Un 4×4 con nervio
El nuevo Rav 4 es tan deportivo como los anteriores, pero tiene un interior más amplio y unas suspensiones cómodas que refuerzan sus virtudes familiares. Sigue sorprendiendo con una sensación de agilidad y ligereza poco común en los todoterrenos.
Un turbodiésel brillante
El motor 2.2 turbodiésel es un propulsor a la última con bloque de aluminio y raíl común de tercera generación que se ofrece en versiones de 136 y 177 CV. La unidad de pruebas montaba la primera, que incluye un cambio manual de seis marchas, y el conjunto mueve el peso con una soltura sorprendente y ofrece unas prestaciones más que suficientes para la mayoría. Destaca por su elasticidad, porque responde con fuerza casi desde 1.000 vueltas, algo poco habitual en los turbodiésel, y empuja con un poderío constante hasta las 4.000. Además, como el cambio está bien escalonado, siempre hay una marcha idónea para cada situación y basta acariciar el pedal para que responda con brío, lo que se agradece en las subidas y sobre todo al adelantar.
Estas virtudes permiten viajar con desahogo al ritmo de cualquier turismo similar, y aunque ya no tiene el nervio de sus antecesores, tampoco se muestra pesado y perezoso como otros 4×4. Los únicos aspectos mejorables son la sonoridad del motor en ciudad y los ruidos aerodinámicos en carretera, y en la unidad de pruebas, un embrague brusco e incómodo en tráfico urbano. En cambio, gasta poco para ser un todoterreno: ocho litros en conducción suave y menos de 11 en ciudad y estirando las marchas.
Suspensión cómoda
El Rav 4 tiene un equilibrio dinámico muy logrado y estrena una tracción 4×4 inteligente que prima la reducción del consumo. En condiciones normales circula con tracción delantera para reducir los rozamientos, pero pasa al instante la potencia al eje trasero según las necesidades del momento.
La novedad de Toyota es el sistema integrado de conducción activa, que gobierna de forma coordinada el funcionamiento de la dirección eléctrica, la respuesta del motor, la tracción 4×4 y el control de estabilidad, buscando siempre el compromiso ideal para anticiparse a cualquier situación de peligro. Lo mejor es que actúa muy bien y transmite una agradable sensación de control y seguridad al conductor. El resultado es un comportamiento muy noble, con reacciones ágiles en zonas viradas y buen aplomo en trazados rápidos. Siempre con un tacto y una estabilidad más propios de un turismo: se conduce con dos dedos, filtra bien los baches, acusa poco las inercias y frena de maravilla.
El nuevo Toyota permite también circular sin riesgo por pistas de tierra, y, aunque no lleva reductora, puede superar pendientes pronunciadas. No es el 4×4 ideal para zonas difíciles, pero se defiende bien, absorbe con solidez los baches y permite bloquear el diferencial para salir de los apuros.
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