Europa y el mundo musulm¨¢n
La crisis que se ha generado en torno a las caricaturas del profeta Mahoma exige una reflexi¨®n que, en mi opini¨®n, no puede quedar reducida a la cuesti¨®n de la libertad de expresi¨®n enfrentada a la asunci¨®n de una cultura de la s¨¢tira y la caricatura. Ante dicha dualidad no ser¨ªa necesario plantearse ninguna compleja tesitura. Tampoco creo que el fundamento clave est¨¦ en la sacralidad o intocabilidad del hecho religioso (aunque existan dobles raseros, ya que el peri¨®dico dan¨¦s rechaz¨® hacer el mismo "experimento" con Jesucristo) porque tambi¨¦n existe el derecho de los no creyentes a no verse constre?idos por creencias que no comparten. Pero lo que ha convertido en un polvor¨ªn indeseado la publicaci¨®n del peri¨®dico dan¨¦s Jyllands-Posten es el car¨¢cter islamof¨®bico y la incitaci¨®n al odio en que fatalmente iba a derivar la representaci¨®n del fundador del islam como terrorista. La naturaleza del mensaje es evidente: si el fundador de esa comunidad es un terrorista, todos sus miembros lo son.
Se transmite as¨ª un peligroso mensaje que estigmatiza y humilla a una parte muy importante de la humanidad. A partir de ah¨ª la cuesti¨®n no es religiosa, es pol¨ªtica, porque concierne a algo tan detestable como el racismo y la xenofobia. Y con respecto a esto s¨ª que la libertad de expresi¨®n no puede ser un valor absoluto que, desprovisto de todo sentido de la responsabilidad, se convierta en el abuso de ese privilegio. Poco importa en esta cuesti¨®n si hay reg¨ªmenes desp¨®ticos en el mundo musulm¨¢n donde no se respetan los derechos propios o de los otros, si un presidente en Ir¨¢n no cesa de decir aberraciones, o si existen grupos terroristas que s¨®lo representan a una minor¨ªa. La existencia de esas realidades no puede servir de argumento para justificar ning¨²n racismo ni intolerancia porque su objetivo son civiles, individuos, seres humanos que adem¨¢s de tener que soportar esas situaciones de opresi¨®n e injusticia son objeto del insulto, la ofensa y la inferiorizaci¨®n.
Lo realmente sorprendente de toda esta cuesti¨®n es que, lejos de reparar y pensar en estos t¨¦rminos, haya prevalecido la fibra emocional que parece activarse autom¨¢ticamente cada vez que el islam irrumpe en el debate europeo y que arrastra a actitudes de afirmaci¨®n antes que nada antiisl¨¢micas. Y esa reacci¨®n llev¨® a una insensatez que arroj¨® m¨¢s le?a al fuego: la impresi¨®n de las caricaturas por otros medios de prensa europeos; lo cual indirectamente signific¨®, cuando menos, no ponderar el alcance del discurso islamof¨®bico de las mismas. No dudo en absoluto de que esos medios respetables pensasen sinceramente que estaban defendiendo la libertad de expresi¨®n, pero hay que indicarles que han sufrido un espejismo y han dado impl¨ªcitamente alas al pensamiento de una extrema derecha europea en auge que de ser gen¨¦ricamente xen¨®foba est¨¢ deviniendo en espec¨ªficamente islam¨®foba. V¨¦anse algunas actitudes y declaraciones de esos grupos, con la del ya ex ministro italiano Roberto Calderoli de la Liga Norte como guinda.
Desde que se desencaden¨® la crisis ha faltado un criterio que fuese tan claro en la defensa de la libertad de expresi¨®n como en la denuncia incontestable del mensaje islamof¨®bico que se transmit¨ªa, apelando a que la incitaci¨®n al odio y la xenofobia no tienen cabida alguna en el sistema europeo de valores democr¨¢ticos. Eso hubiese favorecido una reconciliaci¨®n ¨¦tica con todos los musulmanes ofendidos por esas caricaturas y podr¨ªa haber contribuido a apaciguar los ¨¢nimos.
