Altos vuelos
La nueva obra de Sara Baras tiene algo de final de ciclo. Tres es igual a trilog¨ªa, y entre aquel primer Sensaciones y este Sabores median unos a?os y una actividad que marcan una diferencia que es, por descontado, bastante sensible. La artista tiene carisma, se siente segura, querida, y cuenta con la experiencia y los medios para realizar un sue?o que va mucho m¨¢s all¨¢ de su segundo y casi hom¨®nimo montaje de baile.
Sabores es una obra pulida en todos sus detalles, desde la misma m¨²sica -con un Banderas cada d¨ªa m¨¢s maduro- hasta la iluminaci¨®n, el orden, las transiciones y la elecci¨®n de los bailes, donde se persigue ese dif¨ªcil equilibrio entre tradici¨®n y modernidad. Lo primero se anuncia en el primer cuadro -silla, sombrero y la figura de T¨ªa Juana la del Pipa-: un recuerdo emocionado al pasado que, m¨¢s tarde, encontrar¨ªa su concreci¨®n principal en el baile de la siguiriya con casta?uelas que protagoniza Luis Ortega con un antiguo clasicismo. Tambi¨¦n en el taranto, Sara Baras deja huellas de esa b¨²squeda con el juego de la cintura y unos brazos y manos al aire que parecen dedicados a los que le reprochan el uso abusivo de sus pies. Supo a poco, y para los mismos podr¨ªa ir dirigido su posterior baile por martinete, porque ah¨ª s¨ª que hubo taconeo, pero medido, administrado y muy trabajado.
X Festival de Jerez
Sabores. Bailarines: Sara Baras (direcci¨®n y coreograf¨ªas) y cuerpo de baile. Artistas invitados: Jos¨¦ Serrano, Luis Ortega. Guitarras: Jos¨¦ Mar¨ªa Bandera (direcci¨®n musical), Mario Montoya. Cante: Miguel de la Tolea, Sa¨²l Quir¨®s. Percusi¨®n: Antonio Su¨¢rez. Viol¨ªn: Jos¨¦ Amador Go?i. Teatro Villamarta. Jerez, 3 de marzo.
La modernidad, ya se sabe, reside en su figura bailaora, alejada de t¨®picos y construida con sedosas faldas de ampl¨ªsimo vuelo que le permiten todo tipo de juegos. Un vuelo alto el de su falda, que es met¨¢fora de su espect¨¢culo, de su baile y de la tremenda proyecci¨®n popular que tiene cuanto hace.
El final por buler¨ªas estaba llamado a marcar la apoteosis, y lo logr¨®. Una canci¨®n que habla del mar de C¨¢diz, y de una concha que dio luz a una rosa, introduce el homenaje a su madre que cobra forma con unas pata¨ªtas que quieren reproducir las primeras que ella le ense?¨®. Luego, libertad absoluta para el lucimiento y el aplauso que provoca cada desplante.
Babelia
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