Un fil¨®sofo que piensa de nuevo
Hace falta un cierto desparpajo para escribir que el prestigio de que goza ¨²ltimamente Hannah Arendt es "el signo m¨¢s claro de la derrota de la izquierda". Lo tiene Slavoj Zizek (Eslovenia, 1949) cuando, en Qui¨¦n dijo totalitarismo (Pre-Textos, 2002), arremete contra el desprestigio del t¨¦rmino radicalidad, que enseguida asociamos con totalitarismo: una operaci¨®n exitosa de la factor¨ªa Arendt cuyos actuales productores se han especializado en reducir pol¨ªtica a democracia liberal. ?l se presenta como un fil¨®sofo radical porque pensar es pensar de nuevo. Se hizo fil¨®sofo, aclara, en segunda opci¨®n, como casi todo el mundo. Su aspiraci¨®n era el cine, hasta que se dio cuenta de que para entender por qu¨¦ Charles Chaplin se opon¨ªa tan tercamente al cine sonoro ten¨ªa que echar mano de la filosof¨ªa. Zizek tiene una capacidad innata para sorprenderse ante dichos o hechos que a los dem¨¢s nos resultan normales. Lo que necesitaba era instrumentos apropiados para dar contenido a esa capacidad de sorpresa. Los encontr¨® en el psicoan¨¢lisis lacaniano y en el marxismo. El psicoan¨¢lisis le permite reconstruir la subjetividad del hombre moderno, tan cuestionada por todos los que dominan la escena filos¨®fica, desde los deconstructivistas a los procedimentalistas. Con la ayuda de Lacan recompone el escenario originario en el que debe desarrollarse un sujeto a la altura de nuestro tiempo. Lo que envuelve al hombre cuando nace no es un mundo inocente sino una realidad llena de fracasos e injusticias que traumatiza a quien trate de ignorarla, pero que coloca a quien la reconozca ante la grave responsabilidad de dar una dimensi¨®n pol¨ªtica a su subjetividad, tema de El espinoso sujeto (Paid¨®s, 2001). Para eso est¨¢ el marxismo. Zizek, que ha sufrido los rigores de la burocracia comunista en la ex Yugoslavia, no est¨¢ dispuesto a tirar el marxismo con el agua del comunismo. ?l no puede renunciar al concepto de econom¨ªa pol¨ªtica, es decir, no quiere perder de vista el papel determinante de los intereses econ¨®micos en la construcci¨®n y en la explicaci¨®n de la pol¨ªtica. Pero nada m¨¢s lejos de este autor que la escol¨¢stica, ni siquiera la marxista. Su pensamiento est¨¢ trufado de sociolog¨ªa, literatura, cine, chistes y una astuta utilizaci¨®n de lo que podr¨ªamos llamar el mot¨ªn de la an¨¦cdota, esto es, la habilidad para cuestionar una teor¨ªa con un ejemplo que no encuentre acomodo en ella.
Con este armaz¨®n te¨®rico sa
le a campo abierto para -a libro por a?o, pese a que odia escribir, seg¨²n dice en Arriesgar lo imposible (Trotta, 2006)- luchar contra los entuertos que le salen al paso. Su mirada sobre lo que llamamos "nuestro mundo" es corrosiva. Ese mundo est¨¢ compuesto, en efecto, de caf¨¦ sin cafe¨ªna, nata sin grasa, guerra sin bajas (propias), pol¨ªtica sin pol¨ªtica, es decir, se nos ofrece una existencia desprovista de substancia por lo que ¨¦sta tiene de conflictiva y amarga. De ah¨ª saca dos conclusiones de alguna manera contradictorias: como la realidad pura y dura est¨¢ llena de peligros, hay que desplazar al hombre a la realidad virtual, ¨²nico lugar en el que se le puede liberar de la amarga substancia. Y, en segundo lugar, el mandato del goce. Gozar es obligatorio y no hacerlo conlleva culpabilidad. Entonces, ?por qu¨¦ no, en lugar de caf¨¦, inyectarse cafe¨ªna?; ?por qu¨¦ no, en lugar de la excitaci¨®n de la realidad externa, tomar drogas que animen directamente al cerebro? El problema es que, pese a todo este decorado artificial, la guerra causa muertos y la droga no trae la felicidad. Ah¨ª se sit¨²a Zizek
Y provoca de verdad cuando ¨¦l, dispuesto a refundar la izquierda, prefiere las malas compa?¨ªas de los conservadores. Por ejemplo, la de Pascal, un cristiano a la vieja usanza que moviliza su gran talento contra lo nuevo. Admira esa rebeld¨ªa porque es se?al de que Pascal ha reconocido la fuerza de lo nuevo, los desgarros que acarrea, los cambios profundos que exige. Quien no se entera de nada es el progre siempre dispuesto a estar al d¨ªa y correr tras lo ¨²ltimo. Es el mismo talante de Charlot cuando se opon¨ªa al cine sonoro: ¨¦l s¨ª sab¨ªa lo que estaba en juego.
Con Zizek no se puede uno fiar. Piensas que est¨¢ contigo pero pronto adviertes que es por razones opuestas a las tuyas. Pasa con el multiculturalismo que ¨¦l acosa sin respiro. ?De qu¨¦ sirve, se pregunta, no guisar las hamburguesas en la India con grasa de vaca si esa multinacional es portadora del virus econ¨®mico que arruina los recursos naturales, las tradiciones culturales y sus formas de organizaci¨®n? ?El respeto al otro debe cerrar los ojos a costumbres b¨¢rbaras como quemar viva a la mujer del viudo que es lo que se hace hoy en la India? Ni est¨¢ con los que subliman el respeto al otro, ni con quienes defienden valores universales sin atreverse a tocar el uniformismo letal del capitalismo.
