Cort¨¦s a todo color
Lo est¨¢is gozando, chicos, esto es una fiesta. Re¨ªros, ni?as, pero profesionales; ten¨¦is que creeros la historia. ?C¨®mo mola, es que parec¨¦is una caravana de gitanos de la Camarga francesa!". Joaqu¨ªn Cort¨¦s est¨¢ como un ni?o con zapatos nuevos. Calza, de hecho, unas relucientes botas doradas con las que danza hiperactivo por el estudio dando ¨®rdenes a todo el mundo. Arenga a los m¨²sicos: "tocaros unas rumbitas pa que las ni?as bailen alegre", anima a las cantaoras: "darle aire a las faldas, esos volantes" y bombardea a sugerencias al mism¨ªsimo fot¨®grafo: "Manuel, ?qu¨¦ tal si la Saray entra en plano bailando as¨ª, como natural, mientras disparas? ?S¨ª? ?Venga, v¨¢monos!". Y all¨¢ que van.
Los m¨²sicos, las cantaoras, todos en la compa?¨ªa de Cort¨¦s, menos Cort¨¦s, est¨¢n exhaustos. "Reventaos", es la palabra. Han venido a la sesi¨®n de fotos s¨®lo unas horas despu¨¦s de aterrizar de Portugal, donde el p¨²blico se ha roto las manos aplaudiendo las representaciones de Mi soledad en el teatro Olimpia de Lisboa y en el Coliseo de Oporto sin saber que asist¨ªa a un estreno mundial. Y no s¨®lo el de las botas doradas, sino el de la segunda piel entera de Joaqu¨ªn Cort¨¦s. Sus nuevos trajes de faena.
Despu¨¦s de una d¨¦cada de fidelidad al luto riguroso, hondo y trascendente que imagin¨® Giorgio Armani en 1995 para el vestuario de Pasi¨®n gitana y todos los posteriores montajes del cordob¨¦s, Cort¨¦s "necesitaba un giro", y en una pirueta digna de su t¨¦cnica le encarg¨® al modista franc¨¦s Jean Paul Gaultier una muda por todo lo alto. El resultado luce ahora sobre sus hechuras y las de los suyos. Una colecci¨®n de 24 modelos exclusivos -cuatro para Cort¨¦s, dos para cada una de las tres cantaoras y uno para cada uno de los 14 m¨²sicos- esculpidos por Gaultier a los cuerpos del bailar¨ªn y su compa?¨ªa.
Un terremoto ha sacudido los percheros. Lunares y cadenas, flecos y flores, grana y oro, albero y a?il. El color, la sensualidad y la exuberancia del ex enfant terrible franc¨¦s sustituir¨¢n al negro desnudo, austero y espiritual del veterano maestro italiano en la nueva tanda de representaciones de Mi soledad, el ¨²ltimo montaje de Cort¨¦s, estrenado en M¨¦xico en mayo de 2005 y remodelado ahora para la ocasi¨®n por el autor. Porque lo de Portugal fue un estreno de tapadillo. Una especie de prueba de esfuerzo de los nuevos modelos antes de su presentaci¨®n mundial a bombo y platillo en la maison Gaultier de Par¨ªs el pr¨®ximo 2 de marzo, aprovechando la resaca del multitudinario desfile del pr¨ºt-¨¤-porter del franc¨¦s. Luego, Joaqu¨ªn volver¨¢ a casa.
La presentaci¨®n de 'Mi soledad' en la antigua plaza de toros de Vista Alegre de Madrid el pr¨®ximo 11 de marzo supone el regreso de Cort¨¦s despu¨¦s de tres a?os sin pisar un escenario espa?ol, desde que, en el verano de 2003, realizara su ¨²ltima gira nacional con Live, su espect¨¢culo de entonces. En este tiempo ha protagonizado una pel¨ªcula italiana -Vainilla y chocolate-; ha coreografiado y llevado de gira un nuevo espect¨¢culo -De amor y odio-, donde no baila, y ha creado y representado el solo Mi soledad por medio mundo. Menos en Espa?a. Parece que Cort¨¦s hubiera querido poner tierra de por medio. No lo niega.
