?Qu¨¦ se debe?
De vez en cuando nos llaman por tel¨¦fono o nos llega una carta con el jubiloso anuncio de que acaba de tocarnos un apartamento con vistas al mar: ?enhorabuena! Naturalmente, las personas con experiencia sabemos ya que el supuesto regalo no es tal y que aceptarlo nos saldr¨¢ a la postre m¨¢s caro que comprarlo de nuestro bolsillo. Siento una sensaci¨®n parecida al escuchar el comunicado de ETA (es un detalle tierno que por primera vez sea una paloma, digo una mujer, quien lo lee) en el que anuncia su alto el fuego permanente. Se le viene a uno a los labios la pregunta guasona y legendaria de Josep Pla tras recibir no s¨¦ qu¨¦ condecoraci¨®n: "?Qu¨¦ se debe?".
Primero, aclaremos las cosas. Este alto el fuego no es una concesi¨®n graciosa de ETA, que finalmente ha comprendido lo abominable de sus cr¨ªmenes, sino una conquista de la democracia espa?ola, que tras una larga lucha policial, legal y c¨ªvica, ha logrado arrinconar y desactivar el terrorismo. Es una victoria de la sociedad, pero no de toda por igual: los que han luchado son quienes no se dejaron intimidar ni persuadir por los violentos ni sus portavoces, los que han mantenido la necesidad de cumplir las leyes y de aplicar estrictamente la constituci¨®n, los que no fueron engatusados por los embelecos de la "voz del pueblo" y han defendido los derechos de la ciudadan¨ªa; es decir, los pol¨ªticos que firmaron el pacto antiterrorista as¨ª como la Ley de Partidos, y no los que se opusieron a ambas cosas, los jueces como Garz¨®n o Grande-Marlaska, y no los que les acusan de intransigencia derechista, los periodistas que tuvieron que irse de Euskadi porque no les dejaban vivir, y no los que se quedaron haci¨¦ndose los valientes porque criticaban a la Guardia Civil, quienes salieron a la calle para defender el Estatuto vasco y la Constituci¨®n, pero no quienes los denunciaron por crispar a la sociedad, etc. A cada cual lo suyo. Que ahora no se pongan medallas quienes nada han hecho en serio contra ETA: si fuera por ellos, ETA hubiera dejado las armas mucho antes, desde luego, pero por haber ganado ya la partida y no por haberla perdido, como ahora.
En segundo lugar, ETA y los nacionalistas que la apoyan (y que se apoyan en ella, no lo olvidemos) pretenden que, ya que acaba la violencia, acabe o quede entre par¨¦ntesis tambi¨¦n todo lo dem¨¢s. Ma?ana en Euskadi no habr¨¢ terrorismo; por tanto, admitamos que no hay tampoco instituciones democr¨¢ticas, leyes ni Constituci¨®n espa?ola. Hasta nueva orden, todo debe quedar entre par¨¦ntesis. Partamos de cero, olvidemos el pasado (sobre todo los cr¨ªmenes, que suelen tener desagradables secuelas penales) y convoquemos mesas de partidos o de sectas, asambleas de barrio, lo que sea con tal de dar voz en pie de igualdad a quienes han asesinado y a quienes han resistido. Hagamos un refer¨¦ndum preguntando a la gente con discreci¨®n si quieren que vuelvan los de la partida de la porra con la porra en alto o se resignar¨¢n mejor a verlos en las instituciones p¨²blicas tratados como a pr¨®ceres. ?Encarcelar a Otegi o a gente de su bando? ?Por favor, las circunstancias han cambiado, que se lo piensen los fiscales! Si Al Capone jura que su banda no asaltar¨¢ m¨¢s bancos, ser¨ªa de mal gusto pasarnos la vida record¨¢ndole los que ya asalt¨®. Estamos en la ¨²ltima fase de la imposici¨®n mafiosa: ETA extorsiona a empresarios y a eso se le llama "impuesto revolucionario"; ahora, en nombre de la ETA ya caduca, Batasuna y tantos otros nacionalistas tratan de extorsionar al Estado de Derecho, y para llamar a eso tienen otro eufemismo: "di¨¢logo".
No deja de asombrar la naturalidad con que hoy todos los medios de comunicaci¨®n asumen tranquilamente que, claro, Batasuna es el brazo pol¨ªtico de ETA. Ayer, decir eso mismo o defender la ilegalizaci¨®n de Batasuna era como ser compa?ero de armas del general Mola y de Tejero. ?Cu¨¢nto tardaremos en asumir que los nacionalistas, con Ibarretxe a la cabeza, al exigir la supresi¨®n de la Ley de Partidos, la mesa petitoria al margen del Parlamento, el refer¨¦ndum, etc., est¨¢n solicitando para ETA las concesiones estrictamente pol¨ªticas que el Gobierno se ha comprometido a No hacer y que la m¨ªnima decencia pol¨ªtica proh¨ªbe? O sea, que cierto nacionalismo ni sabe ni quiere desligarse de los fines de ETA, como tantas veces hemos dicho algunos despertando santas indignaciones..., y de sus m¨¦todos s¨®lo se desligan ahora, cuando ya no dan los resultados apetecidos. Pues bien: no. Ahora es el momento de la firmeza y de la unidad constitucional. S¨®lo faltar¨ªa que lo que hemos defendido ante las armas, lo cedi¨¦semos ante la palabrer¨ªa de quienes no tienen m¨¢s remedio que renunciar a ellas. Para la pregunta "?qu¨¦ se debe?" no hay m¨¢s que una respuesta: nada de nada de nada. Y el resto, que lo pidan por favor.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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