Ayala cumple 100 a?os con humor y emoci¨®n
Los Reyes presiden esta noche la cena homenaje de celebraci¨®n del centenario del escritor
Abrumado por tanto cari?o -"y por tanto fot¨®grafo"-, Francisco Ayala cumple hoy 100 a?os. Lo celebrar¨¢ rodeado de su familia (su mujer, su hija, dos de sus hermanos, su nieta y sus tres biznietas) en una cena homenaje que esta noche presidir¨¢n los reyes de Espa?a. Ayer, para evitar que el d¨ªa de hoy fuera demasiado agotador para ¨¦l, el escritor se reuni¨® con la prensa. Record¨® su infancia en Granada, su juventud en Madrid, su exilio en Argentina, Puerto Rico y Estados Unidos y su regreso a Espa?a. Habl¨® de la vida y no eludi¨® hacerlo de la muerte. Con esa mezcla de humor granadino y de intensidad porte?a, Ayala dijo que cumple 100 a?os "sin un deterioro tremendo" y con la suerte de conservar "una curiosidad que va m¨¢s all¨¢ de la sopa de cada d¨ªa".
"No, no creo en la inmortalidad, ojal¨¢. Creo en la literatura, que es lo mismo que la vida para m¨ª"
"Tengo la suerte de haber llegado a esta edad sin un deterioro tremendo, puedo ver, puedo entender..."
El poeta Luis Garc¨ªa Montero, comisario del centenario de Francisco Ayala, y el presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), Jos¨¦ Garc¨ªa Velasco, acompa?aron ayer al escritor, que lleg¨® del brazo de su mujer, Carolyn Richmond.
Con una chaqueta de terciopelo oscura y una corbata roja, Ayala sonre¨ªa con gesto burl¨®n. "Nunca en mi vida pens¨¦ que me har¨ªan tantas fotograf¨ªas, as¨ª que me he afeitado con mucho cuidado esta ma?ana". No se quej¨® demasiado ("pero hablen fuerte, que tengo el o¨ªdo muy duro, como corresponde a estos anales"), y luego explic¨®: "Tengo la suerte de haber llegado a esta edad sin un deterioro tremendo, puedo ver, puedo entender y puedo, m¨¢s o menos, hablar y caminar. No son malas condiciones". Ante su centenario, s¨®lo expres¨® un temor: "No quiero aburrir".
Nacido en Granada en 1906, Francisco Ayala record¨® ayer un pa¨ªs que "ahora, despu¨¦s de la dictadura, nadie puede imaginar". "La Espa?a de aquella ¨¦poca, antes de la guerra, estaba muy acorde con el mundo que la rodeaba. Granada era provinciana, s¨ª, pero recuerdo las revistas que llegaban a mi casa, las cosas que ocurr¨ªan, el hervidero cultural que era este pa¨ªs... Cuando llegu¨¦ a Madrid yo deb¨ªa tener 16 o 17 a?os y el apogeo que se viv¨ªa era enorme". Sobre la actualidad, fue breve: "Bueno, ¨¦ste es un pa¨ªs moderno, como cualquier otro de Europa, para bien y para mal".
"?Que qu¨¦ significa Granada para m¨ª? La ni?ez y la adolescencia dejan una marca indeleble que configura a la persona. Mi marca, para siempre, es granadina, andaluza". De la adolescencia rescat¨® una an¨¦cdota escolar: un profesor advirti¨® a sus padres de que el ni?o era un poco tonto. "Cosas de la vida, porque el tonto era ¨¦l. Aunque s¨ª ten¨ªa raz¨®n en una cosa, era muy mal estudiante de matem¨¢ticas, un negado... Trigonometr¨ªa, ?y qu¨¦ tendr¨ªa que ver el trigo?, me preguntaba yo".
En apenas 45 minutos, el escritor respondi¨® a las preguntas que quer¨ªan recordar lugares de su pasado ("?La relaci¨®n con Ortega?, grata; ?G¨®mez de la Serna?, admiro su obra, pero ¨¦l viv¨ªa en otro mundo, humanamente me pareci¨® superficial") y a las que quer¨ªan saber c¨®mo se vislumbra el futuro desde su edad. Ayala incluso brome¨® con la posibilidad de no llegar vivo al d¨ªa de hoy. La muerte, dice, no le asusta: "Casi desde que nac¨ª tuve conciencia de la muerte, esa fatalidad que tarde o temprano a todos nos afecta. Hay que aceptarla, guste o no guste. A veces he podido entender a los que se suicidan. Incluso les he podido respetar. Pero yo he aguantado todo lo que ten¨ªa que aguantar. Y no ha sido poco".