Sin embargo, lo que tengo por seguro es que la peor manera de afrontar esta situaci¨®n es canalizarla en t¨¦rminos exclusivamente religiosos. Europa no necesita ninguna ley contra la blasfemia, ni claudicar ante instituciones religiosas musulmanas (o de cualquier otra religi¨®n) ultraconservadoras para blindar el derecho a la cr¨ªtica y el librepensamiento en t¨¦rminos de religi¨®n. Europa necesita, en cambio, reconocer un problema creciente que se llama islamofobia y tomar las medidas necesarias, pol¨ªticas y sociales, para atajar este nuevo racismo. Todas las llamadas de atenci¨®n contenidas en los informes del Centro de la Uni¨®n Europea contra el Racismo y la Xenofobia, alertando y proponiendo toda una serie de iniciativas para atajar el constatado crecimiento de la islamofobia, han ca¨ªdo en saco roto. Con ello, se va permitiendo un sentimiento de desculpabilizaci¨®n social al respecto, de manera que la situaci¨®n va pareci¨¦ndose a esa otra brutalidad racista que desemboc¨® en el antisemitismo.
Las reacciones violentas que se han generado en algunas geograf¨ªas del mundo musulm¨¢n son injustificables y condenables (y una gran mayor¨ªa de musulmanes as¨ª las ha considerado), si bien tambi¨¦n hay que se?alar que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses musulmanes, y en Europa todas, han sido reacciones indignadas, pero pac¨ªficas, con un uso correcto de la libertad de expresi¨®n y la utilizaci¨®n del derecho a la denuncia ante los tribunales. Esto no debe impedirnos valorar el contexto en el que se ubica esta crisis y el alcance irresponsable de la provocaci¨®n. No es lo mismo echar gasolina sobre un suelo de cemento que sobre un fuego desatado. Y ¨¦sa es la situaci¨®n que se vive en el Gran Oriente Medio: la violenta ocupaci¨®n de Irak y Palestina, Guant¨¢namo, Abu Ghraib, la justificaci¨®n de la tortura y el secuestro, el apoyo occidental a las dictaduras y los reg¨ªmenes autoritarios, la corrupci¨®n institucionalizada.... Hay muchos seres humanos en esa parte del mundo a quienes no se considera ni trata como tales, y adem¨¢s se les insulta y ofende colectivamente.
Y no deja de ser significativo ver tambi¨¦n c¨®mo en esa geograf¨ªa se han empezado a quemar banderas europeas y a agredir algunas de sus embajadas, cuando era una realidad que hasta ahora s¨®lo afectaba a EE UU. Es cierto que en algunos de esos casos la cuesti¨®n se ha manipulado claramente para "saldar cuentas" con la pol¨ªtica europea, aunque no en todos. Pero en cualquier caso es signo de que, en efecto, Europa se est¨¢ implicando m¨¢s en esa regi¨®n en t¨¦rminos pol¨ªticos. Esto no ser¨ªa en absoluto negativo si esa pol¨ªtica europea fuese capaz de aportar racionalidad y sensatez a los conflictos que hay en la regi¨®n, y no simplemente actuar como subsidiaria de la pol¨ªtica estadounidense. Lo que tendr¨ªa que traducirse en un apoyo estricto al Estado de derecho y en una oposici¨®n firme contra la violaci¨®n de las convenciones internacionales (Guant¨¢namo, torturas, c¨¢rceles clandestinas, secuestros, traslados en vuelos secretos).
En el caso de Palestina hay que dar una oportunidad al nuevo proceso en ciernes, que cuenta con muchas posibilidades de acabar con la estrategia de la violencia si a Israel tambi¨¦n se le pide que contenga su propia violencia y acepte el principio de la negociaci¨®n. Si se conoce la enorme influencia que ejerce la cuesti¨®n palestina en todo el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, se deber¨ªa valorar el impacto tan positivo que significar¨ªa para todo el universo islamista ver que Hamas, el gran s¨ªmbolo, acaba negociando con Israel. Es en lograr esto donde se deben hacer todos los esfuerzos con respecto a las dos partes. Y con respecto a Ir¨¢n, se deber¨ªan desterrar todas las opciones militares, de resultados siempre tan catastr¨®ficos, y m¨¢s a¨²n cuando Ir¨¢n no ha violado hasta ahora ninguna ley internacional. La historia nos muestra sobradamente que sucumbir a la aplicaci¨®n de sanciones es por completo contraproducente e ineficaz. Las sanciones s¨®lo refuerzan a los reg¨ªmenes autoritarios y castigan de manera inhumana a las poblaciones aumentando su sentimiento antioccidental, de injusticia y humillaci¨®n. Tres peligrosos componentes que hay que contribuir a hacer desaparecer en esta parte del mundo.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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