Las tres hermanas
Aqu¨ª est¨¢n otra vez las tres hermanas del calcio. Juventus, Milan y posiblemente Inter, si el martes supera su partido pendiente con el Ajax, pisan por en¨¦sima vez los cuartos de final de la Liga de Campeones. Las tres hermanas viven junto a los Alpes y llevan un vestido con franjas negras. Por lo dem¨¢s, no hay en el mundo hermanas menos parecidas.
La mayor, la Vecchia Signora, blanca y negra, se hace pasar a veces por la reina de Tur¨ªn. No lo es. La Juve es m¨¢s italiana que turinesa. Si trasladara su estadio a Palermo o a Roma, tendr¨ªa quiz¨¢ m¨¢s espectadores que en el g¨¦lido de los Alpes. A diferencia de otras sociedades, crecidas en un ¨¢mbito geogr¨¢fico determinado y ligadas a un cierto paisaje, el Juventus fue desde joven un equipo de empresa. La empresa, Fiat, era de Tur¨ªn. Pero era tambi¨¦n el estandarte industrial de toda Italia y recog¨ªa a personas de todas las procedencias, mayormente del Sur.
Juventus, Milan e Inter viven junto a los Alpes y llevan franjas negras. Por lo dem¨¢s, no se parecen
Pese a todos sus esfuerzos, nunca alcanz¨® una hegemon¨ªa indiscutible en los sentimientos de sus convecinos, que hoy siguen amando a¨²n el sue?o rom¨¢ntico del Torino. Los sucesivos magnates Agnelli educaron al equipo de la empresa familiar en la disciplina, el esfuerzo y el orden, todo ello de tradici¨®n piamontesa, y lo uncieron al yugo de Fiat. Luego alzaron la bandera blanquinegra e invitaron a todos los italianos a cobijarse bajo ella. Si alguien tuviera inter¨¦s en descubrir no c¨®mo son los italianos, sino c¨®mo querr¨ªan ser, har¨ªa bien en escudri?ar el alma ambiciosa, tenaz, seca y prepotente del Juventus.
La hermana mediana, roja y negra, naci¨® en 1899, dos a?os despu¨¦s que la Signora, y sali¨® medio extranjera. Como la fund¨® un ingl¨¦s, Alfred Ormonde Edwards, fue bautizada con un nombre ingl¨¦s, Milan, acento en la primera s¨ªlaba, y no con el nombre italiano de su ciudad, Milano. No est¨¢ muy clara la raz¨®n, pero desde el principio -avasallador, con un primer scudetto en 1901 que rompi¨® el dominio del G¨¦nova- prefiri¨® la compa?¨ªa de los obreros. En la ciudad m¨¢s burguesa de Italia, el Milan, como sus colores, se convirti¨® en s¨ªmbolo del proletariado. Hasta los a?os 50, cuando el dinero empez¨® a marcar diferencias entre un club y otro, no tuvo como presidente a un patr¨®n, a un empresario o, por utilizar el t¨¦rmino local, un potente.
El car¨¢cter de la hermana mediana defini¨®, por exclusi¨®n, el de la hermana menor. El Internazionale, m¨¢s conocido como Inter, azul y negro, naci¨® en 1908 de una costilla burguesa del Milan. Un grupo de patrones y profesionales, hartos de no mandar en el club de su ciudad, lo abandonaron y fundaron otro. Si el Milan era alegre, optimista, pobret¨®n y un poco hortera, el Inter se convirti¨® de forma inexorable en casi lo contrario: lo suyo fue el dinero, malgastado; el pesimismo, la derrota elegante y una especie de permanente angustia existencial que reflejaba, acaso, las dudas de una clase dominante o las dudas de todo un pa¨ªs: si el Inter es tambi¨¦n conocido como La Bienamada ser¨¢ por algo.
El Milan, la hermana proletaria, ha pasado por la Segunda Divisi¨®n, una tragedia que las otras dos nunca han vivido. Tambi¨¦n ha pasado por las manos de Silvio Berlusconi, lo que alguno podr¨ªa considerar no menos tr¨¢gico. Hay que reconocer, sin embargo, que el hombre m¨¢s rico de Italia se ajusta como un guante a la tradici¨®n milanista y que su gesti¨®n como presidente del Milan -otra cosa es la presidencia del Gobierno- muestra pocos fallos. Berlusconi es optimista, chistoso y un pel¨ªn farsante, como la pe?a de currantes que constituyeron la primera masa social. Impuso desde el principio de su mandato una norma fundamental: si ¨¦l pon¨ªa dinero, y lo pon¨ªa, el t¨¦cnico y los jugadores deb¨ªan poner de su parte un f¨²tbol bello y agresivo. Esa ley interna ha funcionado durante m¨¢s de un cuarto de siglo y ha dado, adem¨¢s de ¨¦xitos, continuidad a la tradici¨®n milanista.
El Milan, que pas¨® meses muy malos tras la desgracia del a?o pasado en la final de Estambul, vuelve a intentarlo. Por su pasado, por su estilo y por su indestructible ¨¢nimo proletario, ser¨ªa hermoso que dispusiera de una nueva oportunidad.
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