Deshielo
Aquella lluvia de la infancia se ha convertido en una categor¨ªa del alma. La recuerdo en las tardes moradas de la cuaresma durante los temporales de levante sonando en los canalones del patio mientras le¨ªa tebeos al volver de la escuela con el pelo todav¨ªa mojado o en las noches de invierno en que dorm¨ªa en la misma cama con un hermano y hac¨ªamos una caba?a con la s¨¢bana para refugiarnos en ella y dentro de aquel espacio, que me parec¨ªa inmenso, nos cont¨¢bamos historias de terror. Aquella lluvia persistente, mansa y oblicua de la infancia la llevo asociada a las lecturas de piratas; en cambio, el fr¨ªo y la nieve forman parte de una mitolog¨ªa de p¨¢jaros ateridos, de los petirrojos y estorninos que se lanzaban a muerte sobre el cepo que les hab¨ªa preparado con una aceituna negra. La noche suspend¨ªa todos los sonidos cuando nevaba. Los perros no ladraban, no se o¨ªa ninguna voz en la calle y el silbido del tren parec¨ªa llegar atravesando un silencio blando. La pureza de aquella nieve tardaba mucho tiempo en ser vulnerada hasta el punto que la conservamos dentro de nosotros intacta todav¨ªa. Con niebla en el belfo sobre aquella luz met¨¢lica iban los caballos al campo. El deshielo de marzo, al final de un fr¨ªo largo, es un espect¨¢culo muy puro cuando se produce en el coraz¨®n del bosque o se desliza desde aquellos aleros de la ni?ez que s¨®lo pertenecen a nuestra memoria. Por otra parte, no hay corrupci¨®n mayor que la de la nieve cuando en el asfalto se convierte en un fango oscuro expuesta a la realidad de cada d¨ªa. La gente va al trabajo con sus pasiones a cuestas y las ruedas de los coches aplastan la primera luz de la nieve que s¨®lo pertenece a los ni?os, aunque ellos la pisan transformada ya en barro cuando vuelven del colegio. A simple vista se trata de la vida, pero esa sucia amalgama que se forma en la ciudad al d¨ªa siguiente de la nevada es la met¨¢fora de otra suciedad a la que hoy estamos sometidos. Mientras aqu¨ª abajo la pol¨ªtica se ha convertido en un barrizal, la nieve que cay¨® estos d¨ªas pasados ha ido a refugiarse de nuevo en el coraz¨®n del bosque. Cualquier ciudadano est¨¢ zarandeado por la propia vulgaridad; la violencia de los fan¨¢ticos y la agresividad de ciertos pol¨ªticos nos hacen sentir miserables, pero en este momento el sol de marzo en alg¨²n lugar muy preservado est¨¢ transformando la nieve en un hilo de luz que se desprende desde las ramas de los abetos hasta el humus fermentado. Durante la ca¨ªda atraviesa nuestra memoria y tambi¨¦n el coraz¨®n de los p¨¢jaros.
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