"Nuestras casas se derrumbaron entre el ruido de la lluvia"
Dos semanas despu¨¦s de las inundaciones, los refugiados saharauis de Tinduf reclaman ayuda para reconstruir sus campamentos
Desde hac¨ªa 12 a?os no diluviaba as¨ª en los campos de refugiados saharauis del desierto de Tinduf (sur de Argelia). Dos d¨ªas de llovizna dieron paso a 48 horas de lluvia intensa y continua. En la madrugada del s¨¢bado 11, los habitantes del n¨²cleo 27 de Febrero tuvieron que abandonar a la carrera sus jaimas y casitas de adobe hacia las colinas cercanas, antes de que ¨¦stas sucumbieran ante una riada que atraves¨® el poblado. "Entre el ruido del agua al caer, se o¨ªa el derrumbe de las casas y de los tejados de zinc", relata Jira Bulahi Bad.
La mitad de su casa se derrumb¨®. La otra mitad, como ocurre con la mayor¨ªa de las construcciones que aguantan en pie -cuartos, cocinas o ba?os a?adidos a lo largo de los a?os a una jaima (tienda tradicional saharaui)-, est¨¢ inutilizable. La lluvia descompuso el adobe. Las peque?as edificaciones que no arrastr¨® la riada se derrumban ahora poco a poco. Les espera una dif¨ªcil rehabilitaci¨®n, y puede que tengan que tirarse y construirse de nuevo.
"Pensamos s¨®lo en la vida, en salvar a los ni?os y a los ancianos", relata una refugiada
Unas 5.000 de las 7.000 familias que viven en este poblado se han quedado sin nada, calcula Salek Baba Hasenna, ministro de Cooperaci¨®n de la autoproclamada Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica (RASD). Entre los tres campamentos y diversos n¨²cleos da?ados, han perdido sus hogares unas 12.000 familias: entre 50.000 y 60.000 personas. El ¨²nico que se ha salvado es el campamento de Dajla, situado m¨¢s al sur, aunque el de El Aai¨²n tampoco presenta muchos da?os a simple vista. Algunas cocinas derruidas y parte del muro exterior de un colegio, que no impide que contin¨²e la vida cotidiana.
Dos semanas despu¨¦s, en el poblado 27 de Febrero, el m¨¢s afectado por las lluvias, no hay signos de los festejos que conmemoran el aniversario que le da su nombre. El n¨²cleo surgi¨® alrededor de la escuela femenina hom¨®nima, bautizada con la fecha de la proclamaci¨®n de la RASD, precisamente hoy hace 30 a?os. Los escombros y el barro seco se mezclan con los restos de las escasas pertenencias de sus moradores: peque?os electrodom¨¦sticos, colchonetas, ollas, mantas. "Es muy dif¨ªcil que puedas volver a usar todo lo que le ha ca¨ªdo barro encima. Se queda tan incrustado que es imposible", explica Bulahi.
Esta ingeniera electr¨®nica de 41 a?os y dos hijos, que estudi¨® en Cuba, vive ahora en una jaima de unos 30 metros cuadrados con su familia y la de su madre, su abuela y su hermana. En total, 13 personas. Las inundaciones, seg¨²n Bulahi, han sido peores que las de 1994, pero, al contrario que entonces, la ayuda humanitaria, sobre todo argelina, ha llegado mucho antes.
Al d¨ªa siguiente de las lluvias, el Gobierno de Argel envi¨® tiendas de campa?a, mont¨® ambulatorios y vacun¨® a la poblaci¨®n ante el riesgo de epidemias. Despu¨¦s, fue llegando la asistencia espa?ola y la de los organismos de la UE y de la ONU (el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados -ACNUR-, y el Programa Alimentario Mundial -PAM-).
Chej Sidi Ibrahim, de 45 a?os, vive junto con su mujer y sus cinco hijas, de entre cinco meses y 16 a?os, en una de las tiendas. Muestra las dos paredes que siguen en pie de su casa, en medio de donde discurri¨® la avenida de agua, ya totalmente seca. "La segunda noche de lluvias vinieron las autoridades a avisar de que ven¨ªa el r¨ªo. Quien ten¨ªa coche recogi¨® a sus vecinos, y los dem¨¢s huyeron a pie", dice. "No cogimos nada material porque pensamos s¨®lo en la vida, en salvar a los ni?os y a los ancianos".
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