Innegociable, irrenunciable
A veces parece que el Gobierno vasco sea un impedimento para normalizar el Pa¨ªs Vasco. Si no conoci¨¦ramos el denuedo con que defiende a todos los vascos, no s¨®lo a los de su cuerda, pensar¨ªamos que se empe?a en que esto no tenga arreglo. La semana pasada, Zapatero daba la respuesta obvia de que no negociar¨¢ con ETA la autodeterminaci¨®n de los vascos -?s¨®lo faltaba!-. Cab¨ªa pensar que al Gobierno de aqu¨ª le tocaba indignarse si dice lo contrario, pero tendr¨ªa el d¨ªa cruzado y sali¨® raudo a poner los puntos sobre las ¨ªes y acrecentar la confusi¨®n. As¨ª que comunic¨® al mundo que "el derecho de autodeterminaci¨®n no es negociable". Y senenci¨®: no habr¨¢ "normalizaci¨®n" si no se reconoce tal. Esta contribuci¨®n al progreso humano no queda empa?ada por el argumento autista que segu¨ªa: "porque es un derecho que todo el mundo posee (sic) y su negaci¨®n implica negar la propia existencia de los pueblos en general (sic)". Silogismo patri¨®tico se llama la figura. O sea: si no se reconoce la autodeterminaci¨®n a los vascos, no existen los pueblos en general; ¨¦stos existen, ergo... Mejor correr un velo bien tupido.
Contra lo habitual, no se han lucido esta vez nuestros pr¨®ceres. Su comunicado resulta extempor¨¢neo, pues este borrascoso momento no resulta el mejor para propagar la buena nueva nacionalista. Hasta para catequizar necesita el misionero sosiego e ir poco a poco, no a la brava. Encima, los mal pensados de siempre interpretar¨¢n que este comunicado afirma que no puede el Gobierno (estatal) hablar con ETA sin seguir el gui¨®n de ETA, que en este punto parece similar al del Gobierno vasco. ?No da un vendaval de ox¨ªgeno al terror el que el Gobierno de todos los vascos asegure que ETA pide algo tan obvio que ni se debe negociar? Apaga y v¨¢monos. Podr¨ªa suceder que el terrorista, lector afanoso de comunicados gubernamentales, concluyera que mejor seguir arreando, pues la representaci¨®n m¨¢xima de la vascon¨ªa entiende que lo que ¨¦l pide con las armas ni siquiera es negociable.
Si esta vez sale mal lo de la paz, que nuestros egregios gobernantes no busquen la paja en el ojo ajeno a la hora de las culpas, como de costumbre. Por donde lo miren: su contribuci¨®n ha sido fatal.
Mayor perplejidad a¨²n produce la idea de normalidad que subyace en estos decires. Entiende el Gobierno nacionalista vasco que este pa¨ªs s¨®lo ser¨¢ "normal" cuando se impongan las tesis nacionalistas. Como la reivindicaci¨®n autodeterminista no es una m¨¢s de su doctrina, sino la esencial, su raz¨®n ¨²ltima, viene a decir que mientras el movimiento no consiga sus logros b¨¢sicos aqu¨ª no hay nada que hacer. Pues vaya. Siempre sorprende la facundia con la que el "nacionalismo moderado" larga que el Pa¨ªs Vasco, desgarrado y con d¨¦cadas de violencia, se arreglar¨¢ con el triunfo de sus ideas. ?Moderaci¨®n pol¨ªtica, estar a la que salte o aprovechateguis no m¨¢s? Qui¨¦n sabe. Quiz¨¢s tan s¨®lo frivolidad o sobredosis de autoestima.
El fondo del asunto desazona, ese empleo del "no negociable" aplicado a un postulado de partido. Inquieta ese olvido de que la noci¨®n nacionalista sobre la autodeterminaci¨®n es principio ideol¨®gico de parte, no una verdad universal. Cabe decir lo mismo de su concepto de "pueblo", no digamos ya de "pueblo vasco", una de las ideas de los nacionalistas m¨¢s oscuras para los que no lo son. Quiz¨¢s de las m¨¢s rechazables, en t¨¦rminos ¨¦ticos, pol¨ªticos y democr¨¢ticos, pues en el uso nacionalista la ciudadan¨ªa queda sustituida por una definici¨®n a priori y doctrinal de "lo vasco".
Estremecen las doctrinas de partido innegociables, inalienables, irrenunciables, imprescriptibles (todo esto se lee sobre la autodeterminaci¨®n de los nacionalistas), que deben ser aceptadas por todos. Subyace la idea de que hay principios ideol¨®gicos m¨¢s importantes que la convivencia y las vidas. No se enuncian a partir de las necesidades colectivas de los vascos sino desde las alegr¨ªas ideol¨®gicas de una mitad de la sociedad. Este camino nos lleva exactamente a ning¨²n lado. ?C¨®mo "normalizar" esto sin olvidar las purezas doctrinales? Mejor que enunciar filosof¨ªas de parte, convendr¨ªa ahondar en las posibilidades de convivencia, no en los principios, que los carga el diablo en un pa¨ªs que los tiene tan encontrados.
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