Una grada cari?osa con Ronaldo
H¨¦ctor aniquil¨® a su propio equipo en los primeros minutos y a partir de ah¨ª el Depor s¨®lo inspir¨® sentimientos humanitarios. Chamart¨ªn bostezaba. El Bernab¨¦u no se llen¨®. Muchos socios debieron quedarse durmiendo la siesta hipnotizados por el zumbido de las motos. Los que acudieron no se sobresaltaron tampoco. Coloccini y C¨¦sar, los centrales visitantes, tardaban un minuto en girarse. A su alrededor fundaron un caladero para el aprovechamiento de Ronaldo. El brasile?o no est¨¢ en su pico de forma y posiblemente le quede un tiempo para alcanzarlo. Pero resulta extra?o que haya sido suplente dos veces y haya ido a la grada en una ocasi¨®n a lo largo del mes pasado. El Madrid no tiene otro delantero como ¨¦l y todo el mundo, salvo el t¨¦cnico, L¨®pez Caro, parece convencido. El Bernab¨¦u tambi¨¦n. La hinchada ovacion¨® a Ronaldo con fuerza.
Si Ronaldo demandaba mimos y arrumacos de su afici¨®n, la gente le dio lo que ped¨ªa. Acaso fuese la primavera. Acaso la resonancia del zumbido de las motos en Jerez, o la nostalgia que inspiraba el herrumbroso Deportivo. Los nost¨¢lgicos recordaron otros tiempos, los de Mauro, Fran... En este clima se creci¨® Ronaldo que meti¨® un gol y estuvo a punto de hacer otros tres.
En su gol, Ronaldo cogi¨® a contrapi¨¦ a Coloccini y C¨¦sar, que salieron mal y volvieron tarde. C¨¦sar, que estuvo a punto de dejar el Depor en Navidad, es un caso de regresi¨®n: juega cada vez peor. Coloccini es capaz de decidir un partido ¨¦l solo. Sea con Argentina (su actuaci¨®n ante Inglaterra en el ¨²ltimo amistoso permiti¨® dos goles de Owen) o con su equipo, el hombre es una mina. Ronaldo lo aprovech¨® en un centro perfecto de Roberto Carlos. Unos minutos m¨¢s tarde lo volvi¨® a encarar con ¨¦xito. Coloccini lo vio pasar antes de que su sistema nervioso mandara el impulso a sus m¨²sculos. Si el tercer gol no subi¨® al marcador en ese momento fue gracias a Molina.
Mediada la segunda parte el p¨²blico estaba satisfecho con Ronaldo. El brasile?o, que amenaz¨® con marcharse si no le demostraban cari?o, debi¨® decidir que sigue. Cuando L¨®pez Caro lo cambi¨® las gradas le dedicaron una ovaci¨®n sentida. Ronaldo, que no es demagogo, hizo un adem¨¢n con la mano derecha y se sec¨® el sudor.
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