Hora de votar
De todas las elecciones suele decirse que son decisivas, neur¨¢lgicas, que, a partir de lo que revelen aquellas ¨¢nforas, ocurrir¨¢n cambios fundamentales, para bien o para mal, en el pa¨ªs llamado a votar. Pero es muy posible que este lugar com¨²n sea una estricta verdad en el caso de las elecciones presidenciales y parlamentarias que tendr¨¢n lugar en el Per¨² el pr¨®ximo 9 de abril.
Los dos candidatos que van a la cabeza de todos los sondeos -la democristiana Lourdes Flores y el nacionalista comandante (retirado) Ollanta Humala- representan no s¨®lo dos tendencias pol¨ªticas, sino una alternativa radical: la continuidad del sistema democr¨¢tico, que la sociedad peruana recuper¨® en el a?o 2001, a la ca¨ªda de la dictadura de Fujimori y Montesinos, o la instauraci¨®n de un r¨¦gimen populista y autoritario, semejante al que ha apuntalado ya en Venezuela el comandante Hugo Ch¨¢vez, de quien Ollanta Humala es protegido y admirador.
El comandante Humala se hizo conocido en las postrimer¨ªas de la dictadura de Fujimori, encabezando, con su hermano Antauro, un extra?o levantamiento militar que se proclamaba anti-fujimorista, aunque muchos sospechan ahora que era una maniobra de distracci¨®n, planeada en secreto contubernio con Montesinos, para facilitar la fuga de este siniestro personaje, el verdadero poder y jefe de la corrupci¨®n detr¨¢s de Fujimori.
Ollanta Humala aparece segundo en las encuestas, con un porcentaje de votos que se acerca al tercio de las preferencias del electorado que ya ha decidido su voto (hay todav¨ªa un n¨²mero grande de indecisos). Un porcentaje en verdad muy alto, si se tiene en cuenta que, desde hace por lo menos dos meses, los medios de comunicaci¨®n han sacado a la luz, en la biograf¨ªa de Ollanta Humala, toda clase de sapos y culebras que hubieran debido mellar su popularidad: desde los cr¨ªmenes y torturas en que se habr¨ªa visto implicado durante la guerra contra Sendero Luminoso, cuando, con el seud¨®nimo de Capit¨¢n Carlos, comandaba la guarnici¨®n Madre M¨ªa en la selva amaz¨®nica, hasta la larga lista de arribistas y politicastros y aun individuos con prontuario policial que se han arrimado a su candidatura y que figuran en su comando de campa?a o en sus listas parlamentarias.
Esas revelaciones no han rebajado el respaldo que tiene; lo han aumentado. Esto dice mucho sobre la estructura social y econ¨®mica del Per¨² (y de buena parte de Am¨¦rica Latina). El pa¨ªs ha tenido unos a?os de bonanza econ¨®mica y todos los indicadores "macros" son excelentes: inflaci¨®n controlada, reservas alt¨ªsimas, crecimiento sostenido, inversiones y cr¨¦dito internacional. Pero esta bonanza s¨®lo beneficia de manera tangible a una cuarta o, tirando hacia el optimismo, a esa tercera parte de la poblaci¨®n que ve en Lourdes Flores una esperanza de que este relativo progreso contin¨²e y se acelere en su gobierno.
El abismo entre ambos extremos es infranqueable. Por lo menos un tercio de la poblaci¨®n vive atrapada en unas condiciones de vida que la impermeabilizan contra todo beneficio derivado de las buenas cifras de la macroeconom¨ªa peruana. Campesinos, sectores urbanos marginales, migrantes que no consiguen implantarse en las ciudades, desempleados y jubilados que no pueden parar la olla con sus magras pensiones, etc¨¦tera. A estos varios millones de peruanos la idea de que el Per¨² est¨¦ progresando les parece una burla: ?qu¨¦ clase de progreso es ¨¦ste que a ellos los deja igual o peor de lo que estaban? Desde su punto de vista, tienen toda la raz¨®n del mundo. La bonanza es un privilegio de minor¨ªas en una sociedad donde, por falta de reformas b¨¢sicas en la educaci¨®n, la salud y la difusi¨®n de la propiedad, buena parte de la poblaci¨®n queda autom¨¢ticamente excluida de la modernizaci¨®n y el progreso que monopolizan las elites.
De ah¨ª la frustraci¨®n, la c¨®lera y el pesimismo que el comandante Ollanta Humala explota con todo ¨¦xito. Sus diatribas contra la clase pol¨ªtica corrompida, contra los parlamentarios que ganan fortunas y no sirven para nada, contra las empresas extranjeras que se aprovechan de los recursos nacionales y humillan a los peruanos, y sus promesas de llevar a la c¨¢rcel o al pared¨®n a los explotadores y ladrones tocan un nervio muy vivo en quienes, por ignorancia, injusticia o desesperaci¨®n, creen que el sistema democr¨¢ti-
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