La compa?¨ªa de pensadores radicales occidentales le hizo sospechoso ante los bur¨®cratas comunistas. Nada extra?o si constatamos aficiones tan poco ortodoxas como el inter¨¦s que ¨¦stos muestran por Pablo de Tarso, por ejemplo. Podemos enumerar hasta media docena de libros paulinos entre los fil¨®sofos pol¨ªticos contempor¨¢neos: Agamben, Badiou Taubes... Zizek no se queda atr¨¢s hasta el punto de definirse como un materialista paulino. El subt¨ªtulo de El fr¨¢gil absoluto (Pre-Textos, 2002) es '?Por qu¨¦ merece la pena luchar por el legado cristiano?'. En la carta a los Corintios Pablo habla, a prop¨®sito del amor, del "odio a los padres" que Zizek interpreta como rebeli¨®n contra el mundo de valores y s¨ªmbolos que nos rodea; ¨¦l apuesta por una subjetividad pol¨ªtica capaz de crear de nuevo el mundo. Pero es en El t¨ªtere y el enano (Paid¨®s, 2006) donde Pablo ocupa el centro de su reflexi¨®n. En ese libro el tema es el del subt¨ªtulo: "El n¨²cleo perverso del cristianismo". La perversi¨®n consiste en crear un gran otro que anula ese momento creativo de la libertad, propio de quien sabe que no hay garant¨ªa y que hay que jug¨¢rsela con cada decisi¨®n. El cristianismo es perverso porque en lugar de sacar las consecuencias del abandono de Jes¨²s en la cruz ha construido una historia con un otro omnipotente. Su salvaci¨®n depende de que se autodestruya como religi¨®n.
Ya ha quedado dicho el parti
do que Zizek saca de las pel¨ªculas. En Matrix, cuando el h¨¦roe despierta a la cruda realidad, ve un paisaje desolado, lo que qued¨® de Chicago despu¨¦s de una guerra mundial. El l¨ªder de la resistencia, Morpheus, recibe al h¨¦roe con un "Bienvenido al desierto", frase que da pie al t¨ªtulo de otro de los libros de Zizek recientemente traducidos Bienvenidos al desierto de lo real (Akal, 2005). El argumento del filme le sirve para explicar el atentado del 11-S. No deber¨ªamos ver, nos dice, en las Torres Gemelas el s¨ªmbolo del poder mundial, sino la encarnaci¨®n del desierto, del capitalismo especulativo financiero cuya realidad es virtual. Ahora bien, si la nada gobierna el mundo, ?por qu¨¦ extra?arse de que el mundo real de afuera sea una amenaza a esa irrealidad? El capitalismo financiero ser¨ªa el mejor alimentador del terror y lo que los habitantes del Primer Mundo -que son los que se aprovechan del mundo virtual- deber¨ªan preguntarse es por qu¨¦ no conocen causa por la que valga la pena sacrificarse.
Kieslowski, el director de la famosa trilog¨ªa de los colores, le sirve de gu¨ªa a su Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio (Debate, 2006). Nada como el cine para hacernos ver que la ficci¨®n, aunque se tome por Lo Real, no es la realidad. Pero lo que aqu¨ª persigue es indagar por qu¨¦ vivimos la realidad como pesadilla de la que hay que huir. ?No habr¨ªa manera de transformar lo que nos hace da?o en punto de partida de una reconstrucci¨®n de la realidad que no sea huida en lo virtual? "Lacrimae rerum" era el nombre que daban los antiguos a las l¨¢grimas de la escena, las ¨²nicas que soportaban porque las reales provocaban pavor. A trav¨¦s de mil aproximaciones, Zizek trata de decirnos que lo grave no es que hayamos perdido de vista la realidad, sino que hemos perdido de vista el sentido de la realidad simb¨®lica, esto es, la capacidad de ver en lo imperfecto de la vida, en sus dolores y contradicciones el ¨²nico sentido capaz de sacarnos de la inmovilidad a la que nos remite este mundo virtual tomado por la realidad.
M¨¢s all¨¢ de la provocaci¨®n o del virtuosismo indigesto propio del jugador que regatea hasta su sombra, lo que hay que ver en este autor es el rescate del gesto filos¨®fico originario, como dice Antonio Gimeno, traductor e impulsor del conocimiento de Zizek en el ¨¢rea hispanohablante. Ese gesto de pensar de nuevo -algo que trat¨¢ndose de la filosof¨ªa deber¨ªa ser evidente- es lo que resulta excepcional. Por eso seduce tanto.
Slavoj Zizek. Arriesgar lo imposible: Conversaciones con Glyn Daly. Traducci¨®n de Sonia Arribas. Trotta. Madrid, 2006. 168 p¨¢ginas. 14,42 euros. El t¨ªtere y el enano. El n¨²cleo perverso del cristianismo. Traducci¨®n de Alcira Bixio. Paid¨®s. Barcelona, 2006. 240 p¨¢ginas. 14 euros. Bienvenidos al desierto de lo real. Traducci¨®n de Cristina Vega Sol¨ªs. Akal. Madrid, 2005. 128 p¨¢ginas. 14 euros. Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. Traducci¨®n de Ram¨®n Vil¨¤ Vernis. Debate. Madrid, 2006. 300 p¨¢ginas. 19 euros.
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