Arranca la era Bachelet
La primera presidenta de Chile es pol¨ªglota, reservada y poco amiga de la adulaci¨®n
"Me gustar¨ªa quedarme aqu¨ª, pero no va a poder ser. En esta casa soy feliz. Es fant¨¢stica, pero no podr¨ªa quedarme. Es una cuesti¨®n de seguridad". Sentada en el sal¨®n de su casa, una construcci¨®n de una planta situada en un barrio residencial de Santiago de Chile -cuyas habitaciones son peque?as y enmoquetadas y los mayores lujos son algo de jard¨ªn y una reducida piscina-, Michelle Bachelet se dispon¨ªa hace un mes a elegir al grupo de personas que la acompa?ar¨¢n desde del pr¨®ximo s¨¢bado y durante los pr¨®ximos cuatro a?os en la labor de gobernar Chile.
Hasta ese momento todo hab¨ªan sido hip¨®tesis con m¨¢s o menos fundamento, pero mientras miraba la mesa de su comedor, esta m¨¦dica cirujana nacida hace 55 a?os en Santiago ya sab¨ªa que ten¨ªa el mandato de los chilenos para ocupar la presidencia del pa¨ªs. Y aunque probablemente sea la m¨¢s satisfactoria de todas, ¨¦sta no es la primera vez en la vida de Bachelet en que tiene que abandonar su domicilio por razones de seguridad.
La mandataria, cuyo padre fue asesinado por la dictadura, vivi¨® exiliada de 1975 a 1979
Sus allegados dicen que no es partidaria de tener una 'mano derecha' en el Gabinete
En febrero de 1975, Bachelet tuvo que hacer a la carrera una maleta ayudada por su t¨ªa Alicia porque en apenas minutos despegaba un avi¨®n desde el aeropuerto de Santiago con destino a Sidney que deb¨ªa abordar junto a ?ngela Jeria, su madre. Jeria acababa de ser liberada del centro de detenci¨®n de Cuatro ?lamos donde hab¨ªa sufrido torturas a manos de miembros de las Fuerzas A¨¦reas chilenas.
Se trata del mismo cuerpo castrense en cuyas filas el padre de Michelle, Alberto Bachelet, hab¨ªa alcanzado el grado de general. Al permanecer leal al presidente constitucional, Salvador Allende, fue encarcelado y torturado por sus propios compa?eros, quienes el 11 de septiembre de 1973 hab¨ªan secundado el golpe del general Augusto Pinochet. Alberto Bachelet muri¨® encarcelado en 1974 tras sufrir un infarto despu¨¦s de una sesi¨®n de torturas y sus galones no evitaron la detenci¨®n y las torturas ni a su mujer ni a su hija peque?a, entonces una estudiante de Medicina. Pinochet y su golpe destruyeron un hogar y un pa¨ªs en los que a Bachelet le hubiera gustado quedarse.
Esa experiencia y otras al menos igual de dolorosas, como el conocer que ella y toda la c¨²pula del Partido Socialista hab¨ªan sido delatados a los servicios secretos del dictador por alguien muy cercano a ella, marcaron el car¨¢cter de esta mujer que ha luchado por mantener detalles de una vida "normal" pr¨¢cticamente hasta el ¨²ltimo momento antes de asumir la presidencia del pa¨ªs.
Hasta la primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebradas el pasado diciembre, Bachelet ha frecuentado el supermercado y todos los d¨ªas ha acudido a recoger al colegio a su hija peque?a, Sof¨ªa, de 12 a?os. No era todav¨ªa la presidenta, pero las encuestas le daban una gran ventaja, en ocasiones de 20 puntos, que auguraba que ni siquiera tendr¨ªa que someterse a una segunda ronda electoral, cosa que al final no sucedi¨®.
Quienes conocen a la presidenta destacan que no es f¨¢cil saber lo que est¨¢ pensando. Es partidaria de compartimentar la informaci¨®n entre sus colaboradores, lo que impide la aparici¨®n de una mano derecha que haga de filtro ¨²nico para llegar hasta ella. Una manera de actuar que se remonta a su militancia socialista en la clandestinidad.
