Diane Arbus: la pesadilla americana
El d¨ªa que la encontraron sin vida en la ba?era de su casa en Nueva York, corri¨® el rumor de que hab¨ªa montado un tr¨ªpode y una c¨¢mara para tomar fotos de su muerte. La noche anterior se hab¨ªa despedido de sus dos amigas, Nancy y Anita, despu¨¦s de haberse comido un pollo asado entero, como si horas despu¨¦s el mundo fuera a ejecutarla con la pena capital. Pero Diane Arbus, como en todo, se hab¨ªa adelantado. Primero se tom¨® una sobredosis de barbit¨²ricos y despu¨¦s se cort¨® las venas. Ten¨ªa 48 a?os. Poco antes, y unas calles m¨¢s abajo, Mark Rothko se hab¨ªa quitado la vida de la misma forma. Una muerte miserable. Al funeral s¨®lo acudieron sus hijas, Doon y Amy, su ex marido, Allan Arbus, y algunos amigos, entre los que se encontraban Richard Avedon y Frederick Eberstadt. Durante la misa, Avedon murmur¨®: "?C¨®mo me gustar¨ªa ser un artista como Diane!". Eberstadt le respondi¨®, con otro susurro: "No, no te gustar¨ªa".
DIANE ARBUS. 'Revelaciones'
'Revelaciones'
CaixaForum
Avenida del Marqu¨¦s
de Comillas, 6-8. Barcelona
Hasta el 14 de mayo
Cuando fotografiaba, Diane Arbus era una mujer decidida, una de las pocas artistas que cre¨ªa con devoci¨®n que la fotograf¨ªa pod¨ªa llevar la carga de retratar la belleza oscura, la irrevocable soledad y alienaci¨®n humanas, pero tambi¨¦n la rebeld¨ªa. Cuando no trabajaba, se transformaba en una mujer vulnerable, angustiada y a veces temeraria. El menor contratiempo pod¨ªa hundirla en el agujero negro. Consciente de su fragilidad, Diane decidi¨® unir sensibilidad y acci¨®n, perseguir con el objetivo los rostros heroicos de aquellas gentes que viv¨ªan en los intersticios del sue?o americano; o mejor, en las pesadillas: enanos y gigantes, idiotas, contrahechos, drag queens y prostitutas.
Como fot¨®grafa, Arbus hab¨ªa crecido en el mundo de la moda y del glamour -su padre, un jud¨ªo de ascendencia polaca, era comerciante de prendas de piel-, pero su m¨¢s certera lecci¨®n la tom¨® en la calle, en el terrain vague de la gran ciudad. All¨ª fue donde se inspir¨® y form¨® su estilo duro e inquietante. Como Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, su libro de cabecera, Diane Arbus se preguntaba qu¨¦ era normal y qu¨¦ no lo era: ?qu¨¦ era animal y qu¨¦ humano?, ?qu¨¦ era verdadero y qu¨¦ fruto de la imaginaci¨®n? Decidi¨® buscar la respuesta en la elocuente excentricidad de los "sujetos negados", mostrar lo terriblemente refinado que puede ser lo grotesco, y hasta lo abyecto. Arbus veneraba la sensualidad -y la sacralidad- de aquellos reinos extra?os. La misma vena rab¨ªnica que mostr¨® Rothko: "Sin monstruos, sin dioses, el arte no puede interpretar nuestro drama", dijo una vez el pintor.
La Fundaci¨®n "la Caixa" propone un completo itinerario por los secretos revelados de Diane Arbus (Nueva York, 1923-1971) a trav¨¦s de 200 im¨¢genes rescatadas de colecciones p¨²blicas y privadas de todo el mundo, muchas de las cuales se exponen por primera vez en Espa?a, como Gigante jud¨ªo en casa con sus padres en el Bronx, Nueva York (1970) o Gemelas, Roselle, Nueva Jersey (1967). Fiel al esp¨ªritu pedag¨®gico de la entidad barcelonesa, la exposici¨®n permite conocer las tablas de Arbus: un montaje de derroche teatral explica su m¨¦todo de trabajo y sus influencias intelectuales a trav¨¦s de sus fotos, hojas de contactos, dos c¨¢maras (la Leica, que utiliz¨® hasta 1962, y una Rolleiflex, que daba m¨¢s refinamiento a la imagen), cartas y cuadernos de notas.
