A solas con Braque
Bajo un silencio de martes, con el cielo reci¨¦n lavado y las calles limpias, he ido pedaleando hasta el IVAM. Despu¨¦s de la algarab¨ªa polvorienta de las Fallas entrar en la exposici¨®n de Braque tiene algo de refugio, como meterse en el interior de un cuadro y no atreverse a salir. Dej¨¦ la bici amarrada a las barras del aparcamiento con un candado y me introduje con sigilo en la pintura, dejando que las formas se disolvieran dentro de m¨ª como un olor, hasta romperse.
Dec¨ªa Modigliani que si rompes un cuenco no puedes describir lo que hay dentro, por eso ¨¦l no quer¨ªa ser cubista. Pero Picasso y Braque lo rompieron. Lograron destruir una figura sin que su esp¨ªritu se disipara.
Sus criaturas, con un ojo en el occipital y el cuerpo previamente descuartizado, miraban al espectador desde un lugar imposible, pero tan individual que lograron adivinar el futuro. Cuentan que cuando Picasso vio la cara algo disconforme de una modelo al examinar su retrato, le dio una palmadita en la espalda y le dijo: "Ahora a parecerse". El ojo del pintor malague?o como el de Braque estaba ya dentro de las cosas y su forma de mirar fue una profec¨ªa salvaje.
Se conocieron en 1907 cuando Picasso estaba pintando Las se?oritas de Avignon. A Braque el cuadro le caus¨® una impresi¨®n tan honda "como si alguien bebiera petr¨®leo para escupir fuego". Desde entonces la relaci¨®n entre ambos fue intens¨ªsima. Se comprend¨ªan, se admiraban, pero se parec¨ªan demasiado para ser verdaderos amigos. El poder de absorci¨®n que cada uno ejerc¨ªa sobre el otro era tan fuerte que representaba una amenaza. Hubo un momento en que estuvieron tentados de trabajar juntos, de borrar el propio "yo" para encontrar una personalidad com¨²n y eso debi¨® de ser lo m¨¢s cerca que se hallaron de su propia destrucci¨®n. La historia de amor no cuaj¨®. Se quer¨ªan, se tem¨ªan, se vigilaban. Como dos leones.
En la sala no hab¨ªa nadie m¨¢s a esa hora. Me sent¨ª una privilegiada caminando sola entre p¨¢jaros: p¨¢jaros atravesando nubes, p¨¢jaros entre un follaje de peri¨®dicos, p¨¢jaros sobre carm¨ªn. Tambi¨¦n el pensamiento es un p¨¢jaro que puede extraviarse. Me perd¨ª en el parque de Carrieres-Saint Denis, y eso que es un lienzo peque?o, pero me confundieron sus ramas de bosque roto. Algunos cuadros son como la cristalera de un caf¨¦ en la que uno puede verse reflejado. Otros, son vuelos nocturnos que nos sumergen en un sue?o: Braque caminando a mi lado con su apostura de actor de huesos largos y su mirada de resistente antifascista.
"No soy un pintor revolucionario. No busco la exaltaci¨®n. El fervor me basta", reza el cartel que inaugura la exposici¨®n del IVAM. M¨¢s de un centenar de obras que nunca hab¨ªan sido mostradas antes en Espa?a. All¨ª, como escribi¨® el pintor en uno de sus cuadernos "El presente es perfecto".
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