Del susurro de La Negra al grito de Cort¨¦s

Del susurro al grito. El susurro es La Negra, reci¨¦n estrenado disco que se titula igual, con su nombre art¨ªstico. Una voz para la intimidad, que hace del susurro una obra de arte. La Negra, en verdad, en verdad, no canta, dice la canci¨®n con voz apagada, muy suspirada, a veces no m¨¢s de un susurro.

As¨ª va desgranando una letan¨ªa de temas bastante parecidos, pues los autores son siempre los mismos: Fraskito y ella, que se compenetran muy bien. La Negra se siente a gusto en ese tipo de canciones, aunque no se sienta a gusto en el escenario porque, evidentemente, le faltan tablas. Pero capea el temporal poniendo mucha melod¨ªa y buen gusto en lo que hace. Inevitable, Antes o Dime pronto son s¨®lo tres de la docena larga de t¨ªtulos que cant¨®.

En el polo opuesto est¨¢ Montse Cort¨¦s, que hace del grito pelao su herramienta de trabajo. Cantaora ya de larga trayectoria, cuya ¨²ltima andadura flamenca la hizo formando parte del grupo de Paco de Luc¨ªa, La rosa blanca es su m¨¢s reciente disco, en el que nos da su personalidad m¨¢s acusada. La personalidad de una cantaora festera cien por cien, que otros palos apenas s¨ª los toca. Y sin embargo me parece que lo mejor que hizo esta noche -y lo mejor que se oy¨® en todo el concierto- fue su cante por sole¨¢. Un cante cuajado de flamencura, lleno de quej¨ªos jondos de la mejor ley.

De fuste

Pero -dec¨ªamos- su herramienta de trabajo es el grito pelao. Ah¨ª Montse Cort¨¦s tuvo m¨²ltiples ocasiones de lucimiento, con buler¨ªas y tangos a tope. Parec¨ªa que la cantaora cog¨ªa siempre el mismo tren, pero desde luego no era as¨ª. Cada cante ten¨ªa su aire bien marcado, su raz¨®n de ser cantaora, y los compases de tangos y buler¨ªas surg¨ªan con rigor en el devenir de la noche, con un p¨²blico entregado que aplaudi¨® mucho esos ritmos ligeros y llenos de jondura. Montse Cort¨¦s se revelaba como una festera de mucho fuste, si es que antes no lo hab¨ªa demostrado sobradamente.

Su acompa?amiento fue muy bueno para la clase de cante que estaba haciendo. Un Diego el Morao conduciendo el cotarro con eficacia bien probada, brillante en todo momento. Con ¨¦l como segunda guitarra Eduardo Cort¨¦s, m¨¢s el bajo de Alain P¨¦rez y el caj¨®n de Pira?a, hicieron un mundo musical muy neto y acompasado. En este acompa?amiento hay que incluir los coros -A. Campos, Miguel, Genara Cort¨¦s y Luisi Carmona- que tuvieron asimismo una l¨²cida comparecencia.