"Fuera soy un icono, un mito, y aqu¨ª parece que les duele, que eres el ni?o rebelde. No puedo luchar contra eso. Digo que no vuelvo por necesidad. Puedo seguir trabajando por el mundo, y mi vida y mi carrera funcionan. Vengo por placer. Por mi familia, mis amigos y mi p¨²blico, que siempre llen¨® mis espect¨¢culos. Pero si dices que si me emociona volver por motivos profesionales, pues no, porque los del gremio van a ir a criticarme y a intentar copiarme. No vengo arrogante, pero tampoco con ese rollo humilde de si me van a entender o no. Eso es pat¨¦tico. El tiempo pone a cada uno en su sitio y no creo que a estas alturas tenga que demostrar nada".
Joaqu¨ªn dice todo eso del tir¨®n, mir¨¢ndote a los ojos, buscando el asentimiento de quien est¨¢ cargado de raz¨®n. Tiene ojos de brujo y lo sabe. Perfectamente. ?l mismo se encarga de subrayarlos con estrat¨¦gicas l¨ªneas de khol no s¨®lo para las fotos. Profesional ante la c¨¢mara, c¨¢lido y cordial fuera de foco, se las sabe todas. Domina las distancias largas. Y las cortas.
Gitano puro, nacido en C¨®rdoba en 1969 y criado en el madrile?o barrio de Lavapi¨¦s, Cort¨¦s empez¨® a bailar con seis a?os tutelado por su t¨ªo y maestro Crist¨®bal Reyes. Ya de chico apuntaba maneras medi¨¢ticas. Con 12 a?os hac¨ªa bulto detr¨¢s del legendario Torrebruno bailando "en plan gog¨®" en Dabadabad¨¢, un espacio infantil de Televisi¨®n Espa?ola, la primera y ¨²nica cadena de la ¨¦poca. A los 14 ingres¨® en el Ballet Nacional de Espa?a, dirigido entonces por Mar¨ªa de ?vila y luego por Jos¨¦ Antonio, y a los 17 ya era solista de la prestigiosa instituci¨®n, con la que viaj¨® por todo el mundo. Pero ¨¦l quer¨ªa volar solo.
En 1992 crea su propia compa?¨ªa, Joaqu¨ªn Cort¨¦s Ballet Flamenco, y un a?o despu¨¦s presenta, en el teatro Alb¨¦niz de Madrid, Cibay¨ª (maravilloso, en cal¨®), su primer espect¨¢culo de los pies a la cabeza. Cort¨¦s coreograf¨ªa, baila, musica, ilumina, escenifica, dirige y produce. Emerge una especie de bailautor que controla todos los aspectos de su obra. Minuciosamente, hasta la obsesi¨®n. El montaje deslumbr¨® al p¨²blico e inaugur¨® con Rusia -el Bolsh¨®i de Mosc¨², el Kirov de Leningrado-, Francia, Italia, Jap¨®n y Estados Unidos la ruta internacional de teatros que despu¨¦s ser¨ªan la segunda casa del bailar¨ªn. Pero no fue hasta 1995, con el estreno de Pasi¨®n gitana, cuando estalla la locura Cort¨¦s.
Cuatro a?os de gloria. Actuaciones en 30 pa¨ªses, llenos hasta la bandera, mill¨®n y medio de espectadores; galas ante los grandes del planeta; fotos con las estrellas mundiales del cine, la moda y el arte. Armani le viste, Almod¨®var le ficha como actor, Saura le homenajea en el cine, Madonna le piropea y la mism¨ªsima Naomi Campbell cae, literalmente, rendida a su encanto. Joaqu¨ªn vive en un avi¨®n, est¨¢ en una nube. Pero en casa no es oro todo lo que reluce.
Los ortodoxos del flamenco no le perdonan "la fusi¨®n", la mezcla de bailes -flamenco, cl¨¢sico, contempor¨¢neo- y m¨²sicas -jonda, caribe?a, jazz, soul- que define el sello de Cort¨¦s. La primera bailarina A¨ªda G¨®mez abandona su compa?¨ªa harta de no bailar. El cantaor Jos¨¦ Menese le espeta que su arte "no es baile, es k¨¢rate". Saturado de glorias y de miserias -"trabajaba 25 horas al d¨ªa; las instituciones espa?olas nunca me apoyaron como embajador cultural, y nadie sabe lo que es tener a 40 personas en n¨®mina viajando por el mundo, una locura continua"-, Cort¨¦s anuncia al filo de 2000 que se retirar¨ªa a los 33 a?os.