Poco despu¨¦s de llegar a Australia, Bachelet se traslad¨® a la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. All¨ª se cas¨® con el arquitecto Jorge D¨¢valos con quien tuvo a sus dos hijos mayores, Sebasti¨¢n, de 26 a?os, y Francisca, de 21. Bachelet tuvo que lidiar con una profunda crisis en el Partido Socialista chileno producto de la infiltraci¨®n del espionaje pinochetista en los cuadros de mando del partido. Y hubo de multiplicar su cautela en 1979, a?o en el que regres¨® a Chile para terminar sus estudios de Medicina. Y ya nunca ha abandonado esa manera de actuar.
Confiesa que "adem¨¢s del espa?ol y el ingl¨¦s" domina con fluidez franc¨¦s, portugu¨¦s y alem¨¢n. Alguna vez lo ha demostrado en ruedas de prensa ante los corresponsales extranjeros generando cr¨ªticas, muy matizadas, de la oposici¨®n, cuyos candidatos tampoco han podido atacarla por una formaci¨®n en el extranjero excesivamente dependiente de uno de los bloques desaparecidos tras la guerra fr¨ªa.
Bachelet tiene un curso de posgrado en Defensa Continental cursado en el Colegio Interamericano de Defensa de Washington y fue la primera de su promoci¨®n en un curso de estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Pol¨ªticos y Estrat¨¦gicos de Santiago. Cuando en enero de 2002 asumi¨® la cartera de ministra de Defensa, los militares chilenos constataron que la hija del general no s¨®lo sab¨ªa c¨®mo dirigirse a ellos, sino que adem¨¢s conoc¨ªa la materia de la que hablaba.
"Palabra de mujer" ha sido el eslogan de su campa?a, una frase que a ella le agrada y que ha repetido con frecuencia como sin¨®nimo de compromiso. No prometi¨® a nadie una cartera, pero s¨ª asegur¨® que en su Gabinete habr¨ªa el mismo n¨²mero de hombres y de mujeres, algo que ha cumplido. De 19 ministros, nueve son mujeres. Y logrado, con la dificultad a?adida de hacer compatible la condici¨®n de g¨¦nero con el complicado reparto de poder y carteras al que le obliga haber llegado al Palacio de la Moneda como l¨ªder de una coalici¨®n -la Concertaci¨®n Democr¨¢tica- formada por cuatro partidos, que vienen gestionando con ¨¦xito el Gobierno chileno desde que se restaur¨® la democracia hace 16 a?os.
El reparto le ha salido bien. El pasado mi¨¦rcoles anunciaba el nombramiento de 31 subsecretarios -el segundo pelda?o de su Administraci¨®n- repitiendo la f¨®rmula del reparto entre hombres y mujeres, un paso que pocos apostaban que se produjera tan pronto.
El pr¨®ximo s¨¢bado, 11 de marzo, Michelle Bachelet asumir¨¢ el cargo. Han pasado casi 33 a?os desde que, siendo una estudiante, acudiera a la Facultad de Medicina durante el golpe perpetrado por Pinochet. Desde la azotea del edificio pudo observar el humo que se elevaba del Palacio de la Moneda mientras era bombardeado por la aviaci¨®n y donde momentos despu¨¦s se suicidar¨ªa Salvador Allende. Su padre, que la buscaba por la capital chilena tratando de llevarla a casa, ni imaginaba que no s¨®lo estaba salvando a su hija, sino a la futura presidenta del pa¨ªs.
La paradoja es que el presidente saliente, Ricardo Lagos, le entrega el mando sobre el pa¨ªs -"un pa¨ªs optimista", dice el mandatario- pero el s¨ªmbolo de ese mandato queda en su poder. La banda presidencial que le impondr¨¢ a Bachelet ha sido confeccionada expresamente para la nueva jefa del Estado. Al fin y al cabo en un pa¨ªs donde los presidentes tienen que vivir en un piso de alquiler pagado de su propio bolsillo, lo m¨ªnimo que se les puede permitir es que se lleven la banda de recuerdo a casa.
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