Un viraje radical de la izquierda 'abertzale'
Un movimiento de esperanza ha recorrido Espa?a al anuncio de que ETA declaraba un alto el fuego permanente. Ha sido una reacci¨®n altamente mayoritaria y espont¨¢nea de las gentes que durante largos a?os han luchado contra el terrorismo etarra, saliendo a la calle con las manos blancas, condenando los cr¨ªmenes que cortaron la vida de militares, guardias civiles, polic¨ªas, personalidades civiles de izquierda y derecha, hombres y mujeres inocentes que pensaban haber conquistado el derecho a ser libres tras haber puesto fin a la dictadura franquista. La esperanza manifestada en estos d¨ªas es pues el gesto de una ciudadan¨ªa que no ha soportado cobardemente el terror, sino que ha luchado y ha conseguido al final aislar y reducir al terrorismo con su resistencia, hasta el punto de imponerle el abandono de la violencia. Se ha impuesto el sentido c¨ªvico y ¨¦se es, al fondo, el contenido m¨¢s importante del mensaje que tantas esperanzas levanta. Se trata esencialmente de una victoria de la ciudadan¨ªa y de la democracia.
Las instituciones del Estado democr¨¢tico no han cesado de combatir esa plaga, sin ninguna concesi¨®n, y la solidaridad internacional -principalmente la del Estado franc¨¦s- ha tenido un importante papel en este resultado.
Y si la prudencia y la cautela son de rigor teniendo en cuenta experiencias pasadas, estas prevenciones no deben desviarnos del camino a recorrer para que esta esperanza se cumpla totalmente. Ello no s¨®lo implica exigir a ETA que cumpla sin ambages su compromiso y cese real y definitivamente violencia y extorsiones, sino que todos los agentes pol¨ªticos aborden la posible negociaci¨®n con el objetivo claro de lograr el fin de la violencia y la paz, que es lo que genera la esperanza constatada en la mayor¨ªa de los ciudadanos.
A la vez, la intenci¨®n de no interferir este objetivo con otros temas pol¨ªticos, y de no pagar "precios pol¨ªticos" por la paz, no debe ocultar el hecho de que una negociaci¨®n de paz es ya en s¨ª una decisi¨®n eminentemente pol¨ªtica. Nadie concebir¨ªa una negociaci¨®n entre el Estado y una organizaci¨®n de delincuentes comunes; con este tipo de delincuencia no cabe otra cosa que la acci¨®n de la polic¨ªa y la justicia. Cuando el Parlamento autoriza al Gobierno a negociar es porque, aun considerando el horror de los atentados criminales de ETA, se estima la existencia de un car¨¢cter pol¨ªtico en esa delincuencia que justifica decisiones pol¨ªticas excepcionales. En este caso, la acci¨®n de la polic¨ªa y la justicia han dejado de ser el ¨²nico instrumento de que se sirve el Estado, y por el momento la pol¨ªtica adquiere un papel decisivo con todas las consecuencias.
Y al ocupar ese papel la pol¨ªtica, no s¨®lo pueden poner bastones en las ruedas los incumplimientos de ETA, sino los errores, las torpezas y la incomprensi¨®n de otros agentes pol¨ªticos, ya sean partidos o medios de comunicaci¨®n.
Si se adopta una v¨ªa pol¨ªtica excepcional para lograr la paz es porque se considera esencial que no haya m¨¢s muertes y extorsiones, que se restablezca un clima de paz civil, todo lo cual va a facilitar una convivencia m¨¢s plena entre los ciudadanos y los pueblos del Estado espa?ol y la garant¨ªa de que todos respeten seriamente las reglas del juego democr¨¢tico, es decir, que sobre ideolog¨ªas y programas pol¨ªticos lo que decide es el voto libre de los ciudadanos y no las imposiciones arbitrarias de uno u otro.
Pero la paz no significa el fin de la lucha y la pol¨¦mica ideol¨®gica y pol¨ªtica, ni mucho menos la eliminaci¨®n de tal o cual concepci¨®n del Estado o de la sociedad, sino solamente que ese enfrentamiento tiene que plantearse por medio de la palabra, con razones e inteligencia, respetando al adversario y admitiendo incondicionalmente el fallo popular, expresado por medio del sufragio universal. Es el voto ciudadano y s¨®lo ¨¦ste el que dirime leg¨ªtimamente las contiendas pol¨ªticas e ideol¨®gicas. Lo que hace condenable a ETA no es que sea m¨¢s o menos radicalmente nacionalista o socialista, sino ¨²nica y exclusivamente que es un grupo terrorista.