Falsa alarma. Aqu¨ª est¨¢ ahora, d¨ªas antes de cumplir los 37, con las botas de Gaultier puestas. "Hubo mucho cachondeo con lo de irme a los 33 a?os, como Cristo. Pero fue una cuesti¨®n de matem¨¢tica pura, de calculadora. Ten¨ªa 29 a?os, acababa la gira de Pasi¨®n gitana y pens¨¦: monto dos espect¨¢culos, a dos a?os de gira cada uno, y me voy". Cumpli¨®. Lo de los espect¨¢culos, se entiende. Soul (1999) y Live (2000) llegaron puntuales. Pero 2002 y el 33? cumplea?os le sorprendieron con el cartel de no hay billetes colgando del Royal Albert Hall de Londres y con teatros de medio mundo apalabrados para ver Live. As¨ª, ?qui¨¦n se retira? Joaqu¨ªn, no.
"Me hubiera ido de estar tan saturado y estresado como a los 29 a?os, pero desde entonces me hab¨ªa serenado, hab¨ªa madurado, ll¨¢malo como quieras. Me sent¨ªa plet¨®rico de fuerzas, muy querido por el p¨²blico mundial, que me dec¨ªa que c¨®mo me iba a retirar, si estaba mejor que nunca. As¨ª que me lo tom¨¦ en plan positivo y decid¨ª seguir. Eso s¨ª, desde entonces he tenido que soportar la co?a de la resurrecci¨®n de Cristo".
Llega El Piripi, hecho un pincel. El terno oscuro y la camisa y corbata bermell¨®n con topos blancos de Gaultier le sientan como un guante a este guitarrista de melena negra cuajada de hebras de plata. Debe de andar por los treinta y tantos. Como "el jefe". M¨¢s o menos, la media de edad del reparto de Mi soledad. Docena y media de m¨²sicos y cantaores, muchos de los cuales llevan 15 a?os "girando" con Joaqu¨ªn, que andan revolucionados con su nueva ropa de batalla. Los percusionistas Morito y Favier jalean al de la guitarra: "Est¨¢s muy gitano, Piripi". El aludido se ahueca a ojos vista. "Si me viera mi papa? Porque no te creas que lo de Piripi es de borracho, que no. Es de peripuesto. As¨ª llamaban a mi padre, un cantaor presumido que se cambiaba de traje dos veces al d¨ªa". "?Y las ni?as?", remacha Morito, "las ni?as est¨¢n pa com¨¦rselas".
A las ni?as las est¨¢n peinando. Un lujo, porque normalmente las cantaoras Saray Mu?oz; Loli Cort¨¦s, La Genara, y Chelo Pantoja se peinan y maquillan solas en los camerinos de medio mundo. Saray exhibe pericia aplic¨¢ndose a pulso y una sola mano una raya negra de dos mil¨ªmetros bajo los ojos. "Tardo diez minutos en ponerme la m¨¢scara de actuar", presume. La Genara no se lo discute: "Yo me entretengo mucho, mi arma; lo bueno se hace esperar". La Saray, La Genara y La Chelo -el art¨ªculo es indisoluble del nombre para la concurrencia- est¨¢n como locas. "?El negro de Armani? S¨ª, hija, muy fino, muy elegante, pero muy triste. Ahora, esto es otra vida, otra alegr¨ªa. Estamos gozando".
Maribel Ronda reza por lo bajo mientras plancha a todo vapor el pantal¨®n campero hiperce?ido y la capa color albero que revolea Cort¨¦s en los tangos de Mi soledad. "S¨ª, s¨ª, muy bonita, preciosa, pero a este cambio le temo m¨¢s que a un nublao. Veremos cuando haya que pon¨¦rselo y quit¨¢rselo en veinte segundos". Maribel -"sastra, planchadora, asistente personal"- lleva 15 de sus 63 a?os vistiendo y desnudando a Joaqu¨ªn Cort¨¦s por medio planeta. "Soy la ¨²nica que le ha visto el culo al ni?o", resume. "Somos como madre e hijo. Le he visto crecer, hacerse mayor como artista y como persona. Soy yo la que me llevo las peores broncas; pero si no le veo en un mes, ya le echo de menos", confiesa.
