Cierta esperanza para la paz
Los votantes israel¨ªes han optado por una coalici¨®n moderada de centro-izquierda, encabezada por Ehud Olmert. Ese resultado supone un cambio importante en la sociedad de Israel, y tal vez incluso cierto giro en la psique de los israel¨ªes. El pasado agosto, cuando Ariel Sharon retir¨® unilateralmente a los colonos jud¨ªos y al Ej¨¦rcito israel¨ª de Gaza, lo hizo en contra de la mayor¨ªa de su propio partido y pese a una resistencia violenta de grupos religiosos y nacionalistas. La izquierda pacifista aport¨® a Sharon influencia pol¨ªtica para su iniciativa hist¨®rica. En los comicios del martes, la gran mayor¨ªa de los israel¨ªes -por primera vez desde la ocupaci¨®n militar de Cisjordania y Gaza, en 1967- manifestaron su disposici¨®n a renunciar a un 90% de los territorios ocupados palestinos, incluidas algunas zonas de Jerusal¨¦n. Manifestaron su disposici¨®n, no su felicidad. Lo que una gran mayor¨ªa de los israel¨ªes consider¨® impensable durante a?os, e incluso suicida, lo refrendaba el martes con tristeza.
Los motivos para ese cambio de idea probablemente no sean los sermones ¨¦ticos de la izquierda pacifista, sino varias bofetadas duras de realidad: un levantamiento palestino violento en los territorios ocupados, una sensaci¨®n de aislamiento internacional, y la toma de conciencia de que el equilibrio demogr¨¢fico entre jud¨ªos y ¨¢rabes podr¨ªa cambiar en favor de los palestinos si Israel se aferra a los territorios ocupados. Puede haber un motivo incluso m¨¢s profundo para ese cambio: los israel¨ªes han modificado gradualmente su orden de prioridades. Pasan de apetitos territoriales a apetitos materialistas y hedonistas, de la militancia al pragmatismo, del nacionalismo interesado a la interdependencia. ?Por qu¨¦, entonces, la reciente campa?a electoral ha parecido tan discreta, comedida e incluso un tanto melanc¨®lica, en comparaci¨®n con las campa?as feroces y acaloradas que acostumbr¨¢bamos tener en el pasado? ?De d¨®nde proviene ese aire de renuencia sobria y esc¨¦ptica? ?Y por qu¨¦ se han dado unos ¨ªndices relativamente bajos de participaci¨®n? Quiz¨¢ porque ninguno de los partidos pod¨ªa ofrecer respuestas sencillas a los dos problemas m¨¢s acuciantes de Israel: la falta de paz y la proliferaci¨®n de la pobreza (incluso en medio de una prosperidad econ¨®mica relativa).
M¨¢s que avivar el fervor y el entusiasmo, ambas cuestiones est¨¢n cargadas de tristeza: hasta hace 20 o 30 a?os, Israel era una de las sociedades m¨¢s igualitarias del mundo democr¨¢tico. Ahora posee una de las brechas m¨¢s profundas entre ricos y pobres. Los israel¨ªes saben que esa brecha no se va a cerrar mediante una pol¨ªtica socialista radical, sino -en el mejor de los casos- a trav¨¦s de un proceso largo y doloroso de rectificaci¨®n gradual. La misma renuncia a las esperanzas de una soluci¨®n r¨¢pida es aplicable a las cuestiones de la guerra y la paz: el partido de Olmert ahora no habla de paz con los palestinos, sino de una retirada unilateral; para quienes todav¨ªa creemos en la paz y la reconciliaci¨®n, una retirada unilateral israel¨ª es una triste segunda opci¨®n, por no decir un ¨²ltimo recurso desesperado.
El ascenso de Ham¨¢s, con su negativa a reconocer el derecho de Israel a existir con ninguna frontera, con su rechazo a tan siquiera negociar directamente con Israel, a renunciar al terrorismo o a respetar acuerdos firmados entre Israel y Palestina en el pasado, ha provocado una crisis en el movimiento pacifista israel¨ª. Esa crisis no se puede curar s¨®lo con la formaci¨®n de un Gobierno de centro-izquierda en Israel, y ni siquiera mediante una retirada unilateral de los territorios ocupados. De hecho, el sector pacifista israel¨ª abog¨® durante muchos a?os por el fin de la dominaci¨®n israel¨ª en Cisjordania y Gaza. Sin embargo, los miembros del movimiento pacifista mantuvimos que el fin de la ocupaci¨®n deb¨ªa significar el principio de la paz. Lo que el Gobierno de Olmert parece depararnos no es un intercambio de "tierras por paz", sino de "tierras por tiempo", ya que est¨¢ claro que las ambiciones de Ham¨¢s no se limitan a reclamar Gaza y Cisjordania. De ah¨ª la tristeza entre los israel¨ªes moderados.
?Hay algo que pueda hacer por la paz el nuevo Gobierno israel¨ª de centro-izquierda, mientras Ham¨¢s no desee la paz con Israel? Al parecer, hay un camino. Israel puede llevar la cuesti¨®n al piso de arriba, por as¨ª decirlo: cuando no se puede resolver un conflicto con el mat¨®n del barrio, se puede intentar hablar con sus padres o su hermano mayor. En nuestro caso, la familia del mat¨®n es la Liga ?rabe, que en 2000 acept¨® una propuesta de paz integral para Oriente Pr¨®ximo. Dicho plan consiste en la retirada israel¨ª de los territorios ocupados en 1967, y una soluci¨®n pactada para los refugiados palestinos de 1948, a cambio de un acuerdo de paz integral entre Israel y el resto de Estados miembro de la Liga ?rabe. Evidentemente, ni siquiera el sector pacifista de Israel espera que el Gobierno se limite a estampar su firma en la l¨ªnea de puntos al final de esa propuesta puramente ¨¢rabe. Pero ?por qu¨¦ no iba a iniciar el Gobierno israel¨ª reci¨¦n elegido unas negociaciones abiertas y directas con una delegaci¨®n de la Liga ?rabe (que en la pr¨¢ctica significa con Egipto y Arabia Saud¨ª) siguiendo las l¨ªneas generales de ese plan? No olvidemos que casi todos los gobiernos ¨¢rabes est¨¢n tan preocupados por el ascenso de Ham¨¢s y se sienten tan amenazados por ¨¦l como Israel, motivo por el cual los pa¨ªses ¨¢rabes pueden anhelar tanto como los israel¨ªes la soluci¨®n del conflicto palestino-israel¨ª.
No es impensable que pueda llegarse a un acuerdo entre el nuevo y pragm¨¢tico Gobierno israel¨ª y los reg¨ªmenes ¨¢rabes pragm¨¢ticos en un tiempo razonable. M¨¢s tarde podr¨ªa someterse ese acuerdo a refer¨¦ndum ante el pueblo palestino. Teniendo en cuenta que en realidad no m¨¢s del 41% de los votantes palestinos apoyaron a Ham¨¢s en los comicios de enero, y que una semana tras otra la mayor¨ªa de los palestinos est¨¢n respondiendo en las encuestas que todav¨ªa est¨¢n dispuestos a aceptar una soluci¨®n de dos Estados, sigue habiendo una magn¨ªfica posibilidad de que una mayor¨ªa palestina apruebe un acuerdo entre Israel y la Liga ?rabe. En lugar de una retirada unilateral israel¨ª, que est¨¢ abocada a dejar muchos de los asuntos controvertidos abiertos y sangrando, podemos trabajar con Egipto y con Arabia Saud¨ª por una paz general y duradera.
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