Pararle la excavadora al PP
Hay que pararle los pies y la excavadora al PP, pero de una vez y sin esas contemplaciones que se gasta la oposici¨®n, con un poder poco dado a la cortes¨ªa y mucho a la mayor¨ªa absoluta. Hay que interceptar y detener el desmantelamiento sistem¨¢tico, desorbitado y caprichoso de la ciudad, de muchas otras ciudades y pueblos. Hay que impedir la comisi¨®n de tanto estrago, cumplida con la mayor impunidad. El hecho de que los ediles conservadores abdiquen de sus responsabilidades pol¨ªticas, que no terminan de asumir, y se alisten de mamporreros en la n¨®mina de ciertos promotores inmobiliarios, que son, en definitiva, quienes ejercen el gobierno, es entrampar al vecindario, y transferir los votos de las urnas a las arcas de la especulaci¨®n; es una complaciente capitulaci¨®n a un urbanismo m¨¢s d¨®cil con los intereses y privilegios de unos pocos, que con las necesidades, las satisfacciones y los servicios de todo el padr¨®n. Despu¨¦s de los cambios que se produjeron la semana pasada en el grupo municipal del Ayuntamiento alicantino, el nuevo portavoz, Manuel de Barros, se ha mostrado contundente a la hora de exigir al alcalde popular/campista, Luis D¨ªaz Alperi, que se concluya la redacci¨®n del PGOU, despu¨¦s de siete a?os, porque el retraso y la carencia de ese documento siempre es una tentaci¨®n y, con demasiada frecuencia, un pretexto para perpetrar desafueros urban¨ªsticos que lesionan temeraria y gravemente el planeamiento de la ciudad. ?El Plan Rabassa? El Plan Rabassa lo votaron, junto a la mayor¨ªa del PP, los doce concejales socialistas, en una casi unanimidad -s¨®lo rota por el voto negativo de EU- que despert¨® recelos y algo m¨¢s en sectores de una ciudadan¨ªa bien informada, m¨¢s preocupada y atenta a cuanto se cuece en los fogones de algunas competencias municipales. Y el cronista conoce de muy buena tinta que Manuel de Barros es consciente del error que se cometi¨®, en su momento, y tambi¨¦n de la rectificaci¨®n que requiere, y a la que est¨¢n obligados los ediles del PSPV, siquiera sea como testimonio de una ¨¦tica y como respuesta a unos principios que deben consolidar una oposici¨®n menos dada al pacto y al pasteleo, y s¨ª m¨¢s firme y rigurosa, m¨¢s vigilante y cr¨ªtica. Y en eso parece que anda ahora el grupo, aun con los reproches de ?ngel Franco a la direcci¨®n comarcal, por la remodelaci¨®n del mismo, y a las amenazas de ¨¦sta con expedientar al ex senador, a lo que se a?ade la disconformidad y hasta la indignaci¨®n de Blas Bernal con las ¨¢reas que le han confiado en la reciente distribuci¨®n de competencias. Entre tanto, el nuevo portavoz anuncia que obstaculizar¨¢ la desastrosa pol¨ªtica urban¨ªstica del alcalde, con todo g¨¦nero de trabas y alegaciones, "porque la ciudad son los ciudadanos prioritariamente, y no los ladrillos, ni el cemento y a¨²n mucho menos la especulaci¨®n". Ahora, Manuel de Barros y su grupo tienen por delante un plan especial de protecci¨®n del centro tradicional de Alicante que puede dar mucho de s¨ª, en todos los aspectos: a unos lo de siempre, es decir, los beneficios que suele reportarles esa pol¨ªtica de calcoman¨ªa, tan deslumbrante como enga?osa, que manejan con soltura y sin empacho; y a otros, un proceso complicado -crisis por aqu¨ª, crisis por all¨¢-, pero que si prospera puede mejorar ostensiblemente su situaci¨®n de cara a las municipales de 2007. Eliminadas las primarias, las direcciones federal y nacional socialistas, van a sondear -lo que no deja de ser una pr¨¢ctica habitual- el perfil de los candidatos m¨¢s id¨®neos que pueden aspirar a la alcald¨ªa de Alicante. Y aunque hay mucha especulaci¨®n de por medio y muchos nombres, se barajan con insistencia los de Etelvina Andreu, subdelegada del Gobierno, y Salvador Ord¨®?ez, secretario de Estado de Universidades.
La diligencia de la iniciativa socialista, si se superan las tensiones y discrepancias internas, puede poner de los nervios a un PP decididamente dividido. Un PP, donde su presidente provincial, el popular/zaplanista Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, se juega no s¨®lo el gobierno municipal, sino el territorio marcado por Zaplana, desde el que avizora y controla cuanto se mueve en la Comunidad Valenciana.
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