'Pentimento'
Lo confieso: fui yo quien abri¨® la caja de los truenos, al utilizar por primera vez la expresi¨®n "vencedores y vencidos" en mi alocuci¨®n en Andoain el pasado 8 de febrero cuando conmemoramos el tercer aniversario del asesinato de Joseba Pagaza. Despu¨¦s la rebot¨® el Defensor del Pueblo y m¨¢s tarde unos y otros, a favor o en contra. ?Incluso hubo una votaci¨®n en el Parlamento Vasco, a propuesta de Aralar, para decidir que cuando acabe el terrorismo en Euskadi no debe haber ni vencedores ni vencidos! Alg¨²n d¨ªa contaremos lo que hemos visto y o¨ªdo en estos tiempos y nuestros nietos intergal¨¢cticos no nos creer¨¢n. Claro que ya dar¨¢ igual... La reacci¨®n m¨¢s absurda es la de quienes se encabritan porque para ellos lo de "vencedores y vencidos" suena a guerra y en Espa?a no hay guerra. ?Cu¨¢nta influencia tiene Spencer Tracy todav¨ªa en el imaginario colectivo! Como si no hubiera vencidos y vencedores en las competiciones deportivas, en las Opas empresariales y en las discusiones familiares acerca de veranear en el campo o en la playa. All¨ª donde hay pugna, enfrentamiento y resistencia puede hablarse de vencedores o vencidos. ?Acaso no hubo -felizmente- golpistas vencidos y dem¨®cratas vencedores el 23F? ?Todo el mundo qued¨® el d¨ªa 24 igual de contento? ?Volveremos al chiste de asegurar que cero grados supone que no hace ni fr¨ªo ni calor? Porque en el Pa¨ªs Vasco tenemos desde hace treinta a?os un "tejerazo" permanente y la violencia golpista se sienta en el Parlamento con uno u otro nombre. Tanto que ahora algunos ya hablan de la "mesa de partidos", que es el "pacto del cap¨®" en versi¨®n local pero envenenado por muchas m¨¢s complicidades...
Vencedores y vencidos, en el sentido en que estamos hablando, los habr¨¢ queramos o no. El Parlamento vasco puede decir misa (sacrificio, por cierto, para el que la mayor¨ªa de sus miembros est¨¢n preparados profesionalmente) pero sus deseos de armon¨ªa universal no van a lograr que ma?ana asesinos y v¨ªctimas, terroristas y dem¨®cratas, constitucionalistas y separatistas, los que llevan d¨¦cadas saboteando la Espa?a democr¨¢tica y los que llevan d¨¦cadas defendi¨¦ndola contra viento y marea... todos vean sus contrapuestos afanes satisfechos por igual (ni siquiera igualmente insatisfechos) tras el final de ETA. Alguien dijo con los ojos en blanco: "Ese d¨ªa el le¨®n pastar¨¢ junto al cordero". ?Pero es que al le¨®n no le gusta pastar, tendr¨¢ que cambiar de dieta! De modo que gana el cordero. Patxi Zabaleta pone como ejemplo de soluci¨®n sin vencedores ni vencidos la transici¨®n "cuyo ¨¦xito estuvo en que las v¨ªctimas de la dictadura franquista no exigieron ni venganza ni reparaci¨®n, ni en muchos casos justicia". ?Al contrario, hombre! Las v¨ªctimas del franquismo fuimos tan generosas porque comprendimos que hab¨ªamos vencido. Habr¨ªa partidos pol¨ªticos, incluido el comunista, habr¨ªa sindicatos "normales", volver¨ªan los exiliados, se restaurar¨ªa en sus c¨¢tedras a los profesores represaliados, la homosexualidad y el adulterio dejar¨ªan de ser delito, acabar¨ªa la censura cinematogr¨¢fica, reinar¨ªa la libertad de prensa, tendr¨ªamos autonom¨ªas regionales, emblemas anatematizados como la ikurri?a o la senyera ondear¨ªan sin problemas, etc., etc... ?Acaso todo eso no es una victoria? ?Los procuradores en Cortes que resignadamente votaron su autodisoluci¨®n eran tan "vencedores" como los l¨ªderes pol¨ªticos que salieron de la c¨¢rcel para ocupar sus esca?os? ?Al final del jaleo Utrera Molina estaba ni m¨¢s ni menos feliz que Santiago Carrillo? La derrota social y pol¨ªtica del franquismo fue tal que mereci¨® la pena ser generoso con los franquistas: si se hubieran empe?ado en mantener sus juicios y prejuicios, los dem¨¢s no nos hubi¨¦ramos resignado tan d¨®cilmente. De modo que en Euskadi esperamos que pase lo mismo. No s¨®lo que renuncien a la violencia, la extorsi¨®n y la amenaza los que a¨²n la ejercen, sino que quienes no han aceptado la Constituci¨®n y el Estatuto deban acatar la legalidad democr¨¢tica que hemos defendido contra ellos, que puedan regresar los que tuvieron que irse presionados por los terroristas o los primos de los terroristas, que se "normalice" la pol¨ªtica en Euskadi o sea que todos los proyectos constitucionalmente asumibles -incluidos los que pidan modificaciones constitucionales- puedan expresarse con la misma libertad y durante un tiempo suficiente que repare la opresi¨®n sufrida. Despu¨¦s... ya veremos, pero yo apuesto por la generosidad. Y nadie imagine el destino de los "vencidos" como un rosario de humillaciones: seguro que se adaptan tan r¨¢pida y excelentemente a la nueva situaci¨®n como los antiguos franquistas a la democracia. De hecho, el mayor peligro ser¨¢ que empiecen a darnos lecciones constitucionalistas y antietarras a los dem¨¢s, como suele suceder...
