Adi¨®s a un agitador
Frederic fue, entre las d¨¦cada de 1970 y 1980, desde la subdirecci¨®n del Institut del Teatre, uno de los hombres clave para vehicular reformas, para renaturalizar esencias, para refundir objetivos, y es que se nos reclamaba abrir, entre las paredes del viejo Institut, rendijas de libertad a trav¨¦s de las que entrar¨ªan aires nuevos y se vertebrar¨ªa un verdadero teatro nacional con referentes de pasado -Mancomunitat de Catalu?a, Escuela Catalana de Arte Dram¨¢tico- y de presente -Escola Adri¨¤ Gual, Ricard Salvat.
Pero m¨¢s que mecerme en los recuerdos de un pr¨®ximo pasado, aquel en el cual me fue posible convivir y armar complicidades con Frederic, quisiera hacer un salto hacia adelante, desde la firme convicci¨®n de la intemporalidad de un Frederic, hombre de su tiempo, fuera este el que fuera o le hubiera tocado vivir.
?Qu¨¦ hubiera significado, pues, hoy, Frederic, en los albores del siglo XXI? ?Cu¨¢l hubiera sido su papel en las aig¨¹es encantades de nuestra c¨®moda contemporaneidad? Estoy convencido de que Frederic Roda, hoy, destilar¨ªa sus saberes y curiosidades y agitar¨ªa, con su provocador humanismo, heredero de la ilustration fran?aise y del renacimiento italiano, nuestras estancadas placideces y nos revelar¨ªa su m¨¢s profunda dimensi¨®n, liberada de las urgencias movilizadoras que la reconstrucci¨®n del tejido cultural de un pa¨ªs reclamaban.
Frederic Roda, desde su condici¨®n de okupa intelectual, de "civilitzat, tanmateix", eso s¨ª, mas all¨¢ del sistema, seguir¨ªa convocando voces para la paz y estudios para esclarecer los or¨ªgenes de los conflictos colectivos.
Con Frederic Roda, desaparece, pues, un agitador de consciencias y un incontinente generador de iniciativas al margen del sistema. Un hombre que, desde el teatro, la pedagog¨ªa, la empresa, la res publica y la familia, colabor¨® activamente en la movilizaci¨®n de toda una generaci¨®n, la de la segunda mitad del siglo XX. Pero es que tambi¨¦n desaparece un hombre que, desde su actual "jard¨ª dels cirerers", segu¨ªa suscitando socr¨¢ticas, inesperadas reflexiones.
Adi¨®s, Frederic, m¨ªstico, seductor, enamoradizo, inc¨®modo, pol¨ªticamente incorrecto. Te recordaremos, como tu quer¨ªas, por tus tres besos en nuestras mejillas, por las ramitas de boix en el ojal de tu chaqueta y tambi¨¦n por tu El infinito de Leopardi y tu Ornella Vanoni que, descalza y con acento milan¨¦s, nos susurraba: "mi sono innamorata di te".
?Verdad, Frederic, que no necesitamos autoridades?
Hermann Bonn¨ªn es director teatral.
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