El estricto internado del Opus
La Obra es casi invisible fuera de Espa?a, Am¨¦rica Latina y Filipinas. Ahora espera ampliar su presencia en Estados Unidos, donde s¨®lo cuenta con 3.000 socios
El inter¨¦s del Opus Dei por darse a conocer y extenderse en Estados Unidos no es nuevo. El fundador de la organizaci¨®n, san Josemar¨ªa Escriv¨¢, habl¨® de ello muchas veces. El primer centro se abri¨® en Chicago en 1949, s¨®lo dos a?os despu¨¦s de que el Opus Dei saliera de Espa?a y fundara una casa en Roma. Chicago se mantiene como la ¨²nica ciudad estadounidense donde la Obra cuenta con una presencia apreciable. Por lo dem¨¢s, las cifras de afiliados no impresionan en absoluto. En Estados Unidos ascienden a unos 3.000, de los que apenas 200 residen en Nueva York, la ciudad donde el Opus Dei dispone desde 2001 de un c¨¦ntrico rascacielos.
En gran medida, la idea de aprovechar la publicidad (negativa pero descomunal) proporcionada por El C¨®digo Da Vinci apunta de forma especial hacia Estados Unidos. Algunos datos parecen indicar el inicio de una expansi¨®n. En 2003, cuando se public¨® la novela, la oficina neoyorquina del Opus Dei recibi¨® 3.860 peticiones de informaci¨®n. Bradley Arturi, la persona que responde a las peticiones, indica que en 2005 el n¨²mero de contactos ascendi¨® a 6.870, lo que representa un aumento del 40%.
La Obra considera que 'El C¨®digo Da Vinci' distorsiona, entre otros efectos, su identidad institucional
Los 85.000 miembros del Opus Dei representan el 0,008% del total de cat¨®licos en el mundo
La Obra cuenta con 15 universidades, 11 escuelas de negocio, 166 residencias para estudiantes
Los que abandonan el Opus Dei le acusan de "lavar cerebros" y anular la personalidad de sus miembros
La gran afluencia de madres de familia supernumerarias cambi¨® el perfil masculino de la Obra
Las afiliaciones, sin embargo, se mantienen al ritmo de siempre. David Gallagher, encargado de esa tarea, estima que el crecimiento anual oscila entre el 1% y el 2%, lo que supone una media cercana a los 40 ingresos al a?o. "Es pronto para saber si toda esta publicidad indirecta tendr¨¢ consecuencias sobre el n¨²mero de peticiones de admisi¨®n en Estados Unidos", se?ala el portavoz internacional Marc Carroggio.
La "pol¨ªtica de transparencia" se ha traducido, por ejemplo, en largos reportajes televisivos emitidos por las principales cadenas estadounidenses y en una noticia de portada de The New York Times. Algunos detalles anecd¨®ticos han hecho las delicias de la prensa, como el hecho de que el ¨²nico Silas (el nombre del monje albino de la novela) realmente perteneciente al Opus Dei sea Silas Agbim, un amabil¨ªsimo broker burs¨¢til residente en Brooklyn, nacido en Biafra (Nigeria) y de aspecto nada albino. "Como ficci¨®n, la obra de Dan Brown es muy entretenida; si se toma como realidad, es ponzo?osa", comenta Agbim.
El Opus Dei ha mantenido ante Columbia-Sony, que produce la versi¨®n filmada de El C¨®digo Da Vinci (el estreno mundial se anuncia para mayo, con videojuego incluido), la misma actitud de "no beligerancia" adoptada frente a la editorial Random House-Bertelsmann. Thomas Bohlin, el vicario en Estados Unidos, ha remitido tres cartas a Amy Pascal, la presidenta de Columbia. La primera, fechada el 15 de enero de 2004, indica que el argumento constituye una "grave injusticia" por la "distorsi¨®n de la identidad institucional" del Opus Dei. El tono de las tres misivas es amable. La respuesta de Columbia, en los tres casos, ha sido tambi¨¦n amable, y basta. Columbia ofreci¨® al Opus Dei la posibilidad de participar en la gesti¨®n de una p¨¢gina de debate en Internet; Bohlin (y la Conferencia Episcopal de Estados Unidos) declin¨® la oferta. Para dar a conocer la realidad del Opus y la irrealidad de El C¨®digo Da Vinci, el numerario John Wauck, sacerdote, ha creado un blog en ingl¨¦s bastante divertido: www.davincicode-opusdei.com. El Opus Dei insiste en que "no habr¨¢ boicoteos" a la pel¨ªcula y en que no tiene "ning¨²n deseo de pol¨¦mica".