Con todo el respeto, esto no es un problema entre ETA y sus v¨ªctimas. Es natural que las v¨ªctimas pidan justicia, qu¨¦ menos. Pero recordemos que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas del terrorismo etarra (el isl¨¢mico es otro cantar) no han perdido un pariente ni un miembro de su cuerpo, sino su capacidad de expresi¨®n pol¨ªtica, quiz¨¢ su puesto de trabajo o su lugar de residencia, su tranquilidad familiar y su tiempo, dedicado a reivindicar derechos en otras partes aburridos de tan comunes o a defender a cara descubierta la legalidad atacada por violentos y pseudopac¨ªficos. Y ¨¦ste es nuestro temor: que en efecto ETA suspenda estrat¨¦gicamente los
atentados mortales, que entonces la mayor parte de Espa?a respire hondo diciendo "por fin la pesadilla ha acabado"... y que los constitucionalistas vascos nos quedemos solos frente a las concesiones pol¨ªticas hechas a los amigos de los etarras, los cuales matonear¨ªan la pol¨ªtica vasca en premio del esfuerzo que hacen para controlar a quienes son m¨¢s reacios a dejar las armas (ya ha pasado en Irlanda, que tampoco en ¨¦sto es ejemplo a seguir, vid, Modelos para el final del terrorismo, de Rogelio Alonso, EL PA?S, 1/3/06). Nosotros queremos que el final del terrorismo sea el comienzo de la normalidad pol¨ªtica en Euskadi, donde hoy la ¨²nica "anormalidad" es la hipertrofia nacionalista en todas las esferas sociales al amparo de las amenazas constantes de los violentos. Comprar el final de la violencia al precio de cualquier forma de refuerzo del nacionalismo ser¨ªa como pretender auxiliar a alguien que se ahoga hundi¨¦ndole la cabeza bajo el agua.
Algunos claman porque los terroristas pidan perd¨®n y den muestras de arrepentimiento por sus innegables fechor¨ªas. Confieso que a m¨ª ese lenguaje -?perd¨®n, arrepentimiento!- me suena a cosa de curas o de culebrones. En la intimidad de cada cual, no es f¨¢cil saber en que consisten ni que oscilante sinceridad alcanzan tan ambiguos sentimientos. Puede que sea por mi incurable materialismo, pero yo s¨®lo creo en un arrepentimiento: el de quienes fracasan. Los que ganan, no se arrepienten nunca; los que pierden, casi siempre. Gitta Sereny, en El trauma alem¨¢n, ha mostrado convincentemente c¨®mo el arrepentimiento les lleg¨® a tantos nazis alemanes o austriacos tras la derrota de Hitler. Y los m¨¢s acendrados defensores de la invasi¨®n de Irak empiezan a arrepentirse -quiz¨¢ inoportunamente- de ella ahora que tan mal van las cosas. Cuando decimos a alguien "?te arrepentir¨¢s!" no profetizamos un sentimiento de culpa, sino el aviso de que quien crey¨® imponerse con malas artes constatar¨¢ que ha perdido. Si los que pretendieron imponer su proyecto pol¨ªtico por medio del terrorismo o aprovech¨¢ndose de ¨¦l constatan que al final del trayecto est¨¢n m¨¢s lejos que al comienzo de conseguir sus fines, seguro que se arrepentir¨¢n de lo que han hecho, lo reconozcan o no. Si obtienen finalmente ganancia, no s¨®lo no se arrepentir¨¢n -digan lo que digan- sino que alentaremos a otros a emplear ese mismo sistema para sus propias reivindicaciones. Pura pedagog¨ªa social.
No es una declaraci¨®n de arrepentimiento lo que necesitamos, sino m¨¢s bien un pentimento. En historia del arte, pentimento es un cuadro que el artista ha modificado al pintar pero bajo cuyos trazos a¨²n se ven formas del dise?o anterior (Lilian Hellman denomin¨® as¨ª bellamente su autobiograf¨ªa). En Euskadi, no habr¨¢ normalidad democr¨¢tica -que es algo m¨¢s que "paz"- hasta que haya un pentimento en el proyecto nacionalista. La autodeterminaci¨®n es un derecho s¨®lo en situaciones coloniales y la ONU excluye expl¨ªcitamente de su aplicaci¨®n el desmembramiento de Estados democr¨¢ticos. Los ciudadanos vascos tienen derecho a decidir, como cualesquiera otros de Espa?a, pero no solos, que es lo que exigen sin formularlo claramente los radicales. De modo que los nacionalistas tienen derecho a defender su proyecto pol¨ªtico, pero no a convertirlo en un derecho humano fundamental ni mucho menos ligarlo al final del terrorismo.
Esto es lo que esperamos ver reconocido pol¨ªtica y socialmente cuando acabe de una vez la coacci¨®n de los criminales. Entre tanto, es incomprensible que quien puede hacerlo no convoque de una vez oficialmente el Pacto Antiterrorista. Y que no se intente incorporar a ¨¦l a esos nacionalistas que ya se van dando cuenta de lo que significar¨ªa para ellos el "¨¦xito" posterior a ETA de los herederos de la violencia. O sea que, por favor, esta vez nos toca a nosotros decirlo: ?que no nos crispen m¨¢s!
Fernando Savater es miembro de la plataforma c¨ªvica Basta Ya.
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