Milagros
Un chico y una chica, en la mesa de al lado, discut¨ªan acaloradamente. ?l dec¨ªa que la vida era una mierda y ella que no, que era un milagro. "T¨² mismo", a?ad¨ªa, "eres la demostraci¨®n de ese milagro". "Y t¨²", respond¨ªa ¨¦l, "la de esa mierda". Al principio, pens¨¦ que eran hermanos. Quiz¨¢ hermanos de la misma madre y de distinto padre, pues en alg¨²n momento aludieron a los apellidos como una fuente de conflicto. Pero no: hab¨ªan sido novios y ahora se repart¨ªan el ajuar verbal acumulado a lo largo de los ¨²ltimos a?os. Yo estaba alternativamente de acuerdo con uno o con otro, pues ambos defend¨ªan muy bien sus posiciones. A ratos, me daban ganas de decirles que los dos llevaban raz¨®n. No os pele¨¦is, muchachos, las dos cosas son verdad y mentira a la vez. Intu¨ª que a ella le habr¨ªa gustado escuchar que eran verdad, y a ¨¦l, que eran mentira.
Como si me hubieran o¨ªdo, empezaron a cambiar los papeles. La joven, con expresi¨®n de derrota, dijo: "Me rindo, la vida es una mierda, s¨ª, y t¨² eres el ejemplo palpable". El chico recibi¨® sus palabras como un golpe en el h¨ªgado. Perdi¨® el color, se qued¨® mudo, y enseguida implor¨®: "No digas eso, por favor; si t¨² dices eso, me hundo. Necesito que creas que la vida es un milagro. De hecho, lo es. No hay m¨¢s que estar un rato contigo para darse cuenta. C¨®mo he podido ser tan burro. Rep¨ªteme que la vida es un milagro, por favor, rep¨ªtemelo". La chica se resisti¨®, pero finalmente volvi¨® a sus posiciones iniciales, lo que permiti¨® al joven regresar poco a poco a las suyas. Estuvieron media hora cambiando de lugar.
De s¨²bito, ella abandon¨® la cuesti¨®n de la vida. Dijo que, ¨²ltimamente, en el coche, cuando quer¨ªa girar a la derecha giraba a la izquierda. "Un d¨ªa voy a tener un accidente", a?adi¨®. "Pues no conduzcas", respondi¨® ¨¦l. "Lo har¨ªa", replic¨® ella, "pero es que cuando no quiero conducir conduzco". El muchacho volvi¨® a quedarse p¨¢lido. No soportaba ninguna debilidad en su novia. Las quer¨ªa todas para ¨¦l. Quiz¨¢ por eso estaban a punto de romper. Al llegar a casa, telefone¨¦ a un m¨¦dico amigo y le coment¨¦, preocupado, el s¨ªntoma de la chica. Tem¨ª que fuera un tumor cerebral, pero me dijo que no y sent¨ª un alivio inexplicable. La vida es un milagro.
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