El comunicado de ETA -y a¨²n m¨¢s el segundo que el primero- es un primer paso de lo que representa un viraje radical en la estrategia de la izquierda abertzale. Me atrevo a decir esto analizando las treguas anteriores, y m¨¢s a¨²n el cese de los asesinatos y otras decisiones anteriores a la proclamaci¨®n del alto el fuego permanente. No puedo ponerme en la piel de los dirigentes de la organizaci¨®n terrorista, pero m¨¢s de treinta a?os de ser el responsable del trabajo clandestino del PCE bajo la dictadura franquista -incluido el periodo de la guerrilla- me proporcionan una ex
-periencia sobre el funcionamiento de tal tipo de organizaci¨®n. Partiendo de ello, coincido en que el comunicado no da todas las seguridades, m¨¢s concretamente, no asume con claridad el compromiso de respetar la voluntad popular aun cuando les sea adversa. Pero es el primer paso de una evoluci¨®n dif¨ªcilmente reversible. Los dirigentes que lo han redactado quiz¨¢ no pod¨ªan llegar m¨¢s lejos en este primer paso. Una organizaci¨®n clandestina del tipo de ETA s¨®lo va a completar un cambio as¨ª lentamente, paso a paso. Porque s¨®lo as¨ª evitar¨¢ desgarramientos, como el que se produjo cuando la negociaci¨®n del Gobierno de UCD, con los polimilis, no pudo conseguir que se retirara de la lucha armada m¨¢s que una parte de la organizaci¨®n, mientras el resto continu¨® matando. Precisamente ¨¦sta es una de las razones -y no s¨®lo la prudencia y la cautela del Gobierno- de que la negociaci¨®n pueda alargarse en el tiempo. Los dirigentes etarras que han iniciado ese movimiento, con todo lo que hayan podido pecar en el pasado -adm¨ªtaseme la met¨¢fora-, est¨¢n afrontando riesgos en una organizaci¨®n de ese tipo que no podemos ignorar. Y aunque a algunos les parezca un sacrilegio lo que digo ahora, habr¨¢ que ayudar a esos dirigentes hasta el fin del proceso, es decir, hasta la aceptaci¨®n incondicional de las reglas del juego democr¨¢tico. Tambi¨¦n por eso es esencial que el Gobierno tenga toda la libertad y todo el apoyo, sin que nadie le ponga trabas para dirigir esta complicada traves¨ªa.
Pedir a ETA que se disuelva en unos d¨ªas y, todav¨ªa m¨¢s, que pida perd¨®n por sus cr¨ªmenes, ser¨ªa totalmente irrealista. Una organizaci¨®n clandestina supone la existencia de un n¨²mero determinado de personas y familias, que est¨¢n en la ilegalidad y a las que adem¨¢s de convencerlas del cambio hay que ayudar a reorganizar sus vidas, a reinsertarse en la sociedad. Eso no es f¨¢cil y lleva tiempo. Y adem¨¢s, iniciada la negociaci¨®n ser¨¢ inevitable crear un cierto terreno de confianza mutua, junto a todas las cautelas necesarias. En cuanto a conseguir el arrepentimiento de los cr¨ªmenes, eso ser¨¢ un proceso que puede durar a?os y que depender¨¢ de la conciencia individual. Pero, hoy por hoy, los dirigentes que han conseguido de ETA ese comunicado merecen que se exploren todas las posibilidades, pues al hacerlo se han jugado mucho y si fracasan su propia organizaci¨®n ser¨¢ la primera en condenarles.
Digo estas cosas para contribuir a mostrar al lector la otra cara de la medalla y las dificultades objetivas de esta situaci¨®n, para pedir paciencia a los impacientes y sentido de responsabilidad a todos.
Si fracasa el proceso, las consecuencias las lamentaremos todos. Yo puedo comprender que alguna de las v¨ªctimas obcecada por el dolor pida que haya vencedores y vencidos. Aunque me parece que la reacci¨®n m¨¢s ejemplar la ten¨ªa una de ellas en una emisi¨®n de radio, el vasco Recalde, que, pronunciando con dificultad a consecuencia de las secuelas que le dej¨® el grave atentado sufrido no hace mucho, proclamaba su alegr¨ªa por el proceso que se abre. Otras v¨ªctimas o familiares de ellas han reaccionado de forma semejante. Ellas son las que en este momento dan pruebas de generosidad. Y a las ¨²nicas que tenemos que pedir generosidad a cambio de una solicitud y una solidaridad permanentes. El resto de la sociedad recibe con esperanza la perspectiva de paz porque la necesita y ha luchado por ella. Pero la sociedad espa?ola sabe bien, porque ha estado dividida cuarenta a?os entre vencedores y vencidos, que ¨¦se no es el emblema de una democracia. Si alcanzamos la paz, todos seremos beneficiarios de ella, nadie ser¨¢ excluido. Nadie va a negar a la izquierda abertzale la posibilidad de defender democr¨¢ticamente sus ideales y su programa.
El presidente Rodr¨ªguez Zapatero ha iniciado el proceso con una intuici¨®n y una inteligencia pol¨ªtica elogiables. Ayud¨¦mosle. Necesita la confianza y el apoyo de todos los partidos, de todos los ciudadanos.
Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, es comentarista pol¨ªtico.
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