?Ole el salero!

?Qu¨¦ dif¨ªcil es sostener un espect¨¢culo humor¨ªstico en solitario! El actor que acepta ese reto debe tener una paleta expresiva amplia, una t¨¦cnica impecable y dominio del relato. Hay contados especialistas. En Espa?a, El Brujo, Rubianes, Leo Bassi, Pavlovsky, Christian Atanasiu... Va a haber que ampliar n¨®mina tan corta con un nombre femenino: Cristina Medina.

Esta actriz tiene una punta de energ¨ªa brutal, incesante. Se siente en escena como en casa. Solal¨¢, que est¨¢ representando en el teatro Alfil, es un espect¨¢culo sencillo, con pocos medios bien exprimidos. Medina arranca bailando una rumba coreografiada por Israel Galv¨¢n. Sus chistes son ¨¢giles, r¨¢pidos: a veces parecen improvisados, pero no. Calienta al p¨²blico con toda clase de recursos. Cuando lo tiene en el bolsillo, corre el tel¨®n y comienza un espect¨¢culo dentro del espect¨¢culo, una parodia desopilante de los melodramas del cine mudo.

Mary Lonly, su protagonista, se expresa con gestos y la ayuda de r¨®tulos proyectados. Est¨¢ arruinada, tiene cinco hijos y el marido en la guerra, pero es tontamente feliz. En las cartas que recibe desde el frente respira el humor fresco y absurdo de las llamadas telef¨®nicas de Gila. Su casero, un inv¨¢lido encarnado en un mu?eco de tama?o natural, pide a Mary Lonly favores sexuales. Cristina Medina lo anima, lo convierte en un actor vivo, se deja violar por ¨¦l. Los ni?os de la protagonista mueren, su marido muere, el casero muere, y el p¨²blico se parte de risa.