"Franco hizo que el general Rojo fuera un muerto en vida"

El general Vicente Rojo, que organiz¨® la defensa de Madrid y siempre se mostr¨® leal a la Rep¨²blica, de la que lleg¨® a ser el oficial m¨¢s destacado, quiso volver a Espa?a desde el exilio, y cuando crey¨® que los ¨²ltimos a?os de su vida iban a ser pac¨ªficos en su patria, recibi¨® una citaci¨®n de la polic¨ªa militar, sufri¨® juicio y fue condenado a cadena perpetua "por auxilio a la rebeli¨®n". El general Franco, rebelde contra la Rep¨²blica que defendi¨® Rojo, le convirti¨®, como ahora dice su nieto, "en un muerto en vida".
Jos¨¦ Andr¨¦s Rojo (La Paz, Bolivia, 1958), nieto del general, periodista de EL PA?S, ha contado la vida de su abuelo en su libro Vicente Rojo. Retrato de un general republicano, premio Comillas, editado por Tusquets. Anoche se present¨® en Madrid. En esta entrevista el autor habla, sobre todo, del periodo de regreso del general Rojo a Espa?a.
"No hab¨ªa estado contaminado por partidismos, y eso le confer¨ªa credibilidad"
"Franco hab¨ªa dicho: 'Negadle el pan y la sal'. Se hundi¨® su ¨¢nimo"
Pregunta. ?Sinti¨® pudor al escribir sobre su abuelo?
Respuesta. Pero lo fui superando. El libro es de una gestaci¨®n muy larga. Empec¨¦ en el a?o 2000, pero en realidad lleva en mi cabeza desde hace 20 a?os.
P. ?Qu¨¦ buscaba?
R. A un hombre cuya vida me intrigaba. Cada vez que me encontraba con gente en Espa?a, tanto de derechas como de izquierdas, me hablaban con admiraci¨®n del general Rojo: "Ah, tu abuelo, qu¨¦ gran hombre". Supe que esa admiraci¨®n com¨²n se basaba en que ¨¦l "hab¨ªa cumplido con su deber", en que defendi¨® con entrega la legalidad de la Rep¨²blica, pero todas esas explicaciones me resultaron insatisfactorias. ?Qui¨¦n era? Eso era lo que me quer¨ªa responder. Y encontr¨¦ en Bolivia, donde estuvo exiliado, unos papeles que me fueron dando la respuesta.
P. ?Qu¨¦ encontr¨®?
R. Sobre todo, unos papeles que hab¨ªa reunido en una carpeta que titul¨® Regreso a Espa?a. Era meticuloso hasta la exasperaci¨®n, y ah¨ª estaban reunidas todas las gestiones que hab¨ªa realizado para volver a su pa¨ªs. En esa carpeta hab¨ªa documentaci¨®n, cartas...
P. Pero ya hab¨ªa consultado usted otros documentos.
R. El primer contacto que tuve con su personalidad fueron los 30 folios de su Autobiograf¨ªa, que me dej¨® mi padre. Me dije: "?Por fin tengo un texto que me va a explicar qui¨¦n era aquel militar republicano y cat¨®lico!". ?Pero no explicaba absolutamente nada! Dedicaba tan s¨®lo tres p¨¢ginas a la Guerra Civil, dec¨ªa que hab¨ªa defendido el r¨¦gimen legal, que hizo lo posible por que ganara la Rep¨²blica y que evit¨® excesos republicanos contra sus enemigos... Pero lo que resultaba obvio en ese texto era que lo que m¨¢s le hab¨ªa preocupado, lo que m¨¢s le hiri¨®, fue el regreso del exilio.
P. ?C¨®mo se produjo?
R. Hubiera sido f¨¢cilmente criticable: un hombre de tanta importancia militar en la Rep¨²blica regresa a Espa?a cuando hay en su pa¨ªs, a¨²n, una dictadura brutal.