El escritor recordaba ayer su regreso a Espa?a despu¨¦s del exilio. Desdramatiz¨® sus a?os forzosos en el extranjero: "El exilio es un horror, nadie lo duda, es un sentimiento insoportable. Pero la realidad para m¨ª fue otra, mucho menos dura. De entrada, la mayor¨ªa de los espa?oles que nos fuimos a Am¨¦rica subimos de categor¨ªa profesional, los profesores de instituto eran catedr¨¢ticos, ¨¦ramos un exilio privilegiado. El obrero cambi¨® el cocido por el bife argentino. S¨ª, detalles materiales, pero reales. As¨ª que nada de llorar penas, nada de v¨ªctimas, nada de pobre exiliado".
Quiz¨¢s, Ayala le debe su longevidad a su poco apego a la nostalgia, un rechazo instintivo a la melancol¨ªa que le hace disfrutar del momento. Dice que no suele conservar cartas, ni documentos. Escribe en su libro de memorias Recuerdos y olvidos: "No colecciono recuerdos de ninguna clase, este mismo libro se ofrece al lector m¨¢s vac¨ªo de olvidos que lleno de recuerdos". Ayer, al preguntarle si se arrepiente de alguno de esos olvidos o recuerdos, dijo: "Como dice el tango, tropezones cualquiera tiene en la vida, pero yo he hecho lo que cre¨ªa que ten¨ªa que hacer, y mal que bien as¨ª lo hice siempre".
De su primer regreso a Espa?a, en los a?os sesenta en viaje privado, el escritor record¨® la dificultad a la hora de adaptarse. "He tardado en aceptar la realidad como era. Yo no quer¨ªa entradas gloriosas. Nunca tuve fantas¨ªas con eso. Las cosas fueron cambiando poco a poco".
"He vivido al d¨ªa", contin¨²a el autor de El hechizado, "con pasi¨®n e inter¨¦s. Todo es importante, lo peque?o y lo no tan peque?o. La gente llega a mi edad y pierde la curiosidad por todo y s¨®lo piensa en la sopa de cada d¨ªa. La curiosidad me ha dado muchas satisfacciones".
"No, no creo en la inmortalidad, ojal¨¢. Creo en la literatura, que es lo mismo que la vida para m¨ª. Vivir¨¦ algo m¨¢s en mis libros, durante alg¨²n tiempo, y ya est¨¢. ?sa es toda la inmortalidad a la que aspiro. ?Que si he sido feliz? Yo no tengo una escala para medir la importancia de las cosas en mi vida, o para decir fue mejor esto o lo otro. Pero s¨ª puedo decir que este momento en el que estoy con ustedes es un momento de felicidad para m¨ª; que haya tantas personas interesadas en lo que soy yo y en lo que ha sido y ser¨¢ mi vida, me emociona".
La ¨²ltima pregunta que cerraba el encuentro con el escritor quiso arrancarle un deseo. "?Y c¨®mo le gustar¨ªa que le recordaran?". Con su amable desd¨¦n, Ayala respondi¨®: "Que me recuerde cada uno como le d¨¦ la gana".
"S¨®lo me importa la pr¨®xima hora"
Francisco Ayala soplar¨¢ hoy una tarta con 100 velas. ?l lo escuch¨® ayer sin inmutarse, quiz¨¢ con cierta incredulidad ante semejante esfuerzo. "Miren, yo no hago ni planes ni proyectos, s¨®lo me importa la pr¨®xima hora, que nunca se sabe. Si quieren saber qu¨¦ har¨¦ ma?ana [por hoy], mejor se lo preguntan a los dem¨¢s. Yo s¨®lo puedo entregarme para que hagan conmigo lo que quieran".
"Descansar¨¢", aclar¨® entonces su mujer, Carolyn Richmond. "Le espera una noche larga. Y 100 a?os son 100 a?os. Aunque, eso s¨ª, en la nevera tengo guardada una botella de champ¨¢n Ayala".
Su hermano Vicente, de 96 a?os, llegar¨¢ de Argentina y su hermana Mari Luz tambi¨¦n estar¨¢ con ¨¦l. Adem¨¢s de su hija Nina (nacida de su primera mujer, la chilena Etelvina Silva), su adorada nieta Julieta y sus tres biznietas.
Una conferencia de Federico Mayor Zaragoza inaugurar¨¢ hoy el ciclo que durante este mes de marzo analizar¨¢ la figura de Francisco Ayala y que se titula Meditaciones sobre la libertad. Despu¨¦s de la conferencia, que tendr¨¢ lugar a las 19.30 en la Biblioteca Nacional, se celebrar¨¢ en el mismo sitio la cena-homenaje.
Los Reyes, la vicepresidenta del Gobierno, Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, y la ministra de Cultura, Carmen Calvo, se sumar¨¢n a la familia del autor, a sus amigos, a los representantes de la cultura y a los organizadores del centenario para rendir tributo a un hombre cuya vida representa un siglo de historia.
Babelia
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