El C¨®digo Da Vinci, por el momento, ha convertido la torre de la organizaci¨®n en la calle 34 de Nueva York en una singular atracci¨®n tur¨ªstica. Muchas personas se detienen para fotografiarse ante el portal. "A veces se forma aqu¨ª un barullo de gente y, en ocasiones, alguno se atreve a preguntarnos por la c¨¢mara de tortura", comenta Robert Boone, uno de los porteros del edificio. ?Cu¨¢l es la respuesta a ese tipo de preguntas? "Pues que la c¨¢mara de torturas est¨¢ en el s¨®tano, ?d¨®nde va a estar si no?".
Para sacar alg¨²n provecho del atractivo tur¨ªstico, se ha instalado junto a la puerta un expositor con folletos sobre el Opus Dei. El letrero dice: "Para fans de El C¨®digo Da Vinci: si te interesa el Opus Dei real, coge uno".
Tambi¨¦n llegan con frecuencia a la sede neoyorquina cartas dirigidas al "obispo Aringarosa", el personaje de El C¨®digo Da Vinci. Llevan como direcci¨®n la de Lexington Avenue que aparece en la novela, hasta cierto punto err¨®nea porque corresponde a la residencia femenina. La masculina, donde vivir¨ªa Aringarosa si hubiera existido, est¨¢ en la calle 34, doblando la esquina. Algunas contienen insultos, otras son directamente delirantes. El lunes pasado se recibi¨® una de un tipo que dec¨ªa haber descubierto, despu¨¦s de leer el C¨®digo, que era Dios, Jesucristo y Zoroastro, todo a la vez.
Quienes escriben al "obispo Aringarosa" est¨¢n convencidos de que el Opus Dei acumula poder y almacena secretos de magnitud c¨®smica. En realidad, el Opus Dei empeque?ece cuando se traduce en cifras. Con sus 85.000 miembros, representa el 0,008% de los cat¨®licos en el mundo. Las afiliaciones anuales oscilan entre las 600 y las 700. Cuenta con dos cardenales, con unos 40 entre los 4.500 obispos cat¨®licos y con un par de docenas de miembros en la curia vaticana. Fuera de Espa?a, que con 35.000 afiliados sigue constituyendo el centro de gravedad de la organizaci¨®n, y de pa¨ªses como Italia, Per¨², M¨¦xico y Filipinas, el Opus Dei es casi invisible. En el Reino Unido, donde la primera residencia se fund¨® en 1946, las reticencias del cardenal Basil Hume (1923-1999) y la propia cultura del pa¨ªs han impedido el crecimiento: hay s¨®lo 400 miembros (uno de ellos, Ruth Kelly, ejerce en la actualidad como ministra de Educaci¨®n del Gobierno laborista).
Otra cosa es la "calidad" de los miembros del Opus Dei. Suele atribuirse a la Obra un especial inter¨¦s por captar profesionales de alto nivel y dirigentes pol¨ªticos. Al menos entre los numerarios, los c¨¦libes que viven, salvo dispensa especial, en las residencias y se someten a una severa disciplina de trabajo, oraci¨®n y mortificaci¨®n, esa fama es justificada.
Los portavoces aseguran que el Opus Dei est¨¢ abierto a todos, y disponen de numerosos ejemplos de lavanderos, peluqueros y taxistas para demostrar el interclasismo de la organizaci¨®n. John Allen, autor de una profunda investigaci¨®n sobre la Obra, reflejada en su libro Opus Dei, comenta que "al principio se orientaba de forma decidida hacia la ¨¦lite de la sociedad, pero ya no es as¨ª". La realidad, sin embargo, tarda en cambiar. "El perfil general es todav¨ªa de cuello blanco, tanto entre los numerarios como entre los supernumerarios, y son raros los obreros. El numerario t¨ªpico muestra un alto nivel de formaci¨®n y de capacidad profesional. Pero ¨¦sa es una ley socioecon¨®mica", puntualiza Allen, "porque la gente que ya est¨¢ dentro es quien atrae el inter¨¦s de los posibles nuevos miembros, y lo hace en su propio ambiente".
Resalta, pese a todo, la atracci¨®n que el Opus Dei ejerce entre las amas de casa. Hay en el Opus Dei mujeres de todas las extracciones y de oficios muy diversos, pero la afluencia de madres de familia supernumerarias ha decantado la balanza interna del lado femenino. El Opus Dei, que en sus or¨ªgenes espa?oles era un asunto claramente masculino (ni la madre ni la hermana de Escriv¨¢ llegaron a afiliarse), asegura que hoy el 55% de sus miembros son mujeres.