El primer encuentro de Diane Arbus con lo siniestro fue a los siete a?os, mientras paseaba con su institutriz francesa por una antigua reserva de agua rodeada de chabolas de hojalata en Central Park. "Para m¨ª fue una imagen imborrable, contemplar otro mundo de la mano de la ni?era". A?os despu¨¦s, confesar¨ªa que "una de las cosas que padec¨ª en mi infancia fue la carencia de adversidad. Me sent¨ªa segura de forma irreal, sab¨ªa que lo era y, por absurdo que parezca, la sensaci¨®n de ser inmune me resultaba dolorosa".
Diane hac¨ªa interminables
viajes por la red de metro para observar a los pasajeros, recorr¨ªa los lugares de Coney Island donde se ensayaban espect¨¢culos circenses -el hombre con tres piernas, la mujer sin cabeza- y hoteles de mala muerte. A veces segu¨ªa a alguien que hab¨ªa despertado su inter¨¦s y llegaba a un acuerdo con ¨¦l para que posara. Coleccionaba recuerdos de exhibicionistas, visitaba morgues. El terror la enardec¨ªa. Y cuando no encontraba lo que buscaba en la realidad, recurr¨ªa a los sue?os de la raz¨®n de otros: los retratos de Goya de monstruos amenazantes, enanos gibosos y demonios. Junto a su cama, ten¨ªa una pizarra donde anotaba lo que quer¨ªa fotografiar: "Crematorio de animales de compa?¨ªa, hospital de mu?ecas de Nueva York, hospicio de Manhattan, hotel en ruinas, Anne Bancroft en El milagro de Ana Sullivan". "Los monstruos nacen con traumas y pasan la prueba de la vida. Son arist¨®cratas", sol¨ªa decir.
De Robert Frank le conmov¨ªa su desaf¨ªo a la complacencia moral de la Am¨¦rica idealizada; de Louis Faurer aprendi¨® su falta de "elegancia" y sus experimentos con escalas, luces y sombras exageradas, un estilo que despu¨¦s se conocer¨ªa como la "est¨¦tica de la instant¨¢nea". Y de Alexey Brodovitch, director art¨ªstico de Harper's Bazaar, jam¨¢s olvid¨® su consejo: "Si ves algo que has visto antes, no aprietes el disparador". Pero lo que verdaderamente le inspir¨® fueron las palabras de Balzac acerca del, entonces, innovador medio: "En su estado natural, todo ser humano est¨¢ hecho de una serie de im¨¢genes superpuestas que la c¨¢mara quita una a una".
Diane Arbus no se trat¨® con ninguna de sus contempor¨¢neas -Margaret Bourke-White, Eve Arnold, Inge Morath- pero s¨ª se propuso superar a los fot¨®grafos de lo prohibido y aberrante como Bellocq (con sus im¨¢genes de prost¨ªbulos en Nueva Orleans), Brassa? (los caf¨¦s y burdeles de Par¨ªs) o las escenas de sangre y violencia del sensacionalista Weegee.
De la fotograf¨ªa Gigante..., Arbus escribi¨®: "Cuando las mujeres est¨¢n encinta suelen tener pesadillas, suelen so?ar que su beb¨¦ es un monstruo. Creo que consegu¨ª captar esa expresi¨®n en la cara de la madre cuando contempla a Eddie y piensa, ?Oh, Dios, no!". Retrat¨® a personajes famosos, como Borges, Natalie Sarraute o Norman Mailer.
La primera exposici¨®n de Diane Arbus en una galer¨ªa de arte fue en 1969, dos a?os despu¨¦s de la hist¨®rica New Documents, organizada por John Szarkowski en el MOMA, donde se incluyeron algunos trabajos suyos. El ¨²nico comprador fue un fot¨®grafo llamado Bevan Davies, que adquiri¨® dos por 150 d¨®lares. El pasado mes de noviembre, Sotheby's subast¨® el Gigante por 262.000 d¨®lares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.