Respuesta de Comajoan y Del Valle
Damos la bienvenida y agradecemos tambi¨¦n la respuesta (EL PA?S, 13 de marzo de 2006) de Rodr¨ªguez Adrados a nuestro art¨ªculo Lengua y "racionalidad" (EL PA?S, 9 de marzo de 2006). El fil¨®logo nos reprocha que "olvidamos el tema esencial: la persecuci¨®n legal, social y pol¨ªtica del castellano hoy", y escribe adem¨¢s que nadie ha refutado dos argumentos: que se exige o quiere exigir el catal¨¢n "para mil cosas" y que el castellano es "la lengua com¨²n, propia de todos".
Primero, invitamos al se?or Rodr¨ªguez Adrados a que se lea una cartelera de cualquier ciudad en Catalu?a o la parrilla de televisi¨®n y entienda la distorsi¨®n que es hablar de "la persecuci¨®n del castellano" en Catalu?a.
Segundo, lo vago de las "mil cosas" nos impide saber a qu¨¦ se refiere exactamente, pero suponemos que habla, de nuevo, de la cuesti¨®n de los carteles, las misas y el sistema educativo. Basta aqu¨ª aducir que el uso exclusivo del catal¨¢n no es requisito, ni m¨¦rito, ni pr¨¢ctica en ning¨²n ¨¢mbito de la sociedad catalana. Se valora el conocimiento del catal¨¢n y se fomenta la rotulaci¨®n en esta lengua (y que conste que las normas no exigen la rotulaci¨®n s¨®lo en catal¨¢n, sino en catal¨¢n como m¨ªnimo).
Tercero, que el espa?ol es la lengua com¨²n de todos los espa?oles, y de muchos pueblos a ambos lados del Atl¨¢ntico, es un hecho incuestionable, desde luego. Que se ha llegado a esa situaci¨®n en buena medida por coerci¨®n, tambi¨¦n. Pero para entender estas pol¨¦micas hay que notar que la lengua com¨²n, convertida en t¨®pico, ha sido instrumentalizada: tanto en las refriegas territoriales espa?olas (donde, ciertamente, tambi¨¦n se han instrumentalizado el catal¨¢n, el gallego y el vasco) como en la promoci¨®n de la hispanofon¨ªa mercantil. Dig¨¢moslo de manera simple: el que compartamos el conocimiento de una lengua com¨²n no implica que tengamos la obligaci¨®n de sentirla como propia. Por ejemplo, el catal¨¢n y el gallego forman parte importante de nuestros respectivos repertorios ling¨¹¨ªsticos, y esto no ha impedido que nos hayamos dedicado durante ya muchos a?os a ense?ar el castellano en Estados Unidos y Espa?a, ni que seamos conscientes del gran valor que para nosotros ha tenido esta lengua. Lo que s¨ª queremos se?alar es que el abrazo acr¨ªtico del neoliberalismo ling¨¹¨ªstico, la idea de que unas lenguas son m¨¢s "¨²tiles" que otras y, por tanto, su extensi¨®n o imposici¨®n debe ser aceptada sin m¨¢s, ser¨ªa peligroso si se adoptara como pilar central de la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica espa?ola. Ser¨ªa un inc¨®modo compa?ero, por ejemplo, de la diversidad cultural defendida desde el ministerio de Cultura.
Como en su art¨ªculo original, a medida que avanza el escrito del profesor Rodr¨ªguez Adrados, parece aumentar su nivel de adrenalina, y esta vez acaba con un "hab¨ªa libertad, ahora crece la agresi¨®n de los fan¨¢ticos". El contraste entre los ambiguos "antes" y "ahora" no deja m¨¢s clara la posici¨®n ideol¨®gica del fil¨®logo: en el pasado, el espa?ol se extendi¨® por Espa?a y las Am¨¦ricas en plena libertad, sin coaccionar a nadie, mientras que ahora el catal¨¢n se impone a la fuerza. Una lectura m¨¢s contempor¨¢nea del "antes" y el "despu¨¦s" de Rodr¨ªguez Adrados lo entronca con las ideas negacionistas de la represi¨®n del catal¨¢n y otras lenguas en nuestro siglo. Desde nuestra perspectiva, durante ciertos "antes" hubo much¨ªsima m¨¢s represi¨®n que "ahora".
Finalmente, no nos sentimos en absoluto identificados con esos fan¨¢ticos a los que alude (y que sin duda los habr¨¢). Estos dos profesores de ling¨¹¨ªstica (catal¨¢n uno, gallego el otro) llevamos mucho tiempo dedicados a dar clases de espa?ol y otras disciplinas en Estados Unidos y Espa?a, poniendo en pr¨¢ctica nuestro biling¨¹ismo y promoviendo una diversidad ling¨¹¨ªstica que signifique tolerancia y que, creemos, se fomenta practic¨¢ndola y no aplast¨¢ndola con argumentos supuestamente racionales.
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