De Maribel y de Nora Hadjazi -"la asistente de la asistente"- es la responsabilidad de que Cort¨¦s y los suyos luzcan perfectos en escena. De llevar la ropa a la mejor tintorer¨ªa local -est¨¦n en Mil¨¢n o en Dubai- y tenerla impecable para la pr¨®xima funci¨®n. Ellas, m¨¢s que nadie, bregar¨¢n con los nuevos gaultier. Flores que se despegan, moneditas que se caen, cadenas que se pierden, pendientes que se enganchan. Trabajo no les va a faltar. Ch¨¢chara, tampoco. Su camerino es el m¨¢s concurrido de la compa?¨ªa. "Parece el cuarto del psic¨®logo", confirma Nora. "Por aqu¨ª pasan del primero al ¨²ltimo a por un abrazo, un mimito, una galleta, un gelocatil. Somos las mam¨¢s de la compa?¨ªa, porque esto es una gran familia. De verdad".
Los chicos y chicas no le llevan la contraria. "Nos queremos mucho", salta el cubano Fernando Favier, un mulato alto y bien plantado con el que Gaultier se ha explayado a gusto. Un chaleco grana cruzado al pecho y una camisa negra de manga arremangada hasta el hombro ponen en evidencia los poderes del percusionista caribe?o. Los bustiers y cors¨¦s marca de la casa del dise?ador franc¨¦s hacen lo propio con los talles de las cantaoras. Melody, la hija "de soltera" de Saray, un junco moreno de 13 a?os que ha venido a acompa?ar a mam¨¢, lo mira todo con ojos como platos. Quiere ser bailarina.
Joaqu¨ªn Cort¨¦s sabe lo que siente. "Cuando eres joven te quieres comer el mundo, y si encima ves que puedes, que la gente est¨¢ contigo, pues no te cansas, quieres m¨¢s. Cuando mont¨¦ mi primera historia fue la bomba, una revoluci¨®n en todo el mundo. Y me estall¨® en la cara, a m¨ª el primero. Te pilla muy joven, muy vivo. Yo iba a pa¨ªses donde nunca hab¨ªa llegado la danza espa?ola; te iban a recibir al aeropuerto y te dec¨ªan: eres el primer espa?ol que act¨²a aqu¨ª. Y dices, joder, qu¨¦ fuerte. Es esa sensaci¨®n de ser pionero, porque yo me he dedicado a abrir mercados que luego otros ya se han encontrado hechos".
Se refiere Joaqu¨ªn a los tiempos en que titulares como "No soy un dios, s¨®lo llevo mi mensaje por el mundo" o "Soy un rebelde con causa" (El Pa¨ªs, 1997) hac¨ªan las delicias, y la mala sangre, de los medios de comunicaci¨®n y de algunos de sus compa?eros de profesi¨®n, respectivamente. ?l no reniega de aquello. No ha perdido intensidad en su discurso -"soy un creador, me he inventado un nuevo concepto teatral"; "en el escenario me transformo, soy un animal, me mato"-, pero hay indicios de que el "potro salvaje" de los comienzos ha comprendido las ventajas del autocontrol.
El t¨ªtulo de su ¨²ltima obra da pistas al respecto. "Me encuentro como en el ecuador de la vida; en un momento de reflexi¨®n, de balance. Me siento en una edad maravillosa, domino mi cuerpo y mi arte mejor que nunca. Pero quer¨ªa hacer un chequeo de mi vida y de mi obra. Mi soledad surgi¨® porque necesitaba hablar del interior. Yo viajo con muchas personas alrededor, pero a veces est¨¢s solo. Me imagin¨¦ a un hombre en un cuarto enfrent¨¢ndose a sus inseguridades, sus miedos, las cosas buenas y malas de su pasado, su presente y su futuro, y me sali¨® este cuento".
