Tendencias con fronteras
Tiene raz¨®n Fietta Jarque: caen los programas fulminados por las tablas del aud¨ªmetro, pero no caen los programadores. Siguen a pesar de que semanalmente siembran el patio cat¨®dico de cad¨¢veres. En cualquier otro negocio del ocio, desde los estudios de Hollywood hasta las majors discogr¨¢ficas, los fracasos de audiencia los pagan los ejecutivos que yerran de tendencia. Por esa raz¨®n, los grandes conglomerados del entretenimiento, siguiendo los pasos de la moda en general y de Zara en particular, basan toda su estrategia en los cazadores de tendencias. Esa profesi¨®n emergente y muy estresada que est¨¢ haciendo rica a la chavaler¨ªa con ojo y o¨ªdo para detectar lo que se lleva por las aceras, las webs, las discotecas, las pantallas o las pasarelas.
En nuestros organigramas televisivos no est¨¢ prevista la figura del cazador de tendencias y eso explica que los programadores, que no salen de sus despachos, metan tanto la pata y no les pase nada. Si a esto a?adimos el hecho, exclusivamente nacional, de que nuestra TV todav¨ªa tiene fronteras, es el ¨²nico producto de la globalizaci¨®n que funciona en plan casero y de autoconsumo porque aqu¨ª dentro s¨®lo vemos y comparamos la tele que se hace aqu¨ª dentro, al contrario de lo que ocurre con los dem¨¢s entretenimientos, entonces se entiende este baile de parrillas.
Ver¨¢n, los programas que aqu¨ª funcionan son id¨¦nticos a los de todas las teles del globo. Algunos reality de Endemol, el tambi¨¦n formato planetario del late night estilo Hache o Buenafuente, series como House, CSI y pronto, por fin, Mujeres desesperadas y Perdidos, la correcta versi¨®n local de las telecomedias universales de vecinos (Aqu¨ª no hay quien viva, 7 vidas), la Champions y alguna peli que fue megahit. Pura normalidad. Todav¨ªa no hemos inventado nada nuevo, excepto esas papillas de nuestras parrillas que van del rosa al amarillo, y el aud¨ªmetro s¨®lo castiga los espacios castizos y ensimismados que no respetan las tendencias sin fronteras. Como Ruffus, Mi abuelo es el mejor, ?Cantas o qu¨¦? y otros muertos que ning¨²n cazador de tendencias de Zara hubiera recomendado.
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