Descubridora de secretos

Ninguno de los relatos que componen el primer libro de ficci¨®n de Berta Mars¨¦ (Barcelona, 1969) le presta su t¨ªtulo. Tal vez porque en todos los cuentos alienta una especie de perturbaci¨®n, de alteraci¨®n del orden familiar establecido acorde con su t¨ªtulo. En jaque se abre con una cita de Ch¨¦jov que muestra a las claras el horizonte moral que enfila. La cita hace referencia a los secretos inescrutables que se esconden detr¨¢s de cualquier familia. Claro que las que recrea Berta Mars¨¦ no son cualquier familia. El calado de sus secretos as¨ª lo demuestran.

El primer cuento, La tortuga,

se resuelve en unas pocas l¨ªneas. Es, junto con Origen, un relato narrado en primera persona. Bien podr¨ªamos, por tanto, desconfiar de la revelaci¨®n del narrador-protagonista. Pero algo hace que lo aceptemos. Es esa l¨ªnea de sombra instant¨¢nea, inesperada, que los buenos cuentistas saben dibujar como para que no nos neguemos a la evidencia. Una ni?a, un padre, gente a su alrededor que transige con lo insospechado. Se me han quedado grabados cuatro cuentos m¨¢s del libro, La diva y la peluquera, Primer amor, Pirag¨¹ismo (placeres adultos) y La concha m¨¢gica. Cualquiera de los cuatro los hubiera elegido para t¨ªtulo del libro. El primero trata del secreto que lleva uno mismo sin saberlo, esa posibilidad del salto a lo sublime desde la m¨¢s mediocre existencia. La descripci¨®n de esa lucha dial¨¦ctica entre una peluquera y una diva del Liceo me record¨® por momentos a esa otra lucha entre la protagonista y su contrincante en La balada del caf¨¦ triste de Carson McCuller. Y el descubrimiento final, esa aria redentora haciendo estragos en el coraz¨®n de un alma anodina. Primer amor es uno de esos cuentos que necesitan mucho oficio e inspiraci¨®n para trasladarle al lector el tama?o de los sentimientos que se barajan desde el principio hasta el final. Hay que gozar de cierta infalibilidad. No equivocarse ni equivocar al lector. La compasi¨®n, el ego¨ªsmo, la inmensa tristeza de un triunfo incomprensible, es lo que se representa con esa certeza narrativa que otorgan ser due?o de una buena historia y de una sobresaliente resoluci¨®n. Pirag¨¹ismo y Origen son dos relatos de calibre similar, no en su arquitectura pero s¨ª en su trasfondo moral. El segundo se comunica con el primero de los relatos del libro: conf¨ªan su revelaci¨®n a la devastadora consecuencia de una mirada. La concha m¨¢gica es un alarde de puesta en escena. Nadie conoce en el cuento exactamente lo que tendr¨ªa que conocer, excepto su peque?a v¨ªctima, y el lector. El m¨¢s puro mal, como lo entendi¨® Henry James y como lo entiende en cine David Lynch. En jaque es un excelente libro de cuentos. Con una escritura sobria, por momentos notarial (aunque no exenta de cierto sentido t¨¢ctil, auditivo, como podr¨¢ comprobar el lector en esa descripci¨®n del sonido de unos dados en el cubilete y la depresi¨®n que ello ocasiona a la protagonista), abierta s¨®lo al sentimiento exacto, a la sonrisa necesaria y fugaz, y que a la vez alberga una inteligencia perfectamente engrasada para las radiograf¨ªas humanas menos complacientes. Un par de libros como ¨¦ste y Berta Mars¨¦ no tendr¨¢ ning¨²n problema para codearse con Soledad Pu¨¦rtolas, Cristina Fern¨¢ndez Cubas o Almudena Grandes.