-Entonces, ?c¨®mo es que, en esta etapa de introspecci¨®n y con la gira de Mi soledad a medias, cambia la sobriedad de Armani por el barroquismo de Gaultier?
-Bueno, la relaci¨®n con Giorgio ha sido maravillosa. Le adoro. Pero necesitaba un giro. Un d¨ªa te levantas y dices: a cambiar, que ya es hora. A los artistas, sobre todo a los que somos creativos, nos gusta apostar, meternos en aventuras nuevas. En la vida, uno tiene que tener sangre, y para tener sangre hay que arriesgar.
'Monsieur' Gaultier estuvo encantado de recibir el encargo. "Me sent¨ª halagado y dije s¨ª inmediatamente", dice el dise?ador desde Par¨ªs. Ya conoc¨ªa a Cort¨¦s. Les present¨® Almod¨®var en el estreno de Kika, en Madrid, en 1993. El reencuentro fue "muy grato". "Fue muy inspirador, porque ¨¦l lleg¨® cargado de ideas y muy involucrado. Ama el espect¨¢culo y le preocupa el papel de la moda y la ropa en el mismo. Es un placer trabajar con un artista con una personalidad tan fuerte". Siguiendo las pautas de Cort¨¦s-"ten¨ªa una idea muy precisa de lo que quer¨ªa"-, el modista ide¨® "un estilo mezcla de morisco y gitano donde el color y los vol¨²menes son muy importantes".
Que se lo digan al guitarrista Jos¨¦ Carbonell. Pepito est¨¢ encantado con los espectaculares pendientes que Gaultier ha dise?ado para el elenco. Ellos y ellas. Pero tiene una queja: "Pesan mucho, no hay quien los aguante dos horas en escena". El autor responde, divertido: "Para que vea que los hombres tambi¨¦n pueden ser fr¨¢giles".
Cort¨¦s habla de "Jean Paul" o de "Giorgio" como de dos colegas. En cierta medida, lo son. Joaqu¨ªn Cort¨¦s es una marca registrada en medio mundo. Yekip¨¦ (de iekip¨¦: uni¨®n, armon¨ªa, conexi¨®n, en cal¨®; otra vez la fusi¨®n), el perfume que lanz¨® en 2002, aguanta el tipo a d¨ªa de hoy en las perfumer¨ªas espa?olas, italianas, portuguesas, del norte y del sur americanos, japonesas, malayas o del mism¨ªsimo Singapur codo con codo con las esencias del franc¨¦s o el italiano. Un poder de convocatoria global al alcance de muy pocos. "Desde el inicio, empresarios de todo el mundo quer¨ªan ficharme", explica Joaqu¨ªn. "El perfume ha ido muy bien, y ahora estoy pensando en aceptar otras propuestas. Porque soy una marca, s¨ª, pero m¨ªa. Soy yo quien est¨¢ detr¨¢s. ?Hacer negocios? S¨ª, y que duren, pero mi arte no est¨¢ en venta. Nunca me he vendido al bisnes".
Fernando Casares es el jefe de producci¨®n de Mi soledad. ?l s¨ª que sabe de n¨²meros. De los ordinales, de los cardinales y de los otros. Cada espect¨¢culo Cort¨¦s mueve dos tr¨¢ilers como m¨ªnimo. S¨®lo el suelo ac¨²stico -160 metros cuadrados de l¨¢minas de madera con la microfon¨ªa y las luces incorporadas que hay que acoplar en cada teatro de la gira- y los ba¨²les con la escenograf¨ªa, la utiler¨ªa y el vestuario pesan cinco toneladas. Eso para Mi soledad, un montaje minimalista -Pasi¨®n gitana contaba con 25 bailarinas y 20 m¨²sicos en escena- dentro del repertorio de Cort¨¦s.
