La diversidad biol¨®gica y su (no) conservaci¨®n
Por qu¨¦ conservar la diversidad biol¨®gica o biodiversidad? ?C¨®mo preservar de la extinci¨®n una especie amenazada? ?C¨®mo mantener la variabilidad y flujo gen¨¦tico entre poblaciones de especies sin que interfieran actividades humanas? ?Cu¨¢l es la conectividad entre espacios naturales? ?Qu¨¦ requerimientos tiene la ordenaci¨®n territorial para la eficaz conservaci¨®n de especies y procesos ecol¨®gicos?.... Para que ¨¦stas y otras muchas cuestiones sean contestadas, cient¨ªficos de muy diversas materias biol¨®gicas aportan y a¨²nan los resultados y conclusiones de sus investigaciones, integrando enfoques y principios en una ciencia de s¨ªntesis, multidisciplinar, denominada Biolog¨ªa de la Conservaci¨®n.
El fin ¨²ltimo de la Biolog¨ªa de la Conservaci¨®n es preservar la Naturaleza, y m¨¢s concretamente, proteger la biodiversidad necesaria para salvaguardar patrimonio gen¨¦tico, mantener equilibrios ecol¨®gicos y satisfacer el deseo humano de vivir en armon¨ªa con la Naturaleza y disfrutarla. La conservaci¨®n de la biodiversidad es un nuevo paradigma cient¨ªfico en un mundo donde el hombre tiene capacidad de destruirlo por miles de veces, y donde debemos afrontar la "sexta extinci¨®n" de especies en la historia del planeta, esta vez provocada por impactos y perturbaciones de origen humano. El objetivo est¨¢ en atajar esta crisis de biodiversidad, evitando la desaparici¨®n de especies y comunidades biol¨®gicas, en un marco de gesti¨®n y manejo de los ecosistemas para un desarrollo sostenible integral.
Esta ciencia se apoya en varias suposiciones subyacentes que los bi¨®logos de la conservaci¨®n, y la humanidad, deben aceptar: la diversidad biol¨®gica tiene valor intr¨ªnseco, debe conservarse la diversidad de especies, debe evitarse su extinci¨®n a causa de actividades humanas, deben mantenerse sus complejas interacciones en las comunidades naturales y debe permitirse que contin¨²e la evoluci¨®n de nuevas especies. La necesidad de protecci¨®n de la biodiversidad tiene dos argumentos de peso: uno econ¨®mico, que "preocupa" m¨¢s a los poderes que controlan el planeta, y otro moral, m¨¢s "prosaico" en un mundo m¨¢s pendiente de necesidades contables que de ideales o filosof¨ªas de vida.
Es incuestionable la valoraci¨®n econ¨®mica de la biodiversidad; destaca como disciplina la econom¨ªa ecol¨®gica que asigna a la biodiversidad un valor econ¨®mico directo, el de productos recolectados por el hombre, o un valor econ¨®mico indirecto, atribuido a beneficios y servicios que proporciona sin necesidad de recolecci¨®n o destrucci¨®n del recurso, como son regulaci¨®n clim¨¢tica, protecci¨®n del suelo y recursos h¨ªdricos, etc. La biodiversidad tambi¨¦n posee un valor de "mercado de futuros", debido al potencial para aportar beneficios a la sociedad en a?os venideros, como podr¨ªan ser nuevos productos industriales, medicinas y cultivos.
El otro argumento es la actitud filos¨®fica o ¨¦tica ambiental, que surge con fuerza con la hip¨®tesis Gaia (de Lovelock) que ve la Tierra como un superorganismo, tal que la interacci¨®n de sus componentes biol¨®gicos, f¨ªsicos y qu¨ªmicos regula las caracter¨ªsticas atmosf¨¦ricas y clim¨¢ticas. Pero los sistemas de valores morales de muchas religiones, filosof¨ªas y culturas ya entra?an justificaciones para la conservaci¨®n, alegatos que afectan incluso a especies sin valor econ¨®mico evidente. Como principio ¨¦tico fundamental, las especies tienen derecho a existir simplemente por su valor espec¨ªfico, independientemente de necesidades humanas, por lo que nadie tiene raz¨®n al destruirlas y todos tenemos obligaci¨®n moral de impedir su extinci¨®n.
La conservaci¨®n de la biodiversidad no puede restringirse al tiempo presente y a espacios concretos, como son las ¨¢reas naturales protegidas, pues la biodiversidad es consecuencia de la evoluci¨®n continua (tiempo) de las especies en sus ecosistemas (espacios). Tampoco hay que olvidar el crisol de poblaciones, con sus gentes, que infieren sobre los ecosistemas donde viven, que tienen necesidades espec¨ªficas y, por tanto, que verter¨¢n opiniones variadas de lo que significa desarrollo y vida (biodiversidad). Es por ello que todas las administraciones, tanto las responsables de gestionar la biodiversidad y su conservaci¨®n, como el resto de las mismas, deben abogar por la nueva concepci¨®n sobre protecci¨®n que promueve la Biolog¨ªa de la Conservaci¨®n. Esta doctrina debe encaminarse al fomento de la educaci¨®n sobre lo que significan los enclaves biol¨®gicos y ecol¨®gicos que nos rodean, al turismo cultural que respete los valores naturales con todas las consecuencias, a un verdadero desarrollo integral de los pueblos y gentes en su marco hist¨®rico-geogr¨¢fico y a promover la investigaci¨®n de recursos y valores naturales y el control del uso y disfrute de ¨¦stos.
Julio Pe?as de Giles. Departamento de Bot¨¢nica, Universidad de Granada. jgiles@ugr.es
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