El silencio sobre Chechenia
Para un sencillo observador, es extremadamente dif¨ªcil franquear las puertas cerradas que separan a Chechenia del resto del mundo. De hecho, nadie sabe siquiera cu¨¢ntas bajas civiles se han producido en diez a?os de guerra. De acuerdo con los c¨¢lculos de Organizaciones No Gubernamentales, la cifra oscila entre los 100.000 (es decir, uno de cada diez civiles) y los 300.000 (uno de cada cuatro). ?Cu¨¢ntos votantes participaron en las elecciones celebradas en noviembre de 2005? Entre el 60 y el 80%, seg¨²n las autoridades rusas; en torno al 20%, calculan observadores independientes. El mutismo impuesto sobre Chechenia impide evaluar con precisi¨®n las devastadoras consecuencias de un conflicto despiadado. Pero la censura no puede ocultar por completo el horror. Ante la mism¨ªsima mirada del mundo, ha sido arrasada una capital -Grozny, con 400.000 habitantes- por primera vez desde el castigo de Hitler a Varsovia en 1944. No es posible calificar convincentemente de "antiterrorismo" tama?a inhumanidad, como insiste el presidente Vlad¨ªmir Putin. Los altos mandos castrenses rusos dicen estar luchando contra una partida de entre 700 y 2.000 combatientes. ?Qu¨¦ dir¨ªamos si el Gobierno brit¨¢nico hubiera bombardeado Belfast o si el Gobierno espa?ol bombardeara Bilbao, con el pretexto de estar reprimiendo al IRA o a ETA?
Y sin embargo, el mundo calla ante el saqueo de Grozny y otras ciudades y pueblos chechenos. ?Tienen las mujeres, los ni?os y todos los civiles chechenos menos derecho al respeto que el resto de la humanidad? ?Se les sigue considerando humanos? Nada puede excusar la aparente indiferencia que manifiesta nuestro silencio en todo el mundo. En Chechenia est¨¢ en juego nuestra moral b¨¢sica. ?Debe el mundo aceptar la violaci¨®n de ni?as raptadas por las fuerzas ocupantes o por sus milicias? ?Debemos tolerar el asesinato y el secuestro de ni?os para torturarlos, destrozarlos, y revenderlos a sus familias, vivos o muertos? ?Qu¨¦ hay de los campos de "filtraci¨®n" o de la "le?a humana"? ?Y de las aldeas exterminadas para dar ejemplo? Unas cuantas ONG y algunos periodistas valientes, rusos y occidentales, han presenciado incontables cr¨ªmenes. As¨ª que no podemos decir que "no lo sab¨ªamos". De hecho, en Chechenia est¨¢ en juego el principio fundamental de las democracias y de los Estados civilizados: el derecho de los civiles a la vida, incluida la protecci¨®n de inocentes, viudas y hu¨¦rfanos. Los acuerdos internacionales y la Carta de Naciones Unidas son tan vinculantes en Chechenia como en cualquier otra parte. El derecho de las naciones a la autodeterminaci¨®n no supone el derecho de los gobernantes a deshacerse de su gente.
Tambi¨¦n est¨¢ en juego la lucha contra el terrorismo. ?Qui¨¦n no se ha dado cuenta a¨²n de que el Ej¨¦rcito ruso est¨¢ actuando de hecho como un grupo de bomberos pir¨®manos, que con su comportamiento avivan las hogueras del terrorismo? Despu¨¦s de diez a?os de represi¨®n a gran escala, el fuego, lejos de extinguirse, se est¨¢ propagando, cruzando fronteras, haciendo estallar en llamas el norte del C¨¢ucaso y volviendo todav¨ªa m¨¢s fieros a los combatientes. ?Durante cu¨¢nto tiempo m¨¢s podemos pasar por alto el hecho de que, resucitando el coco del "terrorismo checheno", el Gobierno ruso est¨¢ suprimiendo las libertades alcanzadas cuando se vino abajo el imperio sovi¨¦tico? La guerra chechena enmascara y motiva el restablecimiento en Rusia del poder centralizado: poniendo nuevamente a los medios bajo el control estatal, aprobando leyes contra las ONG y reforzando la "l¨ªnea de poder vertical", que incapacita a las instituciones y a las autoridades para oponerse o limitar al Kremlin. Parece que la guerra oculta una vuelta a la autocracia.
Por desgracia, Chechenia lleva 300 a?os de guerras. Fueron conflictos coloniales crueles durante el reinado del zar y casi genocidas con Stalin, que deport¨® a toda la poblaci¨®n chechena, un tercio de la cual pereci¨® durante su traslado al Gulag. Porque rechazamos las empresas coloniales y exterminadoras, porque amamos la cultura rusa y creemos que Rusia puede prosperar en un futuro democr¨¢tico, y porque creemos que el terrorismo -ya sea de grupos sin Estado o de Ej¨¦rcitos estatales- deber¨ªa ser condenado, exigimos que se ponga fin al mutismo mundial sobre el problema checheno. Debemos ayudar a las autoridades rusas a escapar de la trampa que ellas mismas han construido y en la que han ca¨ªdo, poniendo en peligro no s¨®lo a los chechenos y a los rusos, sino al mundo. Ser¨ªa tr¨¢gico que, durante la cumbre del G-8 que se celebrar¨¢ en San Petersburgo, Rusia, en junio de 2006, se dejara a un lado la cuesti¨®n chechena. Esta guerra atroz e interminable debe discutirse abiertamente si queremos que acabe en paz.
(*) Firman conjuntamente este art¨ªculo, adem¨¢s de Havel: Andr¨¦ Gl¨¹cksmann, pr¨ªncipe Hassan bin Talal, Frederik Willem de Klerk, Mary Robinson, Yohei Sasakawa, Karel Schwarzenberg, George Soros y Desmond Tutu. (c) Project Syndicate, 2006. Traducci¨®n de News Clips.
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