Casares lleva dos a?os a sus ¨®rdenes, suficientes para constatar el nivel de exigencia del jefe. "Es muy perfeccionista. En cada sitio hay que hacer pruebas de luces, de sonido, horas de ensayos. Pese a estar donde est¨¢ no da nada por hecho. Todo tiene que estar perfecto". Y si no lo est¨¢, no sale. Pas¨® en el estreno de Mi soledad en Roma, en julio de 2005. "Nuestro suelo tiene que estar a una altura de entre 1,20 y 1,40 metros para que el p¨²blico de las primeras filas pueda ver los pies de los bailarines. Y los organizadores locales lo hab¨ªan puesto a dos metros", recuerda Casares. Cort¨¦s cancel¨® y el estreno se demor¨® dos d¨ªas. "No se puede enga?ar al p¨²blico", arguy¨® Joaqu¨ªn a la prensa italiana. La bronca interna, si la hubo, no trascendi¨®.
"En el escenario no pasa ni una ni media. Yo le veo venir, ya son muchos a?os. Le miro entre cajas, y si le veo la carita, le digo a Nora: ap¨¢rtate, que viene tela". Ni siquiera Maribel Ronda se libra del rigor del Cort¨¦s jefe. El acordeonista Cuco P¨¦rez, el ¨²ltimo en llegar a la compa?¨ªa hace un a?o, ve los toros desde la barrera. De momento. "Trabajar con ¨¦l es atractivo, interesante? y sacrificado. Joaqu¨ªn es muy estricto, muy exigente, quiz¨¢ demasiado. En los ensayos es muy meticuloso. Y en escena son casi dos horas digamos tensitas. Es omnisciente, controlador, est¨¢ en todo. ?l baila y nosotros tocamos, y no puede haber un fallo. Los percusionistas se llevan la peor parte. El d¨ªa que le vea venir a por m¨ª, que Dios me ampare. Eso s¨ª, cuando acaba la funci¨®n, se relaja y es encantador".
El aludido asume los cargos. "Me gusta que todo est¨¦ muy limpio, muy pulcro, quiero que salga muy bien, y eso requiere mucho trabajo, muchos ensayos, mucho tiempo. Yo doy el cien por cien y pido el cien por cien. Pero no es por autoritarismo. A m¨ª me apasiona lo que hago. Me pone. Me enamor¨¦ de peque?o de esto y as¨ª sigo. Y a la gente que est¨¢ conmigo le tiene que apetecer, tiene que estar involucrada en esta historia".
La historia incluye, seg¨²n Cort¨¦s, sesiones de fotos como ¨¦sta. El bailar¨ªn fue de los primeros artistas espa?oles en comprender la importancia de los medios de comunicaci¨®n en su carrera. "Yo tengo que llenar ma?ana una plaza de toros y tengo que hacer comunicaci¨®n. Lo he tenido claro desde ni?o. Algunos no me perdonan que colabore con los grandes de la moda, que vaya a eventos, que salgan fotos m¨ªas con celebridades. S¨ª, me gusta rodearme de los mejores. Y eso no es restar, es sumar. Pero, claro, el artista ha de tener la personalidad suficiente para no eclipsar a nadie ni que nadie le eclipse a ¨¦l. ?Por qu¨¦ te crees que hasta Madonna va a los desfiles de Par¨ªs? Hay artistas que parece que se le caen los anillos por dejarse ver, cosa que no entiendo. La gente te tiene que conocer. Es necesario, y adem¨¢s es un placer".
Aparece Chelo Pantoja, la veterana artista que le canta desde Cibay¨ª. "M¨ªrala, si parece Frida Kalho, pero en flamenca", salta Joaqu¨ªn. Un autodidacto -"fui al colegio hasta los 14 a?os; mi cultura es la de los viajes, la de la vida"- que bebe en todas las fuentes y no teme meterse en todos los charcos. Ahora toca Londres, donde va a instalar su cuartel general para su pr¨®xima gira por teatros de la ¨®pera -Par¨ªs, la Scala de Mil¨¢n, el Covent Garden- europeos. Pero nunca leva del todo el ancla de la plaza de Tirso de Molina, a un paso del Lavapi¨¦s donde creci¨®. All¨ª vive su madre, Basilia Reyes; sus hermanas, y sus sobrinos. La mama Mar¨ªa, la abuela que le cri¨®, espera en C¨®rdoba a que el ni?o entre por la puerta cualquier d¨ªa. No tardar¨¢.
'Mi soledad' se estrena en Espa?a, en el Palacio de Vistalegre de Madrid, el pr¨®ximo d¨ªa 11 de marzo.
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