Verdugos argentinos
Bajo un Gobierno en plena descomposici¨®n, en un paisaje urbano poblado de verdugos de diferentes extraccciones pol¨ªticas, el periodista brit¨¢nico-argentino Andrew Graham-Yooll se esforzaba en 1975 por cumplir una tarea aparentemente sencilla: compon¨ªa en la redacci¨®n del diario angl¨®fono Buenos Aires Herald, de fuertes ra¨ªces liberales, una lista de todas las muertes causadas por la violencia. Aunque parezca extra?o, esta lista era la ¨²nica disponible en los a?os setenta: "Para la mayor parte de las redacciones era imposible mantener el registro porque quer¨ªan separar a los muertos buenos de los malos; y las maniobras requeridas para esa divisi¨®n desanimaban a cualquiera".
Al autor no le interesa el juicio moral de las intenciones y m¨¦ritos ideol¨®gicos de cada bando en la Argentina de aquella ¨¦poca. Su retrato de la decadencia de una sociedad rica y culta es demoledor. Entre el Gobierno inepto de Isabelita Per¨®n, un movimiento peronista fraccionado en grup¨²sculos terroristas y unas Fuerzas Armadas que esperaban su momento para desplegar todo su salvajismo clandestino, Graham-Yooll no percibe modelos ni h¨¦roes. Los esl¨®ganes y el l¨¦xico revolucionario no le conmueven. Reconoce los anhelos de una generaci¨®n de j¨®venes idealistas, destinados a la muerte despu¨¦s del golpe militar de marzo 1976, pero su trabajo de periodista le obliga tambi¨¦n a afrontar ruedas de prensa teatrales, donde ve el lado m¨¢s fanfarr¨®n de la guerrilla: hombres como Mario Firmenich, l¨ªder de los Montoneros, cuya vanidad, crueldad y af¨¢n por el dinero espantan al autor.
MEMORIA DEL MIEDO
Andrew Graham-Yooll
Libros del Asteroide
Barcelona, 2006
264 p¨¢ginas. 17,95 euros
Debido a la extrema polarizaci¨®n de la lucha pol¨ªtica, sus contactos period¨ªsticos y sus amistades le aseguran una persecuci¨®n terror¨ªfica. El acoso se convierte en una escalada de amenazas, allanamientos de la redacci¨®n del diario y coches modestos que le esperan en una estaci¨®n de tren para despu¨¦s seguir sus pasos. No hay ley que le pueda proteger: cada equipo de secuestradores, sea de izquierda o derecha, parece tener sus documentos oficiales en orden. En muchos casos, eran sencillamente polic¨ªas. Y el miedo, que puede brotar en cualquier momento y que se suprime bajo una normalidad fr¨¢gil, trastorna a Graham-Yooll hasta el punto de que se atreve a tocar un cad¨¢ver reci¨¦n calcinado cerca del aeropuerto de Ezeiza, lugar preferido para abandonar a v¨ªctimas de secuestros.
Mirando en los a?os ochenta
desde su exilio ingl¨¦s (sali¨® de Argentina bajo amenaza pocos meses despu¨¦s del golpe militar), el autor admite que sus propios motivos rara vez eran puros. Como muchos otros argentinos, se encontr¨® por diversos motivos profesionales y ego¨ªstas en una espiral de violencia e intriga. Insistir en la equivalencia moral de las diferentes bandas armadas, por tanto, no significa relativizar los cr¨ªmenes cometidos por los militares, que esperaban su momento como buitres voraces y produjeron una matanza mucho m¨¢s eficaz, casi industrial. Pero este libro, fascinante y revelador, destaca las fallas civiles de la sociedad argentina (el comportamiento autoritario, la capacidad de enga?ar al p¨²blico, la vanidad), que fomentaron, en medio de la desintegraci¨®n pol¨ªtica, organizaciones secretas con vastas ambiciones basadas en lo f¨¢cil que es matar.
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