Mamporros acelerados
Hace unos meses, una modesta pel¨ªcula tailandesa, Ong-Bak, pon¨ªa de moda las coreograf¨ªas de acci¨®n real, los mamporros no figurados y las complicadas persecuciones al servicio de una historia m¨¢s que parca, paup¨¦rrima, pero en el fondo efectiva y hasta simp¨¢tica. Ahora, su protagonista, el atl¨¦tico Tony Jaa, astro de este tipo de propuestas, vuelve a entrar en acci¨®n (nunca mejor dicho) para protagonizar una aventura a medio camino entre Bangkok y Sydney, la m¨¢s que improbable historia del rapto de un par de ?elefantes!, ah¨ª queda eso, a manos de una pandilla de delincuentes residentes en Australia.
Nuestro hombre, por lo que se ve muy sensible a la amistad con los elefantes, se embarca en un periplo considerablemente delirante, en el curso del cual el director, Prachya Pinkaew, lo coloca ante una colecci¨®n abrumadora de obst¨¢culos a los que Jaa responde tal como se espera de ¨¦l: a mamporro limpio.
THAI-DRAGON
Direcci¨®n: Prachya Pinkaew. Int¨¦rpretes: Tony Jaa, Petchtai Wongkamlao, Jing Xing, Bongkuch Kongmalai, Johnny Nguyen, Natham Jones. G¨¦nero: artes marciales. Tailandia, 2005. Duraci¨®n: 90 minutos.
Lo m¨¢s inquietante del asunto es que, por el camino, Pinkaew se olvida de las m¨¢s elementales reglas de la cortes¨ªa y le hurta al espectador toda informaci¨®n y, sobre todo, toda relaci¨®n de causa-efecto: aqu¨ª lo que interesa es la acci¨®n y mucho menos las razones por las que se ha llegado a ella. As¨ª las cosas, la pel¨ªcula discurre entre peleas, sin ning¨²n elemento que moleste la exhibici¨®n de habilidades marciales. Es muy probable que los fan¨¢ticos de este tipo de cine, que los hay, y no pocos, no echen en falta nada m¨¢s: al fin y al cabo, de lo que se trata es de ir al grano.
Pero un espectador menos embrutecido por la testosterona y el sopapo echar¨¢ en falta el resto: por qu¨¦ los malvados est¨¢n capitaneados por un transexual al que no se le saca m¨¢s partido que decir que lo es, por qu¨¦ se corrompen los polic¨ªas australianos, por no hablar ya de c¨®mo se las arreglar¨¢ nuestro hombre para repatriar al nada peque?o objeto de sus desvelos. Con todo, la coreograf¨ªa guerrera funciona aceptablemente y la cosa puede hasta tener gracia un rato. Pero exige tanta entrega de su espectador que hace al producto literalmente no disfrutable por nadie capaz de hacerle una sola pregunta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.