El estado de la narraci¨®n
Recuerdan a la Mujer Zurda de Handke, aquella noche en la que se reuni¨® con la gente a la que hab¨ªa conocido durante el d¨ªa, y de pronto todos rompieron a hablar, uno tras otro, o, mejor dicho, se deslizaron hacia la narraci¨®n, alcanzaron sin pre¨¢mbulos el ¨²nico estado desde el que pueden ser dichas las cosas verdaderamente importantes? Llu?sa Cunill¨¦ es, como Pinter o la Duras o el mismo Hadke, uno de los poqu¨ªsimos escritores que sabe colocar a sus personajes en ese estado. Sin falsa poes¨ªa, sin construcci¨®n del sentimiento, sin clarines de aviso. Sus personajes habitan ese estado porque ni esperan ni tienen nada que perder. He pasado, como quien dice, un fin de semana en el flamante Teatro Valle-Incl¨¢n, en la plaza de Lavapi¨¦s. He recibido un mazazo brutal con las Divinas palabras que ha montado Gerardo Vera (hablaremos la semana pr¨®xima) y una inyecci¨®n intravenosa de absenta con Barcelona mapa de sombras, de Llu?sa Cunill¨¦; la misma absenta que quiz¨¢ serv¨ªan, veinte o cuarenta a?os atr¨¢s, en el vecino Caf¨¦ Barbieri, cuando, como dice uno de los personajes de su obra, "los caf¨¦s eran cualquier cosa menos inofensivos". Barcelona mapa de sombras es una comedia feroz, l¨ªrica, valiente, imprevisible, misteriosa y di¨¢fana. Lourdes Barba la dirigi¨® har¨¢ un par de temporadas en la sala Beckett y mi mayor temor era que, por azares diversos, por cambio de reparto, la versi¨®n castellana que ha puesto en escena Laila Ripoll no estuviera a la altura de aquel formidable espect¨¢culo. Temor desechado: estamos ante otro formidable espect¨¢culo. Sus protagonistas son un viejo matrimonio en una vieja casa del Ensanche barcelon¨¦s, donde "las almas son bajas y peque?as como gateras". El hombre va a morir. Una calurosa noche de verano, ¨¦l y su esposa hablan con los realquilados, uno tras otro, para pedirles que se vayan: quieren estar solos en ese tramo final. Tres realquilados. Una superviviente de los caf¨¦s peligrosos, hastiada y libre, que malvive dando clases de franc¨¦s, y que una vez escribi¨® un libro "tan descatalogado como las ideas que conten¨ªa". Una muchacha suramericana, embarazada, que trabaja mil horas en un bar. Un joven vigilante de seguridad, ex futbolista, abandonado por su pareja. En la cuarta escena aparece el hermano de la esposa, cirujano, homosexual. El viejo no duerme porque teme morir en cuanto cierre los ojos. Era portero en el Liceo, y conoci¨® a la Callas y a su perro perdido, y en el Liceo aprendi¨® a disfrazarse y alguna cosa m¨¢s. Se tira pedos como quien dispara salvas de ordenanza por su propia muerte. Todos sus amigos han desaparecido, o viven demasiado lejos. El viejo es Walter Vidarte. Ya conocen a Vidarte, con su ternura antigua, inmemorial, su voz de p¨¢jaro estrangulado, los ojos de Antonio Vico en Mi t¨ªo Jacinto, y la mueca desdentada aunque conserve todos sus dientes: quiero decir que Vidarte, con todos sus tics, que forman parte de su sombra y su grandeza, es uno de esos actores a los que se les ve la calavera completa a cada sonrisa. La profesora de franc¨¦s conserva (y le regala) la foto de un muchacho que asesin¨® a su madre y bail¨® desnudo sobre su cad¨¢ver. La ciudad, su antigua ciudad, se le ha vuelto indistinta. Su hijo es arquitecto y ha contribuido a destruirla: una ciudad, Barcelona, tomada por los corredores de footing, y los turistas y los delincuentes, con o sin corbata. La profesora n¨¢ufraga es Mar¨ªa Jos¨¦ Alfonso, y no cuesta imaginarla en una mesa del Barbieri, o, mejor, del Gij¨®n perdido, junto a Sandra, y a Terele, y a Carlitos Oroza. Mar¨ªa Jos¨¦ Alfonso lleva la veteran¨ªa como una escarapela: le sobra alguna gesticulaci¨®n, pero imprime a su personaje una velocidad insomne muy verdadera, muy "de aquella ¨¦poca". La esposa escribe un diario secreto desde su infancia. Barcelona mapa de sombras es una obra surcada por r¨ªos secretos y repentinamente desbordados. La esposa es la magn¨ªfica Montserrat Carulla: apenas pisar la escena nos convence de que habit¨® la mansi¨®n (y, sobre todo, el jard¨ªn umbr¨ªo) de Mirall trencat. Es un puro personaje de la Rodoreda, y con eso creo que est¨¢ dicho todo. La escena de su encuentro con el joven vigilante (Roberto Enr¨ªquez, igualmente extraordinario) que anhela una madre, que susurra el himno del Bar?a como una eleg¨ªa del mismo modo que ella le canta La Boh¨¨me como una nana, es el ojo central y desvelado de la funci¨®n: no se puede escribir mejor, no se puede interpretar mejor. Marina Szerezevsky es la extranjera, la sangre nueva y mestiza, la portadora del futuro: otra mujer salvaje, otra actriz salvaje. Nicol¨¢s Due?as, el hermano, el cirujano que quiere ser ruso, es casi otra mujer salvaje. Sue?a con incendiar la ciudad, rescatar a su hermana y viajar juntos, muy lejos, en el Transiberiano, como Blaise Cendrars y la petite Jeanne de France.
A prop¨®sito de la obra Barcelona mapa de sombras, de Llu?sa Cunill¨¦, en el Teatro Valle-Incl¨¢n de Madrid
Cuando llegue el final de la
noche y se despliegue el mapa de sombras en la alcoba del matrimonio, sabremos todo, o casi todo, en passant, de estos personajes: sus combustiones espont¨¢neas, el env¨¦s de sus tramas. Tendido en la cama, en la oscuridad, el viejo agonizante volver¨¢ a escuchar las frases del general S¨¢nchez el 26 de enero de 1939, cuando los fascistas espa?oles fueron abrazados por los fascistas catalanes: una escena que Brossa y Bernhart hubieran aplaudido, llorando a carcajadas. No falta ni sobra nada en este texto. Todo es importante y nada es "simb¨®lico". No hay costumbrismo sino verdad; no hay opacidad sino misterio. Llu?sa Cunill¨¦ es una autora clara: lo que sucede es que hay demasiado ruido, demasiado tintineo a su alrededor. Pero los esp¨ªritus libres y alerta, guiados sabiamente por Laila Ripoll hasta el fondo del pozo modernista que se abre en la sala Francisco Nieva (preciosa escenograf¨ªa de Juan Sans y Miguel ?ngel Coso: otro aplauso para ellos), sabr¨¢n percibir todos los acordes de esta sinfon¨ªa m¨ªnima y grandiosa y atrapar una certeza: que Llu?sa Cunill¨¦ es una autora mayor, y Barcelona mapa de sombras, una rotunda obra maestra. El Teatro Valle-Incl¨¢n (?larga vida!) no pod¨ªa haber empezado mejor.
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