A los supernumerarios (70% del total), los numerarios (20%) y a los sacerdotes (2,2%) se a?ade en el Opus Dei una categor¨ªa llamada "numerarias auxiliares". Son unas 4.000 mujeres que, en general, se ocupan de la gesti¨®n interna en las residencias, lo que incluye las tareas dom¨¦sticas. Esa funci¨®n ha suscitado acusaciones de machismo y discriminaci¨®n, que los dirigentes de la Obra (y las propias "auxiliares") se esfuerzan en rebatir. La explicaci¨®n se remonta a los or¨ªgenes, cuando Escriv¨¢ quiso trasladar a la organizaci¨®n religiosa el ambiente hogare?o de su propia casa, donde se celebraron las primeras reuniones del Opus Dei. Escriv¨¢ sol¨ªa hablar de la necesidad de un "toque femenino" en las residencias. Hoy ese argumento suena un poco desfasado, pero numerarios y numerarias consideran esencial el trabajo de las "auxiliares", que asumen la funci¨®n de "madre" (con la autoridad que ello implica) y hacen de los centros "lugares realmente familiares y habitables". "Esas personas", afirma el portavoz, Juan Manuel Mora, "desempe?an como un trabajo profesional la misma tarea de una madre en cualquier familia, y su trabajo tiene la misma dignidad que el de un ministro".
La vida cotidiana de un numerario del Opus Dei est¨¢ r¨ªgidamente ordenada. La jornada empieza con la frase "Serviam" ("Servir¨¦") en cuanto abre los ojos. Se exige la asistencia diaria a misa con comuni¨®n, el rezo del ¨¢ngelus, el rezo del rosario, la lectura de los evangelios, la repetici¨®n de una serie de oraciones y la pr¨¢ctica de ejercicios de meditaci¨®n. Los numerarios deben llevar el cilicio (cadena con puntas met¨¢licas) anudado en torno al muslo un par de horas diarias, y una vez por semana azotarse las nalgas con una especie de l¨¢tigo mientras se reza un avemar¨ªa. "Ser numerario tiene m¨¢s que ver con una relaci¨®n de amor que con una obligaci¨®n de sufrimiento: sin la base de una relaci¨®n personal afectuosa con Cristo, todo resultar¨ªa rid¨ªculo", asegura Marc Carroggio.
Los castigos corporales han contribuido de forma notable a las leyendas siniestras en torno al Opus Dei, sobre todo por el hecho de que san Josemar¨ªa Escriv¨¢ sol¨ªa ser cruento en sus autoflagelaciones y existen testimonios sobre los rastros de sangre que dejaba tras azotarse. Los miembros de la organizaci¨®n restan actualmente importancia a esas pr¨¢cticas, cuya funci¨®n es la de "compartir" en peque?a medida el sufrimiento de Cristo. Lamentan tambi¨¦n la atenci¨®n que desde el exterior se presta a "algo secundario que apenas ocupa el 1% de nuestro tiempo". "Me parecen mucho m¨¢s importantes otro tipo de 'mortificaciones' que nos imponemos, como la voluntad de servicio, o incluso detalles como la puntualidad", comenta un numerario.
El portavoz de la Santa Sede, Joaqu¨ªn Navarro-Valls, uno de los m¨¢s conocidos numerarios del Opus Dei, dice que dos horas de gimnasio mortifican m¨¢s que el cilicio. Otro numerario confes¨® a este corresponsal que m¨¢s de un d¨ªa olvidaba la rutina del cilicio y asegur¨® que nunca hab¨ªa sangrado a causa de las mortificaciones f¨ªsicas. Los portavoces de la organizaci¨®n recuerdan que el uso del cilicio no tiene nada de an¨®malo en el catolicismo, ya que los jesuitas, por ejemplo, lo utilizaron hasta los a?os sesenta, y afirman que a los reci¨¦n ingresados se les aconseja prudencia, nunca lo contrario, en el uso de los instrumentos del dolor.
Quienes abandonan con amargura el Opus Dei (una peque?a minor¨ªa respecto al total, pero demasiado amplia para no tomar en serio sus denuncias) suelen acusar a la organizaci¨®n de "lavar cerebros" y anular personalidades a base de limitar la libertad e imponer mortificaciones e incomodidades. El obispo Javier Echevarr¨ªa, actual prelado, ha admitido en p¨²blico que el Opus Dei puede haber da?ado a ciertas personas y ha pedido perd¨®n por ello. La explicaci¨®n oficial consiste en que, en efecto, el Opus Dei no es, como la cerveza Guinness, para todos los paladares, y en que la disciplina que para algunos eleva la autoestima y agudiza la experiencia religiosa, para otros resulta intolerable.
Juan Manuel Mora asegura que los cilicios, las tablas para dormir y las ocasionales duchas fr¨ªas "no son en absoluto representativas". "No hemos inventado la mortificaci¨®n corporal ni es exclusiva nuestra", agrega, "nuestra principal caracter¨ªstica es justamente lo contrario: lo ordinario". Un joven numerario indic¨® que hac¨ªan falta los peque?os sacrificios "porque de lo contrario nos acomodamos".
La "excesiva comodidad" de los numerarios suena a paradoja, vista la agenda cotidiana. Pero existe otra perspectiva. "La oraci¨®n y el resto no pesan, somos cat¨®licos convencidos y queremos vivir a fondo nuestra religi¨®n; por otra parte, vivimos en residencias en las que alguien nos prepara la comida y hace la limpieza para que nosotros podamos trabajar y estudiar tranquilamente: el riesgo consiste en convertirse en un solter¨®n acomodado", dijo ese numerario.
A pesar de todo, abundan quienes sienten recelos respecto a la vida comunitaria del Opus Dei. Un caso muy ilustrativo es el de un joven numerario cuya madre es supernumeraria y, por tanto, comparte los medios y fines de la organizaci¨®n, y aun as¨ª se siente inquieta: "Mi madre", explica el numerario, "sabe que estoy bien, pero de alguna forma sigue pensando que llevo una vida anormal y extra?¨¢ndose de que prefiera dormir en una residencia cuando voy a visitarla. Quiz¨¢ cuesta comprender que, al ingresar en el Opus Dei, uno forma parte de una nueva familia".
Tanto hombres como mujeres se comprometen a participar cada noche, si les es posible, en lo que se conoce como "tertulia", una charla despu¨¦s de la cena con la que los numerarios reproducen, en lo posible, una vida familiar. El "clich¨¦" m¨¢s com¨²n retrata a los numerarios como personas m¨¢s bien mojigatas. Su reflejo de automortificaci¨®n puede reflejarse en detalles nimios, como el de no pedir en un restaurante el plato que m¨¢s les apetece, pero la pol¨ªtica interna acerca de la comida y el alcohol es liberal y nadie se gana una reprimenda por soltar tacos: el fundador tambi¨¦n lo hac¨ªa. El ambiente interno es bastante jovial.
Los numerarios acuden cada d¨ªa a su puesto de trabajo con una doble idea: hacerlo lo mejor posible para que sea grato a Dios, y comportarse de manera que sus compa?eros puedan tomarles como modelo. Esto ¨²ltimo forma parte de la misi¨®n evangelizadora que, en principio, asumen todos los cat¨®licos. La gente del Opus Dei topa siempre con el mismo dilema: ?es apropiado decir con naturalidad a los compa?eros que pertenece a la Obra?, ?cu¨¢ndo es el momento apropiado?, ?puede crear dificultades laborales?
Cuando dos numerarios se encuentran, lo m¨¢s normal es que se saluden con algo que parece una contrase?a, pero es s¨®lo la palabra latina "Pax", "Paz". Se atribuye al Opus Dei una cierta tendencia a funcionar como red mas¨®nica y una gran eficacia en la promoci¨®n profesional de sus miembros. Todos los numerarios consultados afirman, por el contrario, que la pertenencia a la organizaci¨®n no ayuda. "Al rev¨¦s, bastantes colegas te miran como un bicho raro cuando saben que eres del Opus", comenta uno de ellos.
Es muy dif¨ªcil elaborar una lista exacta de las propiedades del Opus Dei, porque a veces gestiona centros sin poseerlos y otras veces se limita a prestar "asistencia espiritual" o a aportar profesionales a centros que, sin embargo, se identifican plenamente con la Obra. La "lista can¨®nica", recogida por John Allen en su libro y contrastada por este corresponsal con portavoces del Opus Dei, incluye lo siguiente:
- Quince universidades (la principal est¨¢ en Pamplona), con unos 80.000 estudiantes en sus distintas facultades y escuelas.
- Siete hospitales, con unos 1.000 m¨¦dicos, 1.500 enfermeras y 300.000 pacientes.
- Once escuelas de negocios, entre ellas el IESE de Barcelona y el IPADE de M¨¦xico.
- Treinta y seis escuelas primarias y secundarias (cinco de ellas en Estados Unidos), con unos 25.000 alumnos, a las que se a?aden otras 230 (con unos 100.000 alumnos) en las que el Opus Dei se hace cargo de la atenci¨®n religiosa.
- Noventa y siete escuelas profesionales, con unos 13.000 alumnos.
- Ciento sesenta y seis residencias universitarias que acogen a unas 6.000 personas que, en su gran mayor¨ªa, no pertenecen al Opus Dei.
A ello hay que a?adir cosas como Harambee, un fondo creado con motivo de la canonizaci¨®n de monse?or Escriv¨¢ de Balaguer para financiar proyectos de desarrollo en diversas nacionales de ?frica, y levantar decenas de peque?os centros como el que desde hace varios a?os funciona en el Bronx neoyorquino para ayudar a los chicos a estudiar y alcanzar la Universidad. Esos centros subsisten gracias a la esponsorizaci¨®n externa.
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