Mis cabras
Mi ¨²nica experiencia con la T-4 de Barajas ha consistido en una llegada, procedente de Damasco, y todo sali¨® bien, del tapiz deslizante al ascensor, pasando por el tren; y el retraso en la recepci¨®n del equipaje se vio compensado, con creces, por el espect¨¢culo de la caballerosidad con que fueron saliendo las maletas. Era fascinante ver c¨®mo se deten¨ªan, al borde de la boca de expendedur¨ªa, dejando que pasara la colega que ya estaba en la cinta; y luego, plimp, un garboso salto y el bulto se adaptaba, cimbre¨¢ndose, al espacio adecuado.
Llam¨¦ a Barcelona para informar de que mi estancia en Madrid hab¨ªa empezado muy bien. Rematadamente bien, considerando que telefone¨¦ a mi amistad usando el catal¨¢n, como solemos, desde el interior de un veh¨ªculo atorado en un atasco en la Castellana, y cuyo conductor repet¨ªa con devoci¨®n las letan¨ªas y maldiciones de la Cope. Cuando colgu¨¦, sostuve valientemente su mirada en el retrovisor, sonre¨ª con todos mis dientes y le solt¨¦ mi repertorio de coplas, empezando por Suspiros de Espa?a, dej¨¢ndole petrificado en la perplejidad. L¨¢stima que el final de la carrera le impidiera gozar de mi versi¨®n de Cocidito madrile?o, que interpret¨¦ en la acera, para deleite del portero del hotel.
Ese mismo d¨ªa visit¨¦ a mi gente de Madrid. Me hab¨ªan preparado el repertorio habitual de abrazos, chismes y boquerones en vinagre.
Feliz, regres¨¦ al hotel. Nueva llamada, esta vez procedente de un amigo de Barcelona. Como se desarroll¨® en el interior de mi habitaci¨®n, no tuve que cantar. Tampoco qued¨¢ronme ¨¢nimos para ello, tras saber que lo que funciona verdaderamente mal en la T-4 es el sector Puente A¨¦reo. Mi amigo estaba escandalizado. A la hora en que a m¨ª todo me iba bien en la Terminal, dos representantes de chips (patatas) y un miembro de la comisi¨®n de redacci¨®n de una enmienda al Estatut agonizaban (en sentido figurado), atrapados en uno de los ascensores.
V¨ªctima de la t¨ªpica paranoia nacionalista, mi amigo aseguraba que en Madrid boicotean a quienes llegan en el Puente A¨¦reo. Como volver¨¦ a casa un d¨ªa de ¨¦stos, pregunt¨¦: "?Y a los que nos vamos?". "Tranquila, a ¨¦sos no", me dijo. "?No ves que all¨ª ya no nos quieren?".
Acabaremos como cabras.
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