P. ?Y por qu¨¦ regresa?
R. ?l dice que lo hace para "pelear desde dentro", porque considera que Espa?a est¨¢ dando pasos muy graves que comprometen el futuro del pa¨ªs; entre ellos, los tratados con Estados Unidos... Considera que Espa?a no debe comprometerse con ninguna de las dos grandes potencias. Pero yo no me he cre¨ªdo esas excusas, que por otra parte en ese momento ya eran tremendamente ingenuas. ?l vuelve, creo yo, porque su mujer no se hab¨ªa adaptado al exilio boliviano y porque ¨¦l mismo tiene un enfisema que desaconseja tajantemente que viva incluso en una altura como la de Cochabamba.
P. Y volvi¨®. ?Despej¨® usted las dudas sobre el regreso de su abuelo?
R. ?l le envi¨® desde Buenos Aires, ya de vuelta, una carta a un amigo; le explicaba que, por ser el general de m¨¢s autoridad entre los que quedaban, pod¨ªa dar testimonio en Espa?a de lo que hab¨ªa significado el golpe contra la Rep¨²blica. Consideraba, y era cierto, que no hab¨ªa estado contaminado por partidismos, y que eso le confer¨ªa credibilidad a la hora de denunciar los desmanes provocados por el golpe militar.
P. Le dejaron tranquilo poco tiempo.
R. Unos meses. Le hab¨ªan negado el visado reiteradamente; un hijo que viv¨ªa en Madrid hizo gestiones ante militares (entre ellos, Mu?oz Grandes); el general Rojo viene, y as¨ª lo dice, a morir a su pa¨ªs. Para que pudiera regresar lleg¨® a mediar el obispo de Cochabamba. Y el Consejo de Ministros que preside Franco le deja entrar. Despu¨¦s de un tiempo muy privado, lo reclam¨® el juez instructor militar. Le hace un expediente informativo, a la vez que le advierte que no se preocupe, que es un mero tr¨¢mite burocr¨¢tico.
P. Y de ah¨ª surge una causa criminal...
R. S¨ª, y ¨¦l, perplejo, descubre que le acusan ?de rebeli¨®n militar! "Yo que nunca me he rebelado, acusado por quienes se rebelaron". Empez¨® la pesadilla del juicio, acepta un abogado defensor de oficio, es condenado a cadena perpetua, interdicci¨®n civil e inhabilitaci¨®n absoluta. Finalmente, le amnistiaron de la pena de cadena perpetua. Franco hab¨ªa dicho: "Negadle el pan y la sal". Se hundi¨® su ¨¢nimo, dice en su libro autobiogr¨¢fico. Se consider¨® un muerto en vida, lo dice as¨ª.
P. ?C¨®mo fueron sus ¨²ltimos a?os, hasta su muerte, en 1966?
R. Hay puro dolor y soledad, aunque ¨¦l dice alguna vez: "Lo ¨²nico que me queda es la alegr¨ªa".
P. No hay en su biograf¨ªa referencias a una mala relaci¨®n directa con Franco.
R. Su impresi¨®n del r¨¦gimen era terrible: hab¨ªa destrozado un pa¨ªs lleno de vida; eso pensaba. Y los espa?oles viv¨ªan perseguidos por el miedo. Eso ten¨ªa contra el dictador. Pero en la guerra siempre se refiri¨® a sus adversarios como el bando rebelde, Franco no era un punto de referencia.
P. ?Y sus compa?eros se acercaron a ¨¦l?
R. Algunos lo intentaron, pero ¨¦l les alivi¨® el mal trago. Un joven oficial que fue a visitarle y un militar boliviano del que hab¨ªa sido profesor se acercaron a ¨¦l, pero tuvieron que dar marcha atr¨¢s. El r¨¦gimen no quer¨ªa que el general Rojo fuera otra cosa que un muerto en vida.
P. ?Muri¨® triste?
R. Dif¨ªcil decirlo. Reivindicaba la alegr¨ªa. Ni amargado, ni triste. Era un hombre muy cordial, muy trabajador, escribi¨® y escribi¨® y escribi¨®; ¨¦sa era su pasi¨®n, y su ilusi¨®n. S¨ª, puedo decir que muri¨® sin ning¨²n resentimiento.
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