgo cierto. Todo depender¨¢ de que una vez aprobada la ley se d¨¦ un fuerte impulso a las pol¨ªticas educativas que deben desarrollarla. Alguna de las cuestiones pendientes tienen tanta enjundia como la misma ley, nos estamos refiriendo a temas como la autonom¨ªa de los centros, al gobierno de los mismos, a la configuraci¨®n de la carrera profesional de los docentes, a los dise?os curriculares...
Tomar la iniciativa pol¨ªtica, generar nuevas ideas y propuestas abri¨¦ndose al debate y buscando el m¨¢ximo consenso, es decir, gobernar, es la mejor manera de superar el debate est¨¦ril y paralizante en el que nos encontramos. Aprovechar los dos a?os que quedan de legislatura para que ¨¦sta no est¨¦ perdida para la educaci¨®n es la responsabilidad de ahora.
(*) C¨¦sar Coll (catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad de Barcelona), Ricardo Santos (ex presidente de Educaci¨®n del CSI-CSIF), J. Manuel P¨¦rez (director del Instituto Campoamor de M¨®stoles), Francisca Maj¨® (experta en Educaci¨®n Infantil), Fernando Lezcano (profesor de secundaria), Antonio Huertas (catedr¨¢tico de Filosof¨ªa), J. A. Planas (profesor de la Universidad de Zaragoza. Presidente de la Asociaci¨®n de Orientadores y Psicopedagogos de Espa?a), Jaime Ruiz (maestro. Presidente de la Asociaci¨®n para la Cultura y la Educaci¨®n -ACE-), Manuel D¨ªos Diz y Calo Iglesias D¨ªaz (ambos ex dirigentes sindicales de la CIG), Jos¨¦ Luis Gordo y Julio Rogeros (profesores de secundaria y miembros de los Movimientos de Renovaci¨®n Pedag¨®gica
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