Copia de las mayor¨ªas

Los organismos reguladores encargados de velar por las condiciones de competencia en Espa?a sufren una intensa p¨¦rdida de credibilidad, acentuada durante los ¨²ltimos meses por la deficiente gesti¨®n que sobre todo el Tribunal de Defensa de la Competencia (TDC) ha realizado de las OPA lanzadas sobre Endesa, primero por Gas Natural y despu¨¦s por E.ON. El Gobierno ha presentado dos iniciativas que modifican la composici¨®n y funcionamiento de las instituciones reguladoras, que, aparentemente, no van a contribuir a recuperar su credibilidad.

Para empezar, ha aprobado una reforma de la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa (CNE) que ampl¨ªa sus competencias de forma que pueda dictaminar sobre compras de empresas energ¨¦ticas, aunque el comprador no sea espa?ol. Los superpoderes concedidos a la CNE pretenden indisimuladamente facultar a la instituci¨®n para que ponga todos los obst¨¢culos a la OPA de E.ON sobre Endesa. Un oportunismo que no contribuye a reforzar la neutralidad pol¨ªtica del regulador energ¨¦tico.

Otra iniciativa, m¨¢s meditada, pretende aplicar una reforma estructural en el Tribunal de Defensa de la Competencia y en el Servicio de Competencia, ambos relacionados funcionalmente y dependientes del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda. Ambos se integrar¨¢n en una instituci¨®n ¨²nica, que pasar¨¢ a llamarse Comisi¨®n Nacional de Competencia, que mantendr¨¢ en su seno las operaciones de an¨¢lisis t¨¦cnico o de instrucci¨®n y de decisi¨®n pol¨ªtico-jur¨ªdica hasta ahora separadas en Tribunal y Servicio. La nueva comisi¨®n contar¨¢ con un presidente y cuatro vocales cuyo nombramiento deber¨¢ ser examinado por el Congreso.

El esfuerzo de simplificaci¨®n no es desde?able; ahorrar¨¢ tiempo y dinero que sol¨ªan enterrarse en farragosos tr¨¢mites. Pero hay que advertir de que el problema fundamental del TDC no es de organizaci¨®n, sino de credibilidad y composici¨®n. Mientras los consejos de los reguladores se construyan reproduciendo las mayor¨ªas parlamentarias, y nada hace pensar que esto deje de suceder, a pesar de que sea ahora el Congreso instrumento principal de nombramiento de presidente y vocales, estar¨¢ presente la amenaza de la politizaci¨®n. No s¨®lo porque el partido en el poder se garantiza disponer de una mayor¨ªa de votos con los correspondientes nombramientos, sino porque las maquinarias pol¨ªticas tienden a designar consejeros con perfiles de "comisario pol¨ªtico" y sin la suficiente capacidad t¨¦cnica para fijar criterios v¨¢lidos. Con la reforma se ganar¨¢ en simplicidad, pero dif¨ªcilmente aumentar¨¢ la credibilidad. Y ¨¦se deber¨ªa ser el objetivo principal.