Noches en la pen¨ªnsula del Silencio

En un enclave privilegiado del levante mallorqu¨ªn, donde anta?o marc¨® estilo el Club Mediterran¨¦e, la cadena Blau Hotels & Resorts gestiona desde hace nueve meses un nuevo complejo vacacional pionero en la regeneraci¨®n urban¨ªstica de la isla. Contra pron¨®stico, el resort aporta su granito de arena a la imperiosa necesidad de esponjamiento que tiene hoy el litoral despu¨¦s de tanto ladrillo y tanta sobrepoblaci¨®n colmenar durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Sus instalaciones -varios bloques de dormitorios en terraza y villas de lujo- se diseminan sobre 30 hect¨¢reas de finca a lo largo de un kil¨®metro de costa, entre las dos calas que forma la llamada pen¨ªnsula del Silencio, al sur de Porto Petro.

Para estar a la altura de este entorno de sosiego los responsables de la cadena Blau ya podr¨ªan haber llamado a un arquitecto de prestigio para encauzar con mayor solvencia el proyecto constructivo, a¨²n rezumante de est¨¦tica desarrollista. Queda mejor de noche, iluminado, frente a la l¨¢mina azul de las piscinas y el rielar acerado de la luna en el mar. Y mucho mejor en la intimidad de las habitaciones, amplias y colmadas de detalles, como ducha y ba?era aparte, terraza panor¨¢mica y hasta una percha en el ba?o para dejar que las camisas ganen apresto con el vapor del ba?o. El lujo por el lujo se disfruta en las 10 villas en primera l¨ªnea de mar, con terraza de 50 metros cuadrados, dos dormitorios, cocina, tres cuartos de ba?o y piscina propia.

En el edificio central, bajo el vest¨ªbulo, un sal¨®n minimalista con terraza exterior invita al ensimismamiento. Cuatro restaurantes hacen despertar los sentidos: el mediterr¨¢neo Ran de Mar, la vista; el espa?ol¨ªsimo La Finca, el tacto y los o¨ªdos; el gourmet Galani regala sabores de la cocina francesa, y el japon¨¦s Midori, ambiente zen. Una baranda contornea la cala hacia el centro de convenciones, cuya arquitectura se da un aire al aeropuerto de Mallorca; no en vano ambos han sido dise?ados por el mallorqu¨ªn Pere Nicolau. Entre los jardines, en un edificio aparte, el spa adolece de falta de luz exterior y de un deficiente aislamiento ac¨²stico, pero sumerge a quien lo utiliza en una nebulosa hol¨ªstica de la que es dif¨ªcil escapar. Ayuda a ello el orientalismo de la estadounidense Linda Nicolau y su puesta en escena con cosm¨¦ticos de elaboraci¨®n propia, aceites tonificantes, velas, frazadas hind¨²es y p¨¦talos a tutipl¨¦n.