El Bar?a se ciega ante la porter¨ªa
El equipo de Rijkaard pierde un sinf¨ªn de oportunidades, remata dos veces al palo y empata sin goles con el Benfica
Luminoso de punta a punta del campo, el Barcelona se ceg¨® al llegar a porter¨ªa, v¨ªctima de un extra?o mal fario, el mismo quiz¨¢ que le provoc¨® la dolorosa derrota de Berna en 1961 ante el mismo equipo, el Benfica. Desenfocado, peleado con los palos y aburrido por un extravagante guardameta que se marc¨® un partidazo, al Bar?a no le qued¨® m¨¢s remedio que firmar un empate a cero en el estadio Da Luz cuando la productividad de su juego demandaba una goleada. A los azulgrana les tembl¨® el pulso despu¨¦s de un ejercicio futbol¨ªstico encantador desplegado durante una hora.
Ning¨²n jugador personific¨® mejor la noche azulgrana que Iniesta. Juega que es un encanto y, sin embargo, remata de espanto. As¨ª fue el Bar?a que compareci¨® en Lisboa. Tan guapo como inocente, tan l¨²dico como est¨¦ril, tan espectacular como inofensivo, tan divertido como c¨¢ndido. Tan l¨²cido en el entrejuego como extraviado en el ¨¢rea. No supo poner en el marcador las diferencias que hubo entre uno y otro equipo en la cancha y, desenga?ado, acab¨® por darle vida al Benfica en un ¨²ltimo tramo salvado por los pies y las manos de Vald¨¦s.
BENFICA 0 - BARCELONA 0
Benfica: Moretto; Ricardo Rocha, Luis?o, Anderson, L¨¦o; Beto, Petit, Manuel Fern¨¢ndez; Robert (Miccoli, m. 46), Geovanni (Karagunis, m. 68) y Sim?o.
Barcelona: V¨ªctor Vald¨¦s; Belletti, Oleguer, Motta, Gio van Bronckhorst; Van Bommel, Iniesta, Deco (Gabri, m. 76); Larsson (Giuly, m. 76), Eto'o y Ronaldinho.
?rbitro: Stephen Bennett (Gran Breta?a). Amonest¨® con la tarjeta amarilla a Niccoli, Deco, Iniesta y Belletti.
Unos 65.000 espectadores en el estadio Da Luz, de Lisboa, con unos 2.400 seguidores del Barcelona.
Aunque la alineaci¨®n de Rodri, central del filial, se presentaba como la soluci¨®n m¨¢s natural para combatir las ausencias defensivas, sobre todo porque simplificaba las bajas de hasta tres futbolistas de contenci¨®n (Puyol, M¨¢rquez y Edmilson) y permit¨ªa a los medios mantener sus posiciones de costumbre, Rijkaard prefiri¨® repartir el campo entre los futbolistas profesionales, condicionado por la seriedad del partido y la exigencia del torneo. Iniesta reapareci¨® como medio centro mientras Motta, el jugador m¨¢s vers¨¢til, retroced¨ªa al puesto de central, en una propuesta tan atrevida como futbolera.
Juntar a Belletti, Motta y Gio en el ¨¢rea de Vald¨¦s supone un riesgo, y el recuerdo del gol concedido en Stamford Bridge entre el portero y el italo-brasile?o todav¨ªa provoca escalofr¨ªos entre quienes sostienen que los partidos se ganan desde una buena defensa. Ofensivamente, en cambio, el equipo se estir¨® con una elegancia tan sobrecogedora que al Benfica le entr¨® un ataque de p¨¢nico. Si Rijkaard dio un paso adelante con la alineaci¨®n, Koeman lo hizo hacia atr¨¢s cuando situ¨® a Ricardo Rocha como marcador de Ronaldinho. Acurrucado en su campo, el Benfica se espant¨® en cada llegada del Bar?a, que cont¨® hasta siete ocasiones antes del descanso.
Una jugada retrat¨® el partido. Eto'o le tir¨® dos ca?os a Andersson, el central se afloj¨® tanto que cedi¨® la pelota al portero y Moretto la recogi¨® como si tal cosa, incapaz de jugarla. La cesi¨®n provoc¨® un libre indirecto que Ronaldinho remat¨® por dos veces, las mismas que rechaz¨® el meta. Moretto regal¨® tantos disparos como paradas realiz¨® en una actuaci¨®n disparatada y, sin embargo, efectiva. A las dos oportunidades de Ronaldinho se sumaron despu¨¦s una llegada de Iniesta y otras dos de Van Bommel, y dos chuts mordidos de Deco y Eto'o. Las siete eran gol o gol y, sin embargo, no se cant¨® ninguno.
Jugaba el Barcelona con tanta exquisitez, precisi¨®n y velocidad que jam¨¢s permiti¨® el f¨²tbol f¨ªsico y agresivo del Benfica, siempre desbordado. Los azulgrana se garantizaron la posesi¨®n del bal¨®n, Iniesta supo darle la mejor salida, los volantes mezclaron tanto en defensa como en ataque y los delanteros tiraron siempre el desmarque que exig¨ªa la jugada. Ronaldinho estuvo especialmente brillante como asistente y Larsson abri¨® el campo como extremo y jug¨® tambi¨¦n de primera como ariete. Tocaba y llegaba el Bar?a con tanta naturalidad, de forma tan aseada, que no hubo m¨¢s noticia del Benfica que los disparos a media distancia de sus centrocampistas.
Koeman reactiv¨® a su equipo con la salida de Miccoli. El Benfica gan¨® agilidad con tres delanteros peque?os y el Bar?a se sinti¨® m¨¢s exigido atr¨¢s y menos c¨®modo arriba. La pelota paraba m¨¢s en las zonas blandas y la hinchada benfiquista advirti¨® felizmente que hab¨ªa partido. Aunque de manera m¨¢s barroca, porque el juego resultaba m¨¢s atropellado, los azulgrana siguieron contando unos cuantos remates m¨¢s, sobre todo dos disparos consecutivos de Larsson y Motta a la madera y otro de Van Bommel que rechaz¨® Moretto. A cambio, sin embargo, con el tiempo quedaron expuestos al contragolpe del Benfica, que se present¨® tres veces ante Vald¨¦s. Ocurri¨®, para su suerte, que Miccoli, Geovanni y Sim?o no pudieron con el portero y el ¨¢rbitro pas¨® por alto unas manos de Motta que parecieron penalti.
El Bar?a hab¨ªa tirado la toalla despu¨¦s de una hora de juego para la galer¨ªa en una muestra m¨¢s de su capacidad para sobreponerse a cualquier ausencia. La Copa de Europa, sin embargo, no entiende de romanticismo, sino de efectividad. El equipo que promedia dos goles por partido se qued¨® seco la noche en que cre¨® m¨¢s oportunidades en mucho tiempo (10). Sorprendentemente, el problema no fue la defensa, sino el ataque. Una suerte para el Benfica, que se ha encontrado con un encuentro de vuelta que no pens¨® en jugar tal como fue la ida.
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