Tan joven, tan maduro

Escucha uno al pianista noruego Leif-Ove Andsnes la Sonata n¨²mero 19 en do menor, de Schubert, y, como poco, se queda ensimismado. Qu¨¦ madurez de concepto, qu¨¦ limpieza del fraseo, qu¨¦ nitidez del sonido y, sobre todo, qu¨¦ vitalidad tan natural. El pianista naci¨® en 1970. El grado de equilibrio que poseen sus versiones es pasmoso. Ya lo demostr¨® en sus visitas anteriores de 2001 y 2003 a estos ciclos y anteayer lo volvi¨® a confirmar. Un fresco Schumann, un milagroso Schubert, un transparente Sorensen (autor dan¨¦s cuya obra Sombras del silencio se estren¨® en el Carnegie Hall de Nueva York en 2005 y supuso anteayer una delicia en sus manos) y un poderoso Beethoven, nada menos que de la Sonata n¨²mero 31, opus 110.

Leif-Ove Andsnes es uno de los pianistas m¨¢s completos de la generaci¨®n que a¨²n no ha cumplido los 40. Elabora los programas con mucho detalle y se desenvuelve en ellos con la misma precisi¨®n y alegr¨ªa tanto si toca una obra de nuestro tiempo como si aborda los cl¨¢sicos m¨¢s erizados de dificultades. Ni siquiera los fantasmas de las toses le desconcentraron. Porque, especialmente en la sonata de Beethoven, estallaron en la sala airadas toses emitidas sin ninguna contenci¨®n o caramelitos de sonidos interminables.

Es un tema que se repite y que este comentarista no acaba de comprender. Con un pianista semejante, con una interpretaci¨®n como la que se estaba viviendo, toser de la manera que alg¨²n espectador lo hizo es sencillamente de juzgado de guardia por falta absoluta de respeto a los compa?eros de butaca. No hay derecho, de verdad.