Tres nuevas narradoras
EL MEJOR novelista venezolano es una escritora, Teresa de la Parra (1895-1936), cuya Memorias de Mam¨¢ Blanca parece escrita por la hermana de Proust, con m¨¢s humor y desde el huerto propio. Y el mejor novelista colombiano es hoy otra escritora, Laura Restrepo, de estirpe cervantina, aunque en su Delirio la locura es una errancia sin retorno a casa. Entre Venezuela y Colombia las escritoras no s¨®lo demuestran su capacidad de mirarle la cara a la violencia y dialogar con ella, sino de construir la experiencia de la mujer en un espacio de debate liberado de las trincheras al uso y abierto por la imaginaci¨®n. Tres narradoras han debutado en 2005, y sus primeros libros no han pasado inadvertidos en sus pa¨ªses. Merecen el turno del di¨¢logo.
?Murci¨¦lago o mariposa? (Caracas, F & L), primera novela de la venezolana Helena Arellano, m¨¢s que una pregunta es una sentencia: todo ha sido escrito sobre el amor desigual salvo su comedia gentil. La narradora le pinta canas al amante poco ideal y le hace leer su informe ir¨®nico. En su l¨¢nguido retiro, el viejo saurio se despide a nombre de la ret¨®rica. Si todo se decide en la lectura, la novela lee otras novelas mientras se desarrolla, en di¨¢logo consigo misma. Lee, por ejemplo, El huerto de mi amada, de Alfredo Bryce Echenique, esa comedia del amor sin edad, no sin esc¨¢ndalo social. ?Murci¨¦lago o mariposa? incluye su propio comentario y escapa siempre al mapa social, libre entre los libros. No menos elocuente es el an¨¢lisis que la narradora y la novela hacen de ellas mismas, una en el espejo de la otra. S¨®lo que la voz del presente y el tiempo recontado se entrecruzan en la p¨¢gina excusando la memoria en la escritura; y traman, as¨ª, el lugar del lector en la amistad aliviada por la inteligencia mutua. Esta diestra novela breve se debe a esa larga simpat¨ªa.
De esta agua no beber¨¦ (Ediciones B, Bogot¨¢) est¨¢ hecha de mensajes cruzados entre sus personajes, sujetos de la tecnolog¨ªa electr¨®nica, los alrededores del poder y el malestar del descreimiento mutuo. Margarita Posada, periodista colombiana, debuta con esta novela coloquial y vibrante, cuyo personaje, Ana Cristina, recorre el paisaje de la clase dominante a favor del azar, la aventura y la cr¨ªtica. Se trata de un azar asociativo: la historia coincide con otra historia que se desata en otra parte, y ¨¦sta a su vez coincide con otra m¨¢s. As¨ª, la novela es el mapa afectivo del desenga?o colectivo, la cr¨®nica de las transiciones infelices entre la infancia sintom¨¢tica y la juventud irredenta. El yo nace, por eso, en el aprendizaje del menoscabo. Es notable el humor vital de ese trayecto, desencadenado por el espl¨¦ndido coloquio del relato. Se trata de una conversaci¨®n permanente que ocupa todos los registros de la escritura como un alegato de la voz, de su intimidad, capacidad de registro y voluntad de entender. Una voz que humaniza el fin del mundo colombiano y su sonambulismo moral.
Exceso de equipaje (Monte ?vila, Caracas), la primera colecci¨®n de relatos de la periodista y editora venezolana Mar¨ªa ?ngeles Octavio es una gu¨ªa de caminos sin retorno: una mujer viaja con sobrepeso, s¨®lo que al abrir sus maletas los vigilantes descubren que el mayor peso es el vac¨ªo. Estas trampas sin fondo son la iron¨ªa fant¨¢stica que sorprende en estos cuentos de agon¨ªa urbana y rebeld¨ªa met¨®dica. El hueco del ascensor, en otro relato, alegoriza la conciencia mutilada: el cuerpo cae como la autoconciencia ciega. En estas p¨¦rdidas, las inversiones par¨®dicas predominan: la mujer moderna (libre) es la m¨¢s tradicional (sierva) porque su pareja prolonga la adolescencia del desapego. Si la conciencia es un hoyo negro y la experiencia una valija vac¨ªa, el equipaje es un exceso de nada. Una sociedad sin salidas, le asigna ese viaje sin futuro en la ciudad sin moral adulta. Por eso, la traductora atacada y devorada sabe que es carne del matadero, y que el canibalismo diario es intraducible. En mujer de "Madriguera" rinde su cuerpo destazado al carn¨ªvoro. Y otra mujer, no menos asaltada, le da una cita al ladr¨®n para que la robe con provecho. El hiperrealismo de este libro es de horror certero y valor cierto.
Julio Ortega es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Brown (Estados Unidos).
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