"Telmito el miedoso"
El legendario Zarra, fallecido el jueves, se defin¨ªa como un jugador t¨ªmido, vergonzoso y precavido ante la dureza de los defensas
?Qui¨¦n iba a decir que a Telmo Zarraonandia, "la cabeza m¨¢s privilegiada de Europa despu¨¦s de Churchill", el hombre que marc¨® el m¨ªtico gol a Inglaterra en el Mundial de 1950, el del maracanazo, el m¨¢ximo goleador que ha habido y probablemente habr¨¢ en la Liga espa?ola, le llamaban de peque?o "Telmito, el miedoso"? Pues lo dec¨ªa ¨¦l en una entrevista concedida a este peri¨®dico en agosto de 1997 con motivo del homenaje que el Athletic le tribut¨® en San Mam¨¦s. Su autorretrato romp¨ªa muchos clich¨¦s y resultaba de una humanidad atronadora: "Siempre he sido muy vergonzoso y cohibido. Hasta jugando lo era. En Asua [su pueblo natal] me llamaban Telmito, el miedoso", recordaba. Por eso defin¨ªa su personalidad futbol¨ªstica como la de alguien que siempre jug¨® "con mucho sentido com¨²n": "Fui muy precavido. Si el defensa era muy duro y yo iba con desventaja, trataba de no llegar al bal¨®n".
"Un delantero centro no pod¨ªa regatear en el ¨¢rea porque lo mataban", dec¨ªa. As¨ª que se decidi¨® por el arte del remate
Nada que ver, seg¨²n ¨¦l, con el fornido delantero, implacable en el remate, de cabeza o con el pie, que se fue haciendo un hueco entre los grande mitos del f¨²tbol mundial. Quiz¨¢s un gui?o del destino y del estilo de juego de la ¨¦poca que le fue modelando a su medida. Seg¨²n Zarra, lo suyo de siempre hab¨ªa sido el regate, pero en Primera Divisi¨®n los marcajes eran terribles. "Un delantero centro no pod¨ªa regatear en el ¨¢rea porque lo mataban", sosten¨ªa. As¨ª que se decidi¨® por el juego visceral y por el arte del remate, algo para lo que contaba con un magn¨ªfico surtido de centros en las botas de sus compa?eros, Iriondo y Gainza, por los extremos, o las de Panizo, m¨¢s sutiles y modernas.
Vergonzoso y t¨ªmido, jam¨¢s hab¨ªa reclamado Zarra el homenaje debido por el Athletic. Su ¨²ltimo contrato con el club rojiblanco inclu¨ªa 850.000 pesetas y un partido homenaje cuando se despidiera. Se retir¨® en 1955 y tuvieron que pasar 42 a?os para que el Athletic pagara lo debido. Zarra nunca lo reclam¨®. Nunca se sabr¨¢ qu¨¦ habr¨ªa pasado si un buen d¨ªa el viejo goleador no hubiera coincidido por casualidad en un restaurante con el entonces presidente, Jos¨¦ Mar¨ªan Arrate, quien le sugiri¨® la posibilidad de llevarlo a cabo.
Los reconocimientos, aunque le gustaron, nunca inquietaron a Zarra. Quiz¨¢s estaba curado desde la cuna. Su padre, ferroviario y jefe de estaci¨®n, nunca vio jugar un partido a ¨¦l ni a ninguno de sus hermanos. M¨¢s a¨²n, cuando marc¨® el hist¨®rico gol a Inglaterra, los amigos se le fueron a decir a su padre, que estaba jugando a las cartas en un bar, y ¨¦l se limit¨® a contestar tibiamente: "?Ah, s¨ª?" "No sab¨ªa ni lo que era un bal¨®n", afirmaba Zarra con resignaci¨®n. Aquel tanto, que marc¨® su vida, tampoco le pareci¨® a Zarra un prodigio porque dec¨ªa que, simplemente, se hab¨ªa adelantado al portero para rematar. Cuentan las cr¨®nicas que, adem¨¢s, el gol fue el fruto de una indisciplina, seg¨²n relat¨® la prensa de la ¨¦poca, porque el defensa Alonso no deb¨ªa irse hacia arriba, ya que el empate le val¨ªa a Espa?a para clasificarse. Sin embargo se fue. Y ah¨ª empez¨® todo.
Zarra hab¨ªa perdido la cuenta de los goles marcados. Eran tantos y dif¨ªciles de establecer por la confusi¨®n estad¨ªstica. Sab¨ªa que eran m¨¢s de 200 y siempre pens¨® que el principal m¨¦rito correspond¨ªa a sus compa?eros, magn¨ªficos centradores que se las pon¨ªan para empujarlas. Los porteros no pensar¨ªan lo mismo. Gonz¨¢lez, del Valencia, tuvo el honor de sufrir el primer gol de Zarra en la Liga. Era su debut oficial en el Athletic y tard¨® exactamente 17 minutos en iniciar su curr¨ªculo. Mauri, el de la famosa media Mauri-Maguregui, recordaba: "El Athletic sol¨ªa salir en tromba y por eso no es extra?o que marc¨¢ramos pronto"¡¤ As¨ª fueron desfilando porteros, aunque Bert Williams, el de Inglaterra, el del Wolverhampton -renunci¨® al Chelsea por deseo de su esposa, Emily- fue el que m¨¢s huella humana dej¨® en Zarra Su presencia en el homenaje de 1997 fue lo m¨¢s emotivo para ¨¦l. Durante un par de d¨ªas, ambos estuvieron permanentemente juntos. Fueron la pareja del a?o. Otro fue el c¨¦ltico Dauder, que recibi¨® el 26 de septiembre de 1954 el ¨²ltimo gol de Zarra en Primera
Telmito, el miedoso, dejaba el f¨²tbol con 850.000 pesetas de ficha frente a las 250 con las que lo empez¨®, habiendo estrenado el avi¨®n como elemento de transporte en el Athletic en 1949 y con un rosario de golpes que le rompieron los ligamentos de la rodilla, la clav¨ªcula y le abrieron no pocas brechas en la frente. Nunca se revolvi¨® contra los rivales. Su ¨²nica expulsi¨®n fue fruto de una confusi¨®n y de la socarroner¨ªa de su ¨ªntimo Gainza. Zarra siempre la tuvo presente en su memoria: "Era la final de Copa de 1944. El juego estaba parado tras un barullo. ?lvaro estaba en el suelo y un compa?ero me dijo en broma que lo pisase. Siguiendo la broma, yo hice adem¨¢n de hacerlo. Pero Escart¨ªn me vio y... a la caseta". Para una vez que dej¨® de ser t¨ªmido, lo pag¨® muy caro.
San Mam¨¦s le tribut¨® ayer su ¨²ltimo homenaje. En vida disfrut¨® emocionado del homenaje de 1997, cuando tambi¨¦n fue recibido por el papa Juan Pablo II, y junto a su esposa, Carmen Beldarian, fue recibido en el Palacio de la Zarzuela por los Reyes de Espa?a, Don Juan Carlos y Do?a Sof¨ªa. Durante la charla con el Rey, Zarra le coment¨® que a¨²n recordaba con emoci¨®n cuando tuvo en sus brazos al Monarca, que entonces ten¨ªa seis a?os.
Telmito, el miedoso, lo fue todo en el f¨²tbol, pero nunca quiso ser entrenador: "A m¨ª me gusta que me manden. Para mandar soy muy vergonzoso", afirmaba. Para el gol, aquel regateador de Asua encontr¨® el camino m¨¢s directo. Y lo encontr¨® cientos de veces.
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