Nueva farsa
Alexandr Lukashenko, el primer y ¨²nico presidente de Bielorrusia desde la independencia en 1991, ha repetido por tercera vez la misma farsa: ser reelegido jefe de Estado de la ex rep¨²blica sovi¨¦tica en unos comicios que la OSCE (Organizaci¨®n de Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa) ha calificado de fraudulentos. El dictador logr¨® el domingo ama?ar el voto mediante la intimidaci¨®n a la disidencia y a la prensa, el anuncio de que la oposici¨®n preparaba un golpe y la autorizaci¨®n a votar por adelantado.
Los resultados oficiales son sonrojantes. Lukashenko ha obtenido el 82,6% de apoyo por s¨®lo el 6% del l¨ªder de la oposici¨®n, Alexandr Milinkevich, quien ha acusado a su rival de conservar el poder de forma ilegal y ha pedido la repetici¨®n de los comicios. La oposici¨®n acudi¨® por primera vez unida a las urnas y logr¨® que el domingo por la noche y ayer miles de ciudadanos se congregaran en el centro de Minsk para denunciar el fraude. Es una se?al importante de que tal vez no est¨¦ muy lejos el final de Lukashenko, que cuenta a¨²n con el respaldo de Rusia. En 2004, la pantomima de refer¨¦ndum que organiz¨® para modificar la Constituci¨®n y poder aspirar a un tercer mandato s¨®lo reuni¨® a un pu?ado de gente.
Bielorrusia es la ¨²ltima dictadura de Europa. Lukashenko se ha convertido en un pol¨ªtico odiado por su gente, que sufre las penurias de una econom¨ªa en declive, con un Estado que controla el 80% de la propiedad y mantiene el aparato policial de la ¨¦poca sovi¨¦tica. Su autoritarismo est¨¢ llegando a ser molesto para su mentor, Vlad¨ªmir Putin. El proyecto de uni¨®n entre Bielorrusia y Rusia no cristaliza y el Kremlin comienza a sentir como muy generoso el acuerdo de suministro de gas a Minsk. Pero el l¨ªder ruso no desea que su socio estrat¨¦gico siga la senda de Georgia, Ucrania, Kirguizist¨¢n y Azerbaiy¨¢n.
EE UU y la Uni¨®n Europea, al igual que la OTAN, con quien Minsk tiene un acuerdo de asociaci¨®n, deber¨ªan jugar una baza m¨¢s clara en favor de la democracia. Washington y Bruselas han rechazado la validez de las elecciones, pero no han precisado qu¨¦ acciones van a tomar. Bruselas parece descartar sanciones econ¨®micas y se decanta por ampliar la prohibici¨®n que impuso en 2004 de conceder visados a cierto n¨²mero de altos funcionarios. Resulta dudoso que eso baste.
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