"Esto es una eutanasia con tortura"
?C¨®mo vivir con menos de 500 euros al mes? Varios pensionistas relatan sus apuros para subsistir; algunos lo tuvieron todo
Enric Soriano llega tarde a su entrevista con este peri¨®dico. "Es que esta ma?ana he tenido alg¨²n contratiempo", se excusa. "Pero cojo el metro y enseguida estoy aqu¨ª". La cita es en la calle de Rossell¨® de Barcelona, justo detr¨¢s de la Escuela Industrial. Enseguida equivale al tiempo que tarde el metropolitano entre las estaciones de Cornell¨¤ y Hospital Cl¨ªnic. Enric es del barrio de toda la vida, la izquierda del Eixample. All¨ª ha vivido durante la mayor parte de sus 73 a?os, pero desde hace algunos se hospeda en Cornell¨¤. Ocupa uno de los 16 apartamentos tutelados de L'Almeda, que C¨¢ritas ofrece para personas que se pueden valer por s¨ª mismas, pero que no pueden pagar los alquileres y no tienen familia. Enric paga 66 euros al mes. Sus ingresos son de 301,55 euros. "?C¨®mo vivo? Esto no es vivir, es una eutanasia con tortura, nos est¨¢n acortando los a?os de vida", se?ala indignado.
Tienen una trayectoria laboral a sus espaldas que las reconversiones industriales mutil¨®
"La ropa me la prestan las amigas, ahora estoy tapizando unos muebles que sub¨ª de la calle"
Soriano es el presidente de la Asociaci¨®n de Perceptores de Pensiones no Contributivas (APPNC), creada hace dos a?os.En Catalu?a hay 60.000 beneficiarios, cuya renta mensual media es de 275 euros. El de las pensiones no contributivas es el caso m¨¢s inmoral del colectivo, pero no el ¨²nico. M¨¢s de la mitad de los pensionistas catalanes, el 53,6% -766.408 de un total de 1.436.255- vive con menos de 500 euros al mes. En otras palabras: alrededor del 10% de la poblaci¨®n de Catalu?a vive por debajo del umbral de la pobreza, establecido por la Uni¨®n Europea como el 60% de la renta media de cada pa¨ªs. En Espa?a est¨¢ fijado en 499,99 euros al mes.
Muchas de las llamadas pensiones m¨ªnimas, que abarcan desde jubilaci¨®n e incapacidad, viudedad, orfandad y del extinguido Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI), que s¨®lo se otorga a las personas que no puedan acceder a otras pensiones del sistema, est¨¢n en las mismas. ?ngels Catal¨¤, de 68 a?os, percibe una pensi¨®n del SOVI de 327 euros, "pero lo m¨ªo es relativo, puesto que mi marido tiene una pensi¨®n bastante arreglada; otros est¨¢n mucho peor que yo".
Los que no tienen m¨¢s ingresos que esa retribuci¨®n p¨²blica viven de prestado. Las viviendas de la mayor¨ªa son de alquiler, al no haber tenido otra alternativa que vender su piso. Si son mujeres, cosen y limpian escaleras hasta que la vista, las rodillas y el coraz¨®n dicen basta. Llevan las prendas que les facilitan los amigos y las asociaciones. Comer tres veces al d¨ªa es para algunos imposible.
Jordi Capdevila est¨¢ a punto de cumplir 65 a?os y percibe un subsidio de vejez SOVI por invalidez: 313,21 euros. Se hab¨ªa dedicado a vender ropa en un peque?o puesto que regent¨® en el mercado de los Encants Vells. "Me arruin¨¦". Vive solo desde hace dos a?os, cuando falleci¨® su compa?era, en un piso de la calle de Val¨¨ncia por el que paga 204 euros.
El alquiler no es su ¨²nico agobio. Capdevila anda ocupado en ara?ar alg¨²n ingreso extra: "Me han dicho que tengo derecho a una paga porque mi padre estuvo prisionero en Montju?c y nos requisaron los ahorros". Una asistente social del Centro de Atenci¨®n Primaria (CAP) Peracamps, en el Raval, le ha conseguido unos vales para que los fines de semana pueda comer de balde.
El lugar de la cita de Enric Soriano no es casual. Se trata de un casal para gente mayor del Ayuntamiento de Barcelona. A este local, a partir de las 13.30, acuden cada d¨ªa entre 30 y 40 personas a comer gratis. En la capital catalana s¨®lo hay 200 plazas de comedores p¨²blicos, en las que s¨®lo sirven una comida al d¨ªa y los fines de semana y festivos est¨¢n cerrados.
Durante la espera a Soriano, el local se va llenando, especialmente de ancianas. El colectivo femenino, que la semana pasada record¨®, una vez m¨¢s, la vergonzosa persistencia, todav¨ªa hoy, de la discriminaci¨®n de la mujer en el mercado laboral, sufre las desventajas incluso despu¨¦s de la jubilaci¨®n. La causa es el modelo de pensiones, que discrimina a las mujeres porque muchas de ellas interrumpen sus trabajos remunerados para ocuparse de la familia (hijos, padres ancianos) o sus empleadores jam¨¢s las dieron de alta en la Seguridad Social. La mayor¨ªa no ha podido acumular los derechos necesarios ni los ahorros para disfrutar de la vejez.
Una de las que acuden todos los d¨ªas al comedor es Sara Cister¨®, una bell¨ªsima anciana nacida en Agramunt hace 86 a?os. Percibe, como Soriano, una pensi¨®n no contributiva de 301,55 euros al mes. "Vivo como puedo", relata sin perder jam¨¢s la sonrisa -"es mi car¨¢cter"-. "Yo misma me he acondicionado el estudio", una peque?¨ªsima vivienda de 20 metros cuadrados que encontr¨® hace 10 a?os por la que paga 180 euros y que ha decorado con exquisitez. "Toda la ropa que tengo me la han prestado amigas, los muebles... estoy tapizando unas sillas que he subido de la calle... Hasta hace poco me las apa?aba cosiendo para gente, ahora tengo la vista fatal, no puedo ni enhebrar la aguja. Ahora s¨ª que tengo un problema", se lamenta.
Cister¨® y Soriano lo tuvieron todo. Ella hab¨ªa vivido en Sarri¨¤ con su marido, un acaudalado empresario transportista, "pero no tuve otro remedio que malvender el piso". Soriano, un comercial que ha ido encadenando contratos mercantiles sin cotizar, disfrut¨® durante 25 a?os de un apartamento en Salou a 100 metros de la playa. "He vivido muy bien", recuerda. La larga y costosa enfermedad de su madre se comi¨® los ahorros: tuvo tambi¨¦n que vender la segunda residencia. Le dieron por ella cinco millones de las antiguas pesetas. Corr¨ªa 1991, antes de la inauguraci¨®n de Port Aventura, claro. Lleg¨® a vivir en la calle. "Esto es un crimen", protesta enrabiado, "siempre estoy de mal humor".
La mayor¨ªa de pensionistas no contributivos, as¨ª como los perceptores de pensiones m¨ªnimas, tienen una trayectoria laboral a sus espaldas, aunque mutilada: son v¨ªctimas de las reconversiones industriales de los a?os setenta y ochenta que jam¨¢s volvieron a encontrar trabajo.
"A los 14 a?os ya llevaba dos telares", relata Clotilde Buselli con orgullo. Ha trabajado toda su vida (76 a?os): en cuatro f¨¢bricas textiles entre Caldes de Montbui, su pueblo natal, y Barcelona, y en la editorial Salvat limpiando. La suya es una pensi¨®n contributiva, pero "de 50.000 pesetas". Es una de las descalabradas de la crisis de la hilatura de los a?os setenta. Desde entonces opt¨® por fregar suelos y escaleras, tarea que abandon¨® hace un par de a?os al sufrir de arritmia. La gente de fuera recibe m¨¢s ayudas que los de aqu¨ª, y eso no deber¨ªa ser as¨ª. He trabajado toda mi vida por Catalu?a".
Soriano comenta el "particular sentido de la solidaridad de los europeos: nos volcamos con el exterior cuando ocurre un tsunami, pero los que estamos en casa nos morimos de hambre". Pese a su mal humor, no pierde la esperanza: cada semana juega cuatro euros al Euromill¨®n. "De ilusi¨®n tambi¨¦n se vive", dice.
Adi¨®s a la subida
En diciembre pasado, varias asociaciones y sindicatos, entre ellos la APPNC, se movilizaron para exigir a la Generalitat que aplicara en 2006 la ley estatal que permite a las comunidades aut¨®nomas incrementar en un 25% las pensiones no contributivas sin tener que realizar ning¨²n tr¨¢mite legislativo. "No sirvi¨® de nada, nos dan la raz¨®n, pero no hacen nada", protestan.
El Departamento de Bienestar y Familia empez¨® a comunicar la semana pasada que dejar¨¢ de abonar una paga de 38 euros mensuales como complemento a las pensiones de viudedad m¨¢s bajas. Alega que el Gobierno central ya ha subido las pensiones el 5,2% de media.
El Parlament tiene previsto aprobar una ley antes del verano, a instancias del Gobierno tripartito, para completar los ingresos de las personas con menos renta y garantizar por ley que en 2006 nadie perciba menos de 7.136 euros al a?o, de acuerdo con el indicador p¨²blico de renta de efectos m¨²ltiples (IPREM), el umbral de la pobreza.
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