La mejor plaza de la sierra

Hace ahora medio siglo, Cela pint¨® Riaza como "un pueblo grandecito, famoso por sus truchas, de las que los riazanos est¨¢n tan orgullosos que, no bast¨¢ndoles con verlas en el plato, las llevaron al escudo".

Hoy sigue siendo un pueblo hermosote, de algo m¨¢s de 2.200 habitantes, que mantiene con orgullo al salm¨®nido en su blas¨®n, pero que en cuesti¨®n de platos no le ha quedado otra que decantarse por los asados de cordero y cochinillo, porque si hubiese que abastecer de truchas del r¨ªo Riaza a los 18 restaurantes del lugar aquello ser¨ªa un genocidio pisc¨ªcola.

La plaza Mayor tiene forma de l¨¢grima, rodeada de soportales, con 97 columnas de piedra o madera y, en el centro, un redondel de arena donde se celebran las corridas de toros. En la punta fina de la plaza, a espaldas del Ayuntamiento, se yergue la iglesia de Nuestra Se?ora del Manto, un templo de trazas g¨®tico-renacentistas que alberga un peque?o museo de arte sacro. Eso, y un par de casas nobles que pueden verse en la calle de la Iglesia, completan el cap¨ªtulo monumental de una villa que no debe su ¨¦xito tur¨ªstico a las viejas piedras, sino a los asadores y a los atractivos de su entorno, entre los que destaca la estaci¨®n de esqu¨ª de La Pinilla, a nueve kil¨®metros de Riaza.

Algo m¨¢s cerca, a cuatro kil¨®metros, en la falda robleda?a del cerro de la Buitrera, se alza la ermita de la Virgen de Hontanares. Es un paraje de ¨¦gloga, salpicado de fuentes, praderas y chopos de a?osa corpulencia; un paraje donde, adem¨¢s del blanco santuario en el que se venera a la patrona de Riaza, hay un restaurante micol¨®gico, varios senderos se?alizados y un mirador al final del asfalto, llamado de Pe?allanas, desde donde, en los d¨ªas claros, se avizora hasta el Moncayo, que dista 150 kil¨®metros en l¨ªnea recta.

Otro plan muy grato consiste en enhebrar en coche los pueblos de arquitectura tradicional que se suceden al este de Riaza, casi hasta el l¨ªmite con Soria y Guadalajara. Est¨¢n los llamados pueblos rojos -Alquit¨¦, Villacorta y Madriguera-, construidos con arcilla y roca ferruginosa; est¨¢n los pueblos negros, como El Muyo y Becerril, que son de pizarra; y luego est¨¢ Mart¨ªn Mu?oz de Ayll¨®n, que es una mezcla de los dos.

Un buen lugar para dejarse caer a media ma?ana es la taberna La Pizarrera, en Madriguera: tostas varias, torreznos y croquetas caseras. Al sur de Riaza, en el t¨¦rmino de Riofr¨ªo, nos aguarda la ¨²ltima sorpresa de esta escapada: el hayedo de la Pedrosa.

Subiendo al puerto de la Quesera por la carretera de Majaelrayo a la altura del kil¨®metro 10, descubriremos a mano izquierda una reliquia de la ¨²ltima glaciaci¨®n que, con su densa enramada, forma el amoroso manto donde nace arrebujado el r¨ªo que da nombre a Riaza.