Una banda de Nueva York rob¨® tejidos y huesos de mil cad¨¢veres para trasplantes
'El cuarteto de la muerte' hac¨ªa pasar por donaciones el material extra¨ªdo ilegalmente
Joseph Nicelli, embalsamador de profesi¨®n, desviaba los cad¨¢veres hacia un cuarto trasero de su empresa funeraria. All¨ª, en condiciones sanitarias tenebrosas, extra¨ªa todo lo que fuera vendible, como tejidos y huesos. Para que el cad¨¢ver no perdiera consistencia, met¨ªa tubos en el cuerpo del difunto antes de coserlo. Michael Mastromarino le pagaba 500 d¨®lares por cad¨¢ver, y ¨¦ste vend¨ªa el material extra¨ªdo por 8.000 como si fuera donado. La Fiscal¨ªa de Nueva York ha destapado los detalles de la investigaci¨®n m¨¢s macabra de su historia, con m¨¢s de mil cad¨¢veres profanados.
El cuarteto de la muerte se completa con otros dos procesados, Lee Cruceta y Christopher Aldorasi, ayudantes de Mastromarino y Nicelli en la trama de robo y venta de tejidos humanos. Con m¨¦todos poco sofisticados y una impunidad sorprendente, entre los cuatro desguazaron 1.077 cad¨¢veres. Al estupor de las familias de esos difuntos se suma el terror de quienes recibieron, sin saberlo, tejidos que nunca fueron sometidos a ning¨²n "control de calidad".
La investigaci¨®n ha durado 15 meses y ha obligado a exhumar muchos de los cad¨¢veres usados en este contrabando. La lista de cuerpos empleados incluye la de un personaje conocido por el p¨²blico de televisi¨®n de Estados Unidos y Reino Unido: Alistair Cooke. Presentador de Masterpiece Theater durante a?os en la televisi¨®n estadounidense y colaborador habitual de la BBC, Cooke muri¨® en Nueva York en 2004 a los 95 a?os de edad. Sus tejidos y huesos est¨¢n posiblemente repartidos entre pacientes que nunca imaginaron la involuntariedad del donante.
Los miembros del clan falsificaban documentos para que los individuos fallecidos apareciesen como donantes en vida. Adem¨¢s, manipulaban los certificados de defunci¨®n para hacer creer a los compradores que el fallecimiento se hab¨ªa producido a una edad m¨¢s temprana y por enfermedades que no da?an los tejidos trasplantados, como infartos. La mayor¨ªa de los cuerpos asaltados pertenecen a personas que, por edad o por su enfermedad, nunca podr¨ªan haber donado ¨®rganos o tejidos. Cooke muri¨® de c¨¢ncer a los 95 a?os; en los papeles falsificados falleci¨® de infarto a los 85.
La fiscal¨ªa mostr¨® radiograf¨ªas t¨¦tricas de los cad¨¢veres en las que pueden verse tuber¨ªas huecas en el interior de las piernas, implantadas de manera chapucera. En algunos de los ata¨²des se han encontrado guantes y delantales.
Seg¨²n Charles Hynes, el fiscal de Brooklyn que ha encabezado la investigaci¨®n, los procesados "no tomaban ninguna precauci¨®n para asegurar que los tejidos trasplantados estaban libres de enfermedades o defectos". Hynes compar¨® los detalles de la investigaci¨®n con "una pel¨ªcula barata de terror".
Las autoridades reconocen que el comercio legal de tejidos humanos no est¨¢ sometido a suficientes controles. Adem¨¢s, la compraventa de tejidos, tendones, m¨²sculos y piel se ha disparado porque la comunidad cient¨ªfica investiga cada vez m¨¢s aplicaciones en su trasplante. El seguimiento de estos productos humanos es m¨¢s complicado que el de los ¨®rganos cl¨¢sicos usados en trasplantes.
La tapadera de Mastromarino la proporcionaba su empresa de Nueva Jersey, Biomedial Tissues Services Limited, que recibi¨® hace un mes la orden de cierre de las autoridades sanitarias por la falta de garant¨ªas m¨¦dicas en el control de materiales. Los cad¨¢veres proced¨ªan de casas funerarias en Nueva York, Pensilvania y Nueva Jersey. De all¨ª eran enviados a la funeraria de Brooklyn Daniel, George & Sons, para ser embalsamados. Cuando eran devueltos para su entierro o incineraci¨®n, los cad¨¢veres ya hab¨ªan sido desmenuzados.
La historia cuenta con otro elemento profundamente estadounidense: abogados a la caza de clientes. Decenas de abogados de todo el pa¨ªs tratan de localizar a los receptores de los tejidos robados para poder reclamar indemnizaciones astron¨®micas de las que ellos se llevar¨ªan un porcentaje.
Mastromarino, un dentista que ya hab¨ªa perdido su licencia m¨¦dica, ha amasado 4,6 millones de d¨®lares con su plan. El juez le dej¨® en libertad bajo fianza de 1,5 millones de d¨®lares. Para los otros implicados las fianzas fueron menores porque actuaban s¨®lo como intermediarios entre los cad¨¢veres y el contrabandista. Los cuatro -que se declararon inocentes al juez- est¨¢n acusados en total de 125 delitos, entre ellos disecci¨®n ilegal de cad¨¢veres. La pena m¨¢xima a la que se enfrentan es de